Siempre se me había dado bien odiar, era mucho mejor que sentir esa tristeza que a cada rato me azotaba. Prefería una y mil veces sentir otra cosa que aquella ansiedad, que la tristeza sin sentido que me mantenía al borde de un hilo entre el llanto y la estabilidad.
Así que si, la seguía odiando, porque era mejor que aceptar que me sentía mal por ella. Y aunque me pudieran decir que era darle más importancia de la que merecía, no hacía que la sensación desapareciera.
Por un tiempo la situación estuvo tensa. Las chicas estaban en una difícil situación, pues no querían odiarla pero tampoco la perdonaban del todo. Aunque comenzaron a hablar con ella regresando a clases, las cosas no eran iguales, sabía que también en ellas estaba esa extraña sensación. Por otro lado Rena trató de llevarlo mejor que pudo. Concentrando toda su ira en Dera.
Técnicamente, la única y verdadera culpable, si contábamos que Tamara era otra víctima de las circunstancias. Pero era más una cómplice que nada. Con un sentido de lealtad distorsionada.
Debido a la situación, Dera se vio comprometida a pagar por los daños si no quería recibir una sanción por parte de la institución, así mismo los padres de Rena metieron esa presión amenazando con ir con las autoridades competentes. Fue claro que la chica no quería más problemas y sus papás se vieron obligados a pagar. Un bonito final para ese caso.
Nuestro salón había cambiado, y gracias a todos los dioses que Dera escogió un lugar apartado. Por obvias razones, fue exiliada, todo el grupo se enteró de la situación y si no les caía bien en un inicio, ahora menos. Pero ella parecía estar bastante bien, relajada al respecto. Incluso Clara se acercaba a ella de vez en cuando para conversar, cosa que encontraba de lo más desagradable. Pero insistía, en que quizá solo estaba siendo exagerada en concentrar todas mis emociones en ellas.
Cuando Bryan ofreció técnicamente estar de mi lado, lo que aún seguía sin entender exactamente a qué se refería. Supe que solo era cuestión de tiempo para que me pidiera aquello que quería a cambio. Y así fue.
Sabía exactamente qué quería lograr, de entre todas las chicas a parte de Mina, yo era la más cercana a Clara. No era una novedad que todos quisieran estar tras ella. Era una chica carismática y muy guapa. Con un cuerpo bastante deseable, a esas alturas no había nadie que no estuviera tras ella. Quizá posiblemente Eliot. Aunque si debía confesar algo. A él también le gustaba, pero algo lo detenía.
—Amaris, necesito un favor—susurró Brayan, mientras se sentaba en la banca desocupada frente a mí. Baje la vista del libro que estaba leyendo. Dejando escapar un suspiro.
—Ya te habías tardado.
—¿De qué hablas? —frunció el ceño mientras miraba a ambos lados, como si estuviera nervioso.
—No tienes oportunidad, acéptalo—dije tratando de volver a mi lectura, lo cual sería imposible porque sabía que iba a seguir molestando con su presencia hasta que pudiera formular lo que sea que estaba tratando de decir.
—¿Cómo lo sabes? ¿Ella te dijo? Si no salió de su boca no cuenta, tienes que estar segura.
Lo mire de arriba abajo, Bryan no era feo, no lo era. En los últimos meses había tenido un cambio notable, había crecido y ya no se le veía la cara regordeta a comparación de cuando entramos a la preparatoria. Estábamos hablando que había pasado un año desde que entramos. Y parecía increíble como de ser el tipo castroso del salón pasó a ser el chico soportable.
Bryan era uno de los amigos que Adrián y Erwin tenían en común. Por lo cual me ví obligada a interactuar con él de una u otra forma.
Miré sus manos, sus dedos largos tamborileaba con nerviosismo sobre mi mesa.
«Bonitas manos.»
Volví a concentrarme en su rostro, con cejas pobladas y una nariz redonda bastante bonita. Ojos marrones algo pequeños que eran abrazados por unas largas pestañas. Más largas que de cualquier chica que hubiera conocido, probablemente la envidia de cualquier chica que quisiera tenerlas así.
Pero... quitando de lado su rostro carismático, era un pendejo. Dioses, realmente era bastante estúpido en algunas ocasiones.
Golpeé su mano en un intento para que dejará de transmitirme su nerviosismo.
—Solo lo sé, no tienes oportunidad.
Él negó con la cabeza. Era un chico bastante persistente.
—Lo dices por Eliot, ¿Verdad? —No dije nada, me sorprendí porque hubiera usado su cerebro para sumar dos más dos. Estaba considerando retirar mis palabras.
—No me importa, haré lo que sea para estar con ella, aunque no me quiera—continúo.
«No, no las retiraré»
—¿Qué quieres lograr con eso? —pregunté con enfado.
—Solo digo que quiero estar con ella aunque no me quiera.
—¿Exactamente que te hace pensar que ella quiere estar contigo en esas circunstancias?
Soltó un extraño quejido mientras se encogía de hombros. Estaba a nada de hacerme enfadar y no me arrepentiría de lo que haría.
—Vamos, Amaris. ¿Tu nunca has querido estar con alguien que no te quiere? Sería para mi un sueño que me usara.
Lo observé boquiabierta. No por lo que me había dicho que claramente resonó en mi mente. ¿Andaría con Ansel aun si él no me quisiera? Oh, diablos, claro que sí. Pero no lo iba admitir frente a él. En cambio me crucé de brazos para intentar controlar mis emociones.
—Bryan, creo que simplemente deberías preguntarle a ella. Si ella acepta pues estará bien para tí, y si no, tendrás que darte por vencido.
Volvió a quejarse. Pasó sus manos por la cara en señal de frustración.
—Eso trataba de decirte. No puedo decirle yo... ¿Podrías hacerlo tú?
Solté una carcajada. Lo cual no pareció darle ni un solo ápice de gracia.
Me puse de pie para acercarme al sitio donde estaba sentada Clara. No era como si simplemente hubiese aceptado ayudarle, aunque quisiera, ya que conocía la respuesta o creía conocerla. Sin embargo, aún así me dirigí a ella. Estaba platicando con las chicas con respecto a algo que me tenía sin cuidado, y aunque probablemente aquello me llevase a sentir un poco de inseguridad, simplemente lo deje pasar.