Complicado

Capítulo 15: Una mujer

Scarlett

—¡¿Qué?! —chillé a todo pulmón.

Los ojos de Clyde luchaban por no mostrar una mirada agría. Todas las miradas estaban en nosotros. Bien. Gritar en un lugar publico no era lo mejor.

Uno, dos, tres. Respira. Uno, dos, tres. Suelta. Sí. Si seguía con esto mi pulso disminuiría. Si seguía con esto el tamborileo constante volvería a la normalidad. Si seguía con esto quizá Clyde retirará lo dicho y me diera la verdadera información. Real. Importante. Precisa.

Una vez que las miradas entrometidas se disiparon, mis dedos comenzaron a tamborilear contra la barra de madera que me sostenía. De verdad daba gracias que hayan puesto esa barra de no ser así. Ahora estría desplomada en el suelo luchando contra una taquicardia.

Volví a respirar profundo y solté lentamente.

Seguro Clyde hablaría de nuevo y me explicaría todo. Sí. Era lo lógico en este caso. Solo que este ladronzuelo no hablo. No decía ni una mísera palabra.

—Quiero la información real —avise con la mirada fija en una de las bolsas de boxeos.

—Ya lo dije —hablo entre dientes mientras ingería una lata de cerveza. Su tono sonaba decisivo.  Como si quisiera que aceptará aquello como una verdad.

Eso era lo que ganaba por confiar en un ladronzuelo. Mis fosas nasales se movían con la ira recorriendo por cada fibra de cada musculo. Seguro ni siquiera había echo nada. Solo lo dijo para tener el dinero. Lo que dijo fue lo más trillado del mundo. Tan ilógico e incoherente como era posible. Lo que gano por trabajar con pillos sin palabra. No volvería a suceder. Ahora correría por mi cuenta. Por mi cuenta.

—Toma y piérdete —murmuré con enfado deslizando un paquete por la barra—. Necesito alguien que se lo tome en serio —farfulle con pasos rabiosos mientras salía del lugar.

El fuego ardía en mis ojos. Mi cabeza estaba a mil con aquel desperdicio de tiempo y dinero. Use gran parte de mi ahorro para tener esa información. No gaste tanto para que me dijera algo tan insólito como aquello. Maldición.

Y pensar que llegue con tanta ilusión. Toda la semana estuve contenta y mucho más accesible. Mi papá seguía llegando tarde pero ya no me enfadaba. Según yo, porque hoy lo sabría. No debí ser tan crédula. Yo jamás usaría esa palabra para describirme, pero en esto no pude pensar con claridad. Solo quería algo que me dijera porque él actuaba así.

 

***

 

—¿En serio? —pregunté a Adelaida cuando me mostros el folleto

Había estado todo el día con un horrible humor, pero esto me servía y servía mucho. 

La castaña asintió.

—Es un evento que organiza el colegio para estrechar el contacto de los padres con los hijos

—O mejor dicho —comentó la pelinegra—. Un evento para que el director cite a los padres de los alumnos más problemáticos.

—¿Cuándo es? —pregunté con un interés que hasta a mí me sorprendía.

Pero ahora estaba tan desesperada por convivir tiempo con él, que cualquier cosa serviría.

—Mañana a las tres —aviso la castaña metiendo sus cosas en su mochila.

Mi rostro se ilumino. Mañana a las tres. Mañana a las tres era perfecto. Como si hubiera caído del cielo. Talvez mi suerte estaba volviendo. Una sonrisilla que no pude ni quería reprimir me invadió.

—¿Vendrás? —la voz de la castaña tan esperanzada y temerosa como siempre.

Decir que no era muy precipitado. Decir que sí por otra parte, era una idea exquisita. No es que creyera en lo que ese ladronzuelo me había dicho. Eso sin duda no era. Pero nunca estaba por demás comprobar los hechos. Después de todo no perdería nada.

—Sí —terminé aceptando con más felicidad de lo que quise demostrar.

Tan pronto como el timbre comenzó a sonar a toda prisa salí del lugar. Hoy era viernes. Mañana era sábado. Sábado a las tres de la tarde. Sería un buen día. Sería un excelente día.

 

***

 

Esto lo comprobaba. Clyde se equivocó. Mi padre había accedido sin ningún temor o preocupación. Fue como si después de mucho tiempo por fin volvía a hablar con mi papi. Le conté todo. Absolutamente todo en el camino hacia la institución. Bueno, casi todo. No podía contarle ni lo de Clyde ni lo que el perrito había tramado. Y menos que lo mande a espiar. Por lo demás. Todo. Después de todo ¿Para que servían las mentiras cuando había confianza entre dos personas?

—Creo que no debería haberte dejado sola —hablo con una risa espontanea y contenta—. Cuando me refería a socializar no hablaba de eso Scarlett.

Él trataba de ser estricto pero aquella sonrisa no se iba de sus labios. Después de varias semanas por fin logre sentirme en paz. Como si mi padre hubiera dormido todo este tiempo y recién despertara con una cara fresca y aliviada.

—No le tengas lastima papá —pedí con mi brazo entrelazado con el de él—. Ese tipo no lo merece. Tú lo sabes, al final terminará cediendo.

—No todas las personas son iguales —hablo con cierto escepticismo del que no pude detectar bien el origen.

No. No era momento de eso. Las dudas eran inútiles. Mi padre había vuelto a ser el mismo. Era lo único que importaba.

—Lo sé, yo soy diferente y única —dictamine con la palma de mi mano en el pecho.

Mi padre movió su cabeza de izquierda a derecha con cierta resignación.—Ha veces desearía que no fueras tan confiada, un va a jugar en tu contra.

—Claro, papá, pero mientras algún día no sea hoy. No tengo de que preocuparme —hable mientras entrabamos a la institución.

Si era sincera me importaba un rábano que es lo que habría adentro. Mientras no me despegara de mi papá sería un éxito.

Media hora, media hora dudo mi buen animo. Al parecer alguien se estaba confabulando en mi contra. Alguien que no me conocía cuando me enfadaba.

—¿Joaquín? —preguntó una voz por detrás.



#2633 en Novela contemporánea
#14019 en Otros
#2225 en Humor

En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.