Completa Extraña

Capítulo 11

Rechazar la propuesta de Rayna fue doloroso.

Podía ver que en el fondo mi rechazo le sintió fatal, que no comprendía por qué mi negativa. Sin embargo, aun así, no pregunto, porque sabía que no lograría sacarme la respuesta.

Me aferraría a algo con tal de no decirlo y era muy probable que ella supiera que me saboteaba.

Mientras comíamos durante el descanso, Rayna se apartó por un momento y sentí como su hermana Ada me perforaba con la mirada.

Ada, era solo un par de años menor. Nuestra relación no podía decirse que fuera buena, pero tampoco mala.

Era ligeramente parecida a Rayna, puede que un poco más robusta y alta. Ambas de hermosa piel canela y cabello negro, pero el de ella era lacio y corto hasta el hombro, que enmarcaba sus labios gruesos y una nariz redonda. Con los ojos igualmente avellana, pero un poco más rasgados.

La miré incómoda, consciente que era muy probable que ella supiera sobre la propuesta. Podía incluso que ella fuera le ayudará con aquel proyecto.

Seguro que se habían emocionado esperando que aquel gesto me hiciera caer.

No me malinterpreten, ella ya me tenía a sus pies, pero no podía creer que pudiese siquiera considerar salir conmigo.

—Amaris —me llamó mientras le daba un bocado a su aperitivo, masticando con rapidez—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Me quedé quieta, con la ansiedad trepando por mi espalda. Tratando de encontrar rápidamente respuestas ingeniosas a miles de preguntas que podía formular.

Asentí con los hombros tensos, esperando su reacción; un insulto, algún reproche o cualquier cosa que pudiera lastimarme con tal de defender a su hermana.

Me preparé mentalmente para lo peor.

Se acercó un poco más a la banca donde estábamos sentadas para más confidencialidad. Mirando a ambos lados como si no quisiera que nadie nos viese.

—¿Por qué rechazaste a mi hermana? —preguntó, con sus ojos curiosos puestos en mí.

La pregunta me dejó muda, borrando cualquier respuesta posible que pudiese dar ante aquello.

Mantuvo firme su mirada, esperando con paciencia, sin siquiera parpadear, como si no quisiera perderse nada. Notando las ansias en su rostro, un ligero “convénceme” estaba escrito sobre él.

No tenía idea de si Rayna le había pedido que me preguntara, porque podía que con ella me sincerara.

Pero, aunque fuese planeado o no, solo la verdad salió de mi boca:

—No la merezco. —Me removí en la banca con inquietud, tratando de mantener una distancia con Ada antes de añadir—: No me malinterpretes. La quiero demasiado, y es por eso que prefiero que sea feliz con alguien más. —Me quedé callada un momento, analizando lo que iba a decir—. No quiero que nuestra amistad se arruine.

Los ojos de Ada se abrieron de par en par, haciendo que estos se vieran más de lo normal. Mi respuesta la tomó igual de desprevenida. Dejó su bocado a un lado.

—¿Por qué arruinaría su amistad?

—A veces no funcionan las cosas—apunte.

—Solo tienen que esforzarse.

—No es tan fácil —me quejé, soltando un suspiro largo.

—Lo que creo es que simplemente no te gusta, esa es la única razón.

—¡Claro que no! —grité, poniéndome de pie de un brinco.

Rayna no tenía mucho que se había declarado abiertamente bisexual. Y durante nuestros acercamientos fui consciente de que ella se mantenía más pegada a mí.

Eso nunca me molestó en absoluto, yo amaba su cercanía. Pero ahora, podía comprender su actitud. Y era probable que pensará que estaba siendo amable con ella por algún tipo de lástima, porque interpretó mal mis señales.

¿Desde cuándo me gustaban las chicas? Cuando era pequeña, una chica me había dado un beso en forma de juego, ya que ella estaba siendo el “papá“, supongo que a esa edad no tienes pensamientos extraños, pero yo ya estaba contaminada.

En lugar de simplemente sentir rechazo ante el gesto, me había gustado. La posibilidad de estar con una chica había disminuido con el paso del tiempo, a medida que convencía de que nadie me encontraría atractiva.

Pero ahí estaba Rayna, y para ella lo era. ¿Y qué hice yo? La rechacé, por un estúpido miedo a perder su amistad. Por perder lo que teníamos.

—¿Entonces, si te gusta? —La mirada curiosa de Ada navegó entre mi mirada perdida.

Me volví a sentar a su lado, tras percatarme que había atraído algunas miradas.

—No dije que no.

—¡Entonces es un sí! —gritó con emoción.

Le di un rápido empujón en el hombro para que guardara silencio.

—Shht, silencio, no grites.

Detuvo sus alabanzas y pavoneos para volverme a escrutar con la mirada.

—¿Entonces por qué no sales con ella?

—Mi respuesta es la misma, eso no va a cambiar.

Asintió en silencio, terminando su comida. Quizá decepcionada por mi respuesta, y al mismo tiempo satisfecha por haberle dado una.

Rayna se nos unió unos minutos después, para continuar con la charla entre las tres.

Dedicarle más tiempo a Rayna, me había hecho olvidar que tenía otro problema en manos, el curso estaba por finalizar, lo que significaba que no solo ya no iba a ver a Rayna y Nancee, sino que también ya no vería a Ansel.

Y eso suponía un problema mucho mayor.

Mi acercamiento con Ansel nunca avanzó como me hubiera gustado, no por mí, claro. Él ponía todo tipo de murallas a su alrededor, casi tan impenetrables como las mías.

Podía comprender que muy posiblemente lo hacía para evitar salir lastimado y estaba en todo su derecho. Estar conmigo no iba a resultar fácil, mis pequeños ataques de ansiedad no podrían ser con lo que alguien pudiera lidiar.

Nuestra interacción en los últimos meses se limitó a solo un par de mensajes por chat demasiado depresivos, un par de caricias: tocar su cabello y abrazos.

Me limité a verlo dormir entre clases, en algunas ocasiones jugábamos y compartimos lecturas. Pero durante los descansos, su atención se centraba en una chica de otro grupo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.