Complicado

Capítulo 20: Confusión

Scarlett

Genial. Hoy era viernes. Faltaba poco más de unos minutos para que nos fuéramos. Mi equipaje ya estaba listo. Aunque fue un poco extraño por lo general mi papá me avisaba cuando nos íbamos de viaje. Él no era fanático de las sorpresas. Yo no  era fanática de las sorpresas, así que en cierto modo, esto era terreno inexplorado para mí.

—Scarlett. —Se quedó mirando la maleta que tenía al borde de mi cama. Una expresión extraña lo embargo. —Sube al auto. Nos vamos —hablo con un tono que no pude comprender del todo bien.

Mi padre amaba viajar. ¿Por qué se veía tan apagado? 

No. No iba a pasar todo el viaje con teorías bobas y locas en la cabeza. Yo había visto dos boletos en su maletín. Era ilógico pensar que no me llevaría. Después de todo, ¿a quien más podría llevar? No es como si tuviera una lista interminable de mujeres haciendo cola. Ya había revisado su agenda mientras dormía y gracias al cielo no encontré ningún nombre. Solo un par de garabatos sin importancia.

Así que la respuesta obvia y lógica era yo. No jodería mi cabeza con eso. No jodería mi cabeza con el asunto. A medida que el auto avanzaba era menos creíble en mi mente. Según recordaba, no cogimos este camino cuando llegamos del aeropuerto. Es más yo diría que el aeropuerto estaba del otro lado. Talvez íbamos a otro aeropuerto. No debía alarmarme. Mientras más lo repitiera, más tranquila me sentiría. Al menos eso quería creer.

Exactamente habían pasado cuarenta minutos desde partimos y algo me decía que no íbamos a un a aeropuerto. La zona por la que estábamos parecía una zona residencial y por la velocidad que tenía el auto, algo me decía que nos detendríamos pronto. Algo me decía que estas no serían las vacaciones a Londres con las que fantasee las ultimas horas. 

Mi ceño se frunció cuando el auto se detuvo frente a una mansión demasiado grande para mi gusto.

—Scarlett —hablo mi padre por primera vez en todo el trayecto.

Algo no me gustaba en su tono, demasiado triste, demasiado melancólico. Mi padre no era melancólico. Pero los últimos día era del único modo del que lo veía. Mi padre bajo del auto y se desplazo hasta la maletera. Algo no me gustaba de esto.

—Baja por favor —pidió mientras abría la puerta—. Necesito decirte algo.

—¿Por qué quieres que baje? —pregunté con recelo—. ¿Qué es este lugar? —Mi mirada se poso en aquella mansión. No me daba confianza en absoluta— ¿A donde iras? 

—Necesito hacer un viaje. Solo serán dos días.

¿Dos días? ¿Por qué tan rápido? ¿Por qué se había detenido aquí? ¿Por qué no estábamos en el aeropuerto? No. Me negaba a creer lo que mi cerebro me decía. Me negaba rotundamente.

—¿A donde? —volví a preguntar—. ¿Por qué no puedo ir contigo? —Baje del auto al obtener una respuesta. Se veía triste mientras bajaba dos maletas. ¿Por qué solo bajaba las mías? Había un punto en que yo debía entender las señales. Y había otro punto en el que yo podía ser tan terca como una mula.

—Yo siempre te he acompañado a...

—Lo sé —se apresuró a decir mientras cerraba la maletera—. Pero esta vez es distinto.

—¿Distinto por qué? —Cruce mis brazos volviendo mi vista a él.

—Solo será un viaje de negocios —respondió acercándose—. Mañana a primera hora estaré en Alemania y no me siento seguro llevándote conmigo.

Mi ceño se frunció, mi mirada se endureció. ¿Había escuchado bien? ¿Alemania? ¿Por qué Alemania?

—¿Alemania? —repetí con desconcierto—. Yo vi los boletos ayer. Decía Inglaterra.

Talvez no fue lo más astuto soltarlo de esa forma tan abrupta y con los ojos exigiendo una explicación. ¿Pero qué me quedaba?

—Los cambie esta mañana —respondió nada sorprendido ante lo que salió de mi boca. Talvez ya lo sabía. Talvez por eso no se asombro cuando yo ya tenía mis maletas listas sin que él me haya dicho nada—. No puedo ir a Inglaterra ahora.

Mi mirada se alejo de él intentando tener una explicación. ¿Por qué mi padre no podría hacer algo? ¿Qué se lo impediría? Nuestra situación económica estaba bien, un viaje a Inglaterra no seria más caro de lo que sería a Alemania. ¿Por qué Alemania?

—¿Por qué tengo que quedarme aquí? —terminé preguntando tragándome la bola de conjeturas que luchaban por salir de mi cabeza.

—Es lo mejor Scarlett.

Okey. Esa respuesta ni él mismo se lo creía o no lo diría con un tono tan lúgubre como si le doliera hacerlo. A mí también me dolía que no me explicará las cosas. ¿Qué podría ser tan terrible como para no decírmelo?

—Sé cuidarme sola —avisé volviendo al interior del auto.

Si mi padre estaba tan decidido a no llevarme, al menos podría quedarme en casa. Estar cuarenta y ocho horas sola no sería la gran cosa. No era ningún tipo de bebe que necesitaba vigilancia. Además. ¿Quién rayos viviría en esa mansión?

—Puedo quedarme en nuestra casa y no estar...

—No quiero que te quedes sola mientras no estoy —su tono un poco más preocupado que antes, sus ojos demostraban cariño.

—No me pasará nada —aseguré con voz más suave mientras subía mis maletas al auto.

—No puedes asegurarlo —hablo caminado hasta mí y sacando las maletas de nuevo—. Es peligroso.

Mi mandíbula se apretó. ¿Peligroso? No incendiaría la casa ni nada. Sabía mantenerme a salvo sin la supervisión de un adulto. ¿Por qué era tan difícil de entender? Él me conocía.

—¿Por qué sería peligroso? —pregunté bajando del auto a regañadientes. Si quería una respuesta no me comportaría como una niña haciendo una rabieta. Yo sabía comportarme como una persona adulta, que últimamente me haya parecido más a una bebe caprichosa no tenía nada que ver—. No es como si...

—Joaquín —interrumpió una tercera voz—. Puntual como siempre. 

¿Qué? No. No. No. Definitivamente mi papá no pudo traerme aquí. Habían más lugares. Muchos más lugares más seguros y menos irritantes que éste. Mi padre tenía que estar bromeando. Mi padre tenía que tener un excelente sentido del humor para aceptar esta ridiculez. O sea no solo no lo iba a acompañar. Sino que también me tendría que quedar bajo el mismo techo que el cavernícola. No. Ni en sueño. Ni en mis pesadillas. Había una línea entre lo tolerable y lo que era tortura. Esta rebasaba todos los limites.



#2633 en Novela contemporánea
#14019 en Otros
#2225 en Humor

En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.