Completa Extraña

Capítulo 31

Tonta, tonta Amaris.

¿En qué estaba pensando? Nunca había tenido una relación como tal.

Mi experimento fallido con Ryan no contaba para nada, solo lo estaba usando a mi conveniencia y, la relación con Gabriel tampoco fue una grata experiencia.

¿Cómo se supone que se debe sentir? Mejor dicho ¿Cómo se supone que me debo sentir? En los libros pintan el romance de una manera tan práctica y sencilla, sin olvidar las películas.

Era de esas niñas que soñaba con su amor de preparatoria, claro que sí, ese del que te enamoras profundamente que terminan casándose. Lo que me llevó a mi siguiente pregunta. ¿Quiero casarme?

Quizá estoy siendo demasiado paranoica, imaginando cosas que claro no van a suceder. Pero es que toda la vida te preparan para tu relación larga y duradera que me era imposible pensar en otra cosa.

Mis abuelos se conocieron, se casaron y vivieron felices el resto de su vida (por lo menos un par de años), mis padres se casaron al año de conocerse, y estoy casi segura que los padres de sus padres, de sus padres, hicieron lo mismo.

¡Por todos los dioses! ¿Por qué nadie te dice que tú primer amor no es el amor de toda tu vida?

Te venden esa idea de que el amor es eterno, que es para siempre, que todo lo puede. Pero no es verdad, para nada.

El amor cambia, se transforma de muchas maneras y para nada es eterno. Nos cegamos al creer que hacer todo por permanecer con esa persona es lo correcto, aún cuando nos han lastimado de diferentes maneras.

Me aferre al amor que le tenía a Ansel, ¿y para que? Él no me amaba de la misma manera, es más, ni siquiera me amaba en absoluto, era un amor unilateral que nunca vio frutos, a pesar del máximo esfuerzo que hice.

Bien, quizá no hice un gran esfuerzo, pero las intenciones eran claras.

Y ¿qué hay de Neill? Un chico espléndido sin duda, atento, cariñoso, que apoyaba todas mis ideas por muy locas que estuviesen. Sin embargo, estaba tan acostumbrada a no recibir cariño que cuando me lo daba se sentía extraño. Se sentía asfixiante.

Pero era lo que quería, quería que alguien me viera, que estuviera conmigo, que fuera su prioridad. Incluso eso sonaba más horrible de lo que pensaba.

¿Por qué querría que alguien me tuviera como prioridad? ¿Qué no uno mismo tendría que ser su prioridad? Primero yo, luego yo, y al último yo. Puede sonar egoísta, quizá lo sea. Pero creo que eso nos evitaría problemas si tan sólo pensáramos más en nuestro bienestar.

Las personas tendemos a priorizar a los demás que no somos capaces de ver cuándo nos lastiman. Nos enfrascamos en mantenernos bien por la felicidad del otro, por la comodidad del otro, entonces ¿Dónde queda la tuya?

¿Por qué quedarte a ayudar a una persona que no aporta nada en tu vida? ¿Por qué quedarte a amar a una persona de la cual ya no sientes lo mismo solo por esa tonta idea de que el amor todo lo puede? ¿Por qué te quedarías con alguien que te lastima?

¿Por comodidad? ¿Por capricho? ¿Por codependencia?

¡Bien! Lo admito, no soy quien para decir todo eso, yo misma me enfrasque en esa estúpida idea de que en algún momento Ansel me iba a querer de la misma manera.

Esperé pacientemente a que me volviera a hablar, aun cuando sus acciones me lastimaban. Seguí ahí, como estúpida, lamentándome porque no lo hacía, en un hoyo de desconsuelo, porque me sentía abandonada, un abandono que solo estuvo en mi mente, en uno donde sola me metí, porque me mentía a diario.

Pero no lo podía culpar a él.

La responsabilidad de mi bienestar recaía absolutamente en mí, y sería una mierda si quiera atribuirle mis males.

Pero estaba decidida a soltarlo, a dejar de aferrarme a un cariño inexistente, más allá del que me pudiera tener como“su amiga”.

Así que cuando Neill me preguntó si quería algo“serio”con él, acepté sin pestañear, digo, porque decir que no tenía dudas sería una mentira, porque en realidad tenía muchas.

Por un tiempo mantuvimos lo nuestro en secreto, la única persona que lo sabía era Leonel y él aceptó mantenerse callado, con un soborno a su favor y era que no lo dejáramos solo con Clara por irnos a besar frente a los cráneos de la sala de antropología, lo cual le parecía perturbador.

Aunque esa sala seguía siendo mi favorita.

Gracias a ello, volví a estar compartiendo el mismo espacio que Clara en servicio, durante las clases era un poco más llevadero ya que las chicas amortiguaban esa sensación desoladora.

Por lo general ella me ignoraba y yo a ella. Ninguna interactuaba entre sí. Sin embargo eso no impedía que le compartiera alguna frituras o comida que llevará, la cual rechazaba, pero eso ya no quedaba en mí.

Agotados por nuestra mañana, nos acostamos sobre el suelo, unos sobre otros, abrazándonos entre todos para conservar el calor en nuestros cuerpos durante las tardes de Octubre.

Me recosté en la orilla, junto a Neill, mientras Clara se acurrucaba entre ellos, siendo así Leonel el que ocupaba la otra orilla. Estábamos a casi nada de quedarnos dormidos, quizá solo yo.

Sujeté la mano de Neil, acariciándola con la yema de los dedos. Podía sentir su mano áspera, algunos callos sobre su palma y sus dedos debido al basquetbol que practicaba, el que sus manos eran mucho más frías que las mías, lo que resultaba extraño, casi siempre era al revés.

Metí mi nariz en el hueco su cuello, aspirando con tranquilas respiraciones su fragancia, tan dulce y suave, tan envolvente, fresco y reconfortante.

Me dejé llevar tanto que inconscientemente había comenzado a depositar pequeños besos en su hombro, levantando su mano para llevarla a mi boca y depositar un beso en sus nudillos.

Fue entonces que abrí los ojos para no solo me toparme con una mirada aceitunada, sino con los ojos marrones de Clara, quien parecía extremadamente seria.

Baje con cuidado su mano, para ocultarla bajo la sudadera que Neill me había prestado para cubrirme.




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