Completa Extraña

Capítulo 29

Los primeros días fueron los peores. Fue como salir de una relación de codependencia que no sabía que tenía. Pase de hacer todo juntas a estar sola. Soportar esa soledad fue de lo más duro. Pero pronto me encontré en una situación que cambiaría mi forma de verla.

Estaba al tanto de mis problemas con monopolizar a las personas, aunque jamás obligué a nadie a permanecer a mi lado, eso no quitaba el hecho de que llegaba a pensarlo. Sin embargo, todo comenzó a cambiar cuando noté actitudes extrañas en Clara.

Quizá era su forma de lastimarme, o posiblemente lo hacía inconsciente.

Dado que para mí lo más importante eran mis amistades, no pude evitar sentirme afectada en cuanto Clara comenzó a estar más tiempo con el grupo de chicas. En ese grupo estaban incluidas las personas que más detestaba. Eso me tenía sin cuidado.

Sin embargo, dentro de sus planes con ellas, no estaba incluida a menos que alguien de las chicas me invitara, por lo cual aquello se sentía de la mierda. Saber que en cualquier momento podían dejarme de hablar si es que simplemente se les olvidaba que existía.

Tal vez eso jamás pasaría, pero no iba a tentar mi suerte. Por otro lado, yo misma le pedía a Leonel y Neill que estuvieran con ella.

Descubrí que ambos chicos tenían una fuerte lealtad hacia mí que desconocía por completo. Desde aquel día me acompañaron hasta la parada de mi transporte, tratando de hacerme sentir mejor con sus ocurrencias.

La sincronización de ambos para decir tonterías era realmente buena. A pesar de que se suponía que tenía que estar triste, resultó todo lo contrario.

Al día siguiente, Clara había decidido faltar, lo cual me dió tiempo para compartir a solas con ellos.

Nos habíamos sentado en el piso, en nuestro lugar recurrente, para comer unos sandwiches que Leonel había preparado.

Frente a nosotros había una pintura bastante interesante. En el cuadro estaban retratados tres animales, una vaca, una oveja y un pequeño Chihuahua.

¿Por qué el artista había decidido retratarlos? ¿Por qué esos animales en específico?El nombre de la pintura no aportaba la gran cosa, sin embargo, aún así pude sentirme identificada.

—Esa pintura nos representa—susurré con un bocado aún en la boca.

Leonel inclinó su cabeza, pensativo, mirando fijamente la pintura mientras estaba sentado a mi lado.

—¿Estás diciendo que parezco una vaca? —preguntó arrugando la nariz.

—¿Por qué estás suponiendo que yo soy la oveja? —se quejó Neill a mi otro lado

Aunque realmente no lo decía por eso, no pude evitar soltar una carcajada por la extraña similitud. Hasta que miré el perrito y la indignación me recorrió el cuerpo.

—¿Por qué ambos me están dejando el Chihuahua? —repuse, tratando de sonar lo más seria que podía, sin éxito.

Los dos me voltearon a ver al mismo tiempo, sintiéndome un poco incómoda bajo su intensa mirada. Con movimientos rápidos los observe.

—Es obvio. Eres pequeñita como uno—dijo Neill mientras juntaba su dedo índice y pulgar frente a su ojo entrecerrado.

Seguro que me veía a través de sus dedos como si fuera algo pequeño que ocupará la lupa para verse.

—Tenemos casi la misma altura—me quejé, entrecerrando los ojos en su dirección.

—También eres violenta como uno—agregó Leonel dando pequeños golpecitos en en su mentón con su dedo índice.

Me gire para mirarlo boquiabierta.

—¡A que no!

—Ah, es verdad. También sueles temblar cuando te asustas—continuó Neill, sonriendo.

—¡Oye!

Leonel se acercó más a la pintura, arrastrando su trasero por el suelo para no tener que levantarse. Luego de analizar la pintura, dejó escapar un bufido de completa indignación.

—¡Qué racistas! —gritó Leonel—. ¿Es porque soy moreno que han escogido la vaca para mí?

Solté una carcajada ante la cara que tenía, un pequeño puchero se formaba en sus labios y sus cejas se juntaban, arrugando por completo la frente.

—Creo que es más por lo grande—apunté cubriéndome la boca para contener una carcajada.

—Entonces, ¿por qué es que yo soy la oveja? —repuso Neill, quien analizaba la pintura con determinación desde su sitio.

—Porque las ovejas son blancas—dijo tajantemente Leonel.

—Eso también es racista—discutió Neill, lanzándole su servilleta del sandwich, la cual rebotó en su rostro y cayó en su regazo.

—Pero los blancos no sufren como nosotros—le regresó la bolita de papel.

La discusión entre ambos chicos me mantenía despierta, alegre y sin ninguna pisca de remordimiento por lo sucedido con Clara. De hecho, me tenía sin cuidado.

Aunque era difícil tratar de asimilar que ella ya no me hablaría, no era la primera vez que me enfrentaba a esa situación. Era una especie distinta de traición.

Pero la pregunta que más persistía en mi cabeza era:¿Fue culpa mía?

Sabía que no, no hice nada para tener esa ira dirigida a mí, podía reconocer que mi forma de actuar no había sido la correcta, pero no si ella no podía decirme que le había molestado, jamás solucionariamos el malentendido.

Decir que yo sabía porque o que si pretendía no saber no eran excusas.

Realmente no tenía idea de qué diablos había hecho mal para recibir ese trato. Posiblemente tampoco fui una persona capaz de razonar o dirigir bien mi odio.

Quizá todo era cuestión del Karma, por tratar mal por mucho tiempo a Tamara.

Deje de reír, mirando el espectáculo que ambos estaban montando. Ambos se habían abrazado, o mejor dicho, se sometían el uno al otro, como dos grandes osos.

—Mañana que venga Clara, por favor, estén con ella—dije, cortando toda acción que aquellos dos tenían.

Se soltaron simultáneamente y se acercaron a mi a gatas.

—¿Qué hay contigo? También eres nuestra amiga—intervino Leonel estando un poco más cerca.

Me giré hacia él para darle mi mejor sonrisa.

—Yo estaré bien—hice una pausa, sopesando mis palabras—. Pero seguro que ella nunca ha estado sin recibir atención. No me sentiría bien dejándola sola.




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