Complicado

Capitulo 1: Te tragarás tus palabras

Scarlett

Sí. Este libro era lo único que necesitaba para aguantar el tedioso primer día en un nuevo colegio y en una nueva cuidad. No me mal entendían. No es como si odiara la escuela o algo parecido. Aquello no podía estar más alejado de la realidad. ¿Quién podría odiar un lugar en donde te dijeran que eras la única que valía de un tumulto de jóvenes inútiles?

Sí. Habían profesores que podían ser muy hirientes. Por suerte nunca fue algo contra lo que yo tuve que lidiar. Para mí. El colegio era una zona donde podía gozar plenamente de favoritismos y privilegios por el simple hecho de ser yo. Alguien que no se cansaba de ser la mejor en todo lo que hacía. Y sí. Puede que algunos puedan creer que estaba fanfarroneando, pero no podía importarme menos. Yo sabía quien era, era feliz de ese modo.

Bueno, por mucho que me gustará, no era momento de hablar de mí. Después de todo no era tan presumida. Quizá un poquito. Quizá me gustaba repetirme que era un prodigio en desarrollo. Que remedio. Sí, era muy presumida.

Pero en fin. Era hora de sumergirme entre las paginas del libro que había acaso de mi casillero. 

Orgullo y prejuicio. 

Un suspiró escapó de mis labios.

¿Acaso había algo más perfecto que eso? Mi mente y mi corazón estaban de acuerdo en una sola cosa. No. Por supuesto que no. Yo ame hasta la muerte aquellos personajes, por favor. El señor Darcy era el orgullo personificado y sí, si yo hubiera nacido en plena edad victoriana hubiera sido una copia femenina del señor Darcy.

Talvez debiera dejar de imaginar cosas extrañas en mi mente e ir a sentarme. O talvez debía ir a a sentarme imaginando cosas extrañas.

En fin. Ahora sí leería, siempre en cuando mi mente dejará de irse por las ramas. Otro suspiro salió de mis labios al leer las primeras palabras de la declaración del señor Darcy. Por favor, era lo más...

—Mira quien se sumo este año. Una nueva rarita antisocial —hablo una voz lo suficientemente alto como para que todos oyeran.

Rodé los ojos internamente esperando que no se refieran a mí. Créanme cuando les digo que hacerme enfadar no era bueno para él. Una personita vino a mi mente. Era mejor que me controlará sino querías sermones al volver a casa. No es que me molestará, pero después de años, la misma charla suele ser predecible.

—Déjala, esta no se ve tan mal —murmuró el que lo acompañaba, algo me decía que él sí tenía algo más que estiércol en el cerebro.

—Basta. Quiero divertirme un rato antes de volver al jodido reclusorio que este lugar —avisó con algo en su tono que gritaba problemas mientras daba pasos hasta donde yo estaba sentada.

Antes de estrellar mi libro contra la cabeza de aquel descerebrado, respire hondo y me limite a recordar a una personita que me había pedido encarecidamente que no hiciera un alboroto tan pronto. Defenderme no lo consideraba un alboroto. No del todo.

—Hey ratita —vocifero parado frente al lugar donde yo estaba sentada.

Yo no tenía un doctorado en reconocer idiotas, pero algo me decía que todo él era la viva definición de la palabra. Volví a respirar hondo. Quizá si lo ignoraba y leía el malhumor que nacía en mi pecho se fuera y ninguno de los dos terminaría en detención. Usando todo mi fuerza de voluntad solo me limite a mantenerme en sentada. No era mi estilo. Para nada era mi estilo. Pero... 

—Te estoy hablando —aclaró con algo de enojo antes de intentar poner sus sucias en mi libro.

Lo cerré tan fuerte que sino hubiera sacado sus dedos, de seguro le dejarían una marca. Ustedes eran testigos, yo lo había intentado.

—¿Acaso eres...

—Silencio —interrumpí a viva voz después de ponerme en pie y perforarlo con la mirada—. Haber muchachito, yo no estoy de humor para escuchar tus tontearías, si tanto quieres divertirte ve a otro sitio y consigue un cerebro o una vida. Lo que te sea más fácil —avisé con un tono mordaz sin intimidarme por aquella venenosa mirada que me lanzó—. ¿Qué? —pregunté al verlo aún parado—. ¿No escuchaste? ¿Ahora tienes problemas de audición?

Decir que su rostro se contrajo hasta casi estar rodeado por un aura que gritaba peligro, sería una calara definición de que estaba pasando. Para mi desgracia o alegaría, me mantuve en mi sitio con mis brazos cruzados sin bajar la vista de aquellos humeantes ojos verdes.

—¿Y tu quien mierda te crees? ¿Haber nerd tu que...

—¡A mi no me hables de esa forma! —dije a viva voz—Yo no se con que tipo de gente te juntes, talvez a ellos los intimidas con un par de gritos e insultos pero a mi no —aclare con una mirada amenazante mientras me acercaba—a diferencia de los demás a mi no me intimidan un par de músculos y nada de cerebro —sonreí de forma altanera mientras parpadeaba como una niña buena

—Lamentaras lo que dijiste, después de esto tu vida será un verdadero infierno en la escuela —amenazo acercándose

Yo no me moví, cosa que lo disgusto aún mas.

—No tendrás ni un mentado día de...

—Será mejor que acabes pronto con tu amenaza —sugerí—la...

Él se lleno de ira, comprimió su mano en un puño y lo alzo hacia donde yo estaba, pero para su suerte una voz lo detuvo antes de cometer el peor error de su vida.

—Brown —chillo la maestra

Se podía observar claramente el desconcierto a través de las verdes iris del joven que tenía su puño a unos pocos milímetros de mi rostro, a lo que yo sonreí complacida por la cómica situación.

—A la oficina del director ahora —ordenó furiosa—es su primer día y ya esta causando problemas, su...

—Profesora Mildred es un... —trato de excusarlo el otro joven

—No se meta en esto Jonhson —ordeno la maestra—si es que en sus planes no esta en querer ir junto a su amigo a detención

Jonhson obedeció y se sentó en el ultimo pupitre de la primera fila.

—Ahora Brown ¿Acaso no me oyó? Salga de mi clase —reitero



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En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

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