Scarlett
La insoportable levedad del ser.
Una pequeña sonrisa se extendió por mi rostro cuando vi la portada sobre mi escritorio, poco teniendo que ver con la felicidad real. Bien podía decir que había elegido llevar este libro por su carga existencial y la critica político-social. Sin embargo, si era honesta, funcionaba mejor como mejor como un escudo pomposo que delimitaba la fina línea entre yo y cualquier ignorante desperdicio humano.
Así que dispuesta a seguir con mi pantomima, lo abrí, sujetándolo con una mano en cada extremo, acariciando distraídamente las suaves paginas de mi aliado favorito. En todos los años que había cambiado de escuela, este libro en particular había cumplido con sus tres funciones, alimentar el aura intelectual frente a lo profesores, mantenerme alejada de cualquier ser humano mediocre e insignificante y permitirme analizar cada cosa existente a mi alrededor sin levantar sospechas, todas ellas igual de importantes para mí.
No paso mucho, hasta que algo capto mi atención, aunque quizá el termino adecuado era alguien. No murmuraba como el pequeño grupo en la esquinza inferior izquierda. Tampoco parloteaba con emoción como las amigas a dos mesas de distancia. Su voz era potente, enojada y algo irritante, no estaba solo, había una mancha sentada sobre una carpeta, mancha que asentía a lo que el otro decía, podía usar la palabra amigo aunque subordinado calzaba mejor.
La atención no duro demasiado, el aburrimiento abrazando mis sentidos luego de un par de minutos. Con un sentimiento de resignación, volví a enfocar mi vista en las palabras del libro, a falta de algo interesante, podría perderme por octava vez en la invasión soviética del siglo pasado. Cuando estaba a punto de terminar el segundo párrafo de la quinta pagina algo llego a mis oídos.
Siendo claras, no tenía la certeza que estaban refiriéndose a mí, por tanto alzar la vista hubiera sido un recursos inútil. Treinta segundos después fue inevitable reconocerlo. Bueno, después de todo yo había pedido algo interesante, aún así, me negué a obedecer y mirar en su dirección, la palabra dócil nunca estuvo dentro de mi vocabulario.
Tras la quinta orden descarada la poca paciencia que existía en mí menguo drásticamente, la posibilidad de estrellar mi libro contra aquella cabeza siendo más atractiva a cada segundo. Respire hondo, concentrándome en la pequeña prorroga que cierta personita a la que llama padre me había pedido.
No armes un alboroto, no tan pronto.
Defenderme no lo consideraba un alboroto. Aunque nunca había sido del todo buena para entender los limites que abarcaba la palabra defenderme.
—Oye —vociferó el sujeto parado frente a mí.
Yo no tenía un doctorado en reconocer idiotas, pero este tipo era un fuerte candidato sin duda. Di una larga respiración visualizando algunas ideas interesantes. Para mi pesar, una vocecita llamada conciencia llego demasiado pronto. Así que, en contra de todo lo que consideraba placentero, me obligué a no replicar y mantener la compostura.
Lo mejor que puedes hacer es ignorarlos.
Puse toda mi fuerza de voluntad sobre aquel pensamiento, mis dedos presionando, quizá con demasiada fuerza, las paginas del libro. Bueno, cada quien tenía la libertad de lidiar con la frustración como quisiese, una pequeña sonrisa agria se instalo en mis labios, la ironía golpeándome de repente. Lo único más molesto era el tipo frente a mi, aún sin captar la salida misericordiosa que le estaba ofreciendo.
—Te estoy hablando —aclaró antes de colocar sus asquerosos dedos sobre mi libro.
Okey, yo lo había intentado.
Lo cerré al instante estrellando ambos extremos entre sí, el ruido atravesó el salón, mismo que atrojó miradas curiosas en mi dirección. De reojo aprecie sus dedos, los cuales, a mi pesar, habían volado del libro con la suficiente rapidez como para lastimarlo.
Antes de darle tiempo a replicar, me puse en pie—. No estoy de humor para tonterías, si tanto quieres divertirte, ve y consigue una vida o un cerebro. Lo que te sea más fácil —avisé con un tono mordaz, lejos de intimidarme por aquella mirada venenosa que me lanzó—. ¿Qué? ¿No escuchaste? ¿Ahora tienes problemas de audición?
Decir que su rostro se contrajo hasta casi estar rodeado por un aura que gritaba peligro, sería una clara definición de que estaba pasando. Me mantuve parada en mi lugar con los brazos cruzados, desafiándolo en silencio, manteniendo la mirada en esos humeantes ojos verdes.
—¿Y tu quién mierda te crees? —estalló.
—¡A mí no me hables así! —mi voz demasiada alta para mi gusto, okey, esta mañana estaba siendo muy poco tolerante, he de admitir—. No sé si esa actitud de perro rabioso funcione con alguien, pero te aviso que conmigo no. —La amenaza latiendo en mis ojos con cada paso—. Así que córtala, un montículo de músculos sin cerebro no representan una amenaza para mí. —Fue inevitable que mis labios se curvaran ante mi ultimo comentario, después de todo, la cara del sujeto era un poema, uno feo y grotesco.
—Vas a conocer el infierno —amenazó caminando hacia mí, supongo que en su limitada imaginación creyó verse como un depredador a punto de degollar a su presa.
Oh como iba a disfrutar esto.
Mi postura se relajo y una mirada de superioridad atravesó mis ojos, siendo objetivos, este era el tipo de conductas que debía evitar, aún así, al ver la arrogancia latiendo en sus pupilas, me era imposible mantenerme callada.
—A partir de ahora no tendrás ni un misero día de...
—Será mejor que acabes pronto —sugerí con tranquilidad, como si estuviéramos charlando del clima—. No querrás que...
Fui consiente de como el sujeto convirtió su mano en un puño y la levanto, una clara señal de que debía retroceder, aún así el actuar de cuerdo a lo establecido nunca ha estado dentro de mis preferencias. A pocos centímetros de impactar contra mi rostro pude notar como aquel puño se mantuvo quieto, sostenido en el aire, luchando por zafarse. Mis ojos viajaron al responsable suavizándose. No me quedaba duda de que si el profesor no lo hubiera sujetado del brazo segundos antes, el sujeto habría cometido el peor error de su vida.
#121 en Joven Adulto
#257 en Detective
#212 en Novela negra
amor odio, misterio comedia verdades y mentiras, manipulacion mental
Editado: 01.11.2025