Complicado

Capítulo 23: Un nuevo visitante

Scarlett

—¿Qué haces? —preguntó una voz.

Maldición. ¿Ahora quien me había...? Esperen. Yo no conocía esa voz en absoluto. ¿Quién era? Gire mi cabeza antes de bajar de la ventana.

De la ventana. Si no estuviera tan deprimida hasta me hubiera reído. No es que intentará escapar o algo parecido. Solo necesitaba salir de aquí un momento. De preferencia a un lugar solitario y silencioso de la mano de un buen libro en cual perderme. Una biblioteca era la mejor opción.

¿Eso que tenía que ver con estar en cuclillas en el borde de la ventana? Pues... Yo ya le había pedido permiso al señor Brown. Claro que lo había echo, fue lo primero que se me ocurrió. Pero después de volver casi a las cuatro de la mañana después de lo que fue un bobo intento de irme con mi padre. Pues... Solo podía decir que no era la persona favorita del señor Brown en este momento. 

Así que de quedarme aquí mis opciones se reducían en escuchar las historias que una empleada entrometida no dejaba de contar o dormir hasta el atardecer o irme a una biblioteca.

Por tanto salir por la ventana y saltar a un árbol que vi no sonaba tan descabellado. También se podría deber a que era aproximadamente las diez de la mañana y el hecho que aún estuviera con suficiente sueño como para bostezar cada cinco minutos no me ayudará a pensar en una solución mejor, pero... ¿Quién cuenta las veces que a bosteza, cierto? Iba unas cinco hasta ahora. Pero como dije. ¿Quién las cuenta?

Así que eso me dejaba con el extraño que había abierto la puerta. Cosa extraña que entrará sin tocar. ¿La puerta habría estado abierta toda la noche? Era probable, después de todo a alguien que levemente había recordado tumbarse en la cama antes de cerrar los ojos. Trabar la puerta no había sido una prioridad. Correcto. 

Entonces. ¿Quién era ese tipo? No se veía como alguien del servicio. No traía el uniforme. Traía una maleta y la correa del maletín colgando de su hombro derecho. ¿Sería otra persona a quien el señor Brown invito a quedarse el fin de semana?

—¿Quién eres tú? —pregunté ya fuera de la ventana y con los pies en el suelo. De donde inicialmente no se debieron haber movido.

—Soy... —titubeó por un momento con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado—. Yo pregunté primero. 

—Scarlett —respondí, este sujeto me recordaba a alguien, era como una versión más joven del señor Brown. ¿Sería parientes? ¿Otro hijo? ¿Un hermano? ¿Un primo?—, el señor Brown me dejo quedarme el fin de semana —explique luego de unos segundos mientras cerraba la ventana con algo de vergüenza.

SI hubiera estado en mis cabales jamás se me hubiera ocurrido. Pero ahora, lo que menos podía decir era que estaba en mis cabales.

—¿Eres una amiguita de mi hermano? —preguntó con sus ojos verdes apuntándome como si no creyera que yo este allí.

Yo misma aún no creía lo que acababa de salir de su boca. ¿Amiguita? ¿De su hermano? Decir que mi mente hizo corto circuito era poco en comparación a lo que realmente estaba sucediendo. 

—¿Dis... Disculpa? —logré pronunciar aún aturdida con los ojos bien abiertos, queriendo no haber escuchado lo que escuche.

—Bueno ellas normalmente están en su cama a esta hora —hablo el tipo con la mano en la barbilla mientras acariciaba su mentón como si estuviera recordando algo. ¿Acaso habría visto a su hermano con alguna tipa semidesnuda en su cama?

Okey. Tenía que dejar de hacerme preguntas de las cuales no me interesaban saber las respuestas. Aj. Esa imagen mental no era para nada necesaria. Esa imagen mental aturdiría mi frágil cerebro. De hecho, ya lo estaba aturdiendo. Aj

—Aunque puede ser que él haya estado aquí antes —continuó hablando mientras miraba la cama y la ventana intercaladamente. ¿Qué cosa estaría imaginando? ¿Acaso pensaba que...

Basta. No haría preguntas de las cuales no quería saber la respuesta. Basta.

—De nuevo —hable tratando que mi voz no sonara ahogada—, ¿disculpa? 

—No lo creo, no lo pareces, te ves más decente que ellas —expresó con un tono amistoso volviendo la vista hacia mí.

Si su tono no hubiera sido tan gentil y vacilante, estaba segura que le hubiera echado un par de gritos o peyorativos.

—Gracias —dije tan pronto como logre ordenar las ideas confusas en mi mente—, eso creo, gracias —repetí aún mirándolo sin entender porque seguía parado ahí.

—Perdón por entrar —lo escuché decir. Bueno, se estaba disculpando, era un tipo decente—, solo olvide las llaves de mi cuarto y... —detuvo su parloteo—. Larga historia. Adiós.

Se despidió con una ademán tras dar dos pasos fuera del lugar. Mi mente aún perpleja solo logro decir.

—¿Adiós?

—Ah —regreso sobre sus pasos y colocó su vista sobre la ventana—, si vas a usar el árbol, asegúrate de pisar las ramas correctas, algunas están huecas —aviso antes de desaparecer nuevamente con aquel maletín colgando del hombro.

—¿Gracias?

Okey. Eso fue más raro de lo que creí. A partir de hora trabar la puerta se convertirá en una prioridad.

Listo, con mi prioridad ya resulta. Iba a por la ventana. Talvez no sea tan ingenioso, pero al menos mantendría mi mente libre de... No. Ni siquiera valía la pena recordarlo.

Unos golpeteos en la puerta me distrajeron. ¿Ahora quien?

—Niña, el desayuno.

Un resoplido de protesto salió de mis labios. Mi vista se separo de la rama que estaba a punto de pisar. Okey. Talvez esto era una señal divina y no debía atentar contra mi vida. Bien. Nada de arboles entonces.

Otra vez de regreso en el suelo y ya dispuesta a no moverme de él me dirigí hasta la puerta. Pose mi mano en la manija y antes de abrir respire hondo e imprimí la mejor amable sonrisa en mi rostro que podía dar en ese momento.

—Muy amable —exprese cogiendo la fuente con comida que tenía en las manos—. Gracias —mencioné aún con todo el cuerpo en la puerta sin darle lugar a que pasará.



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En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

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