Complicado

Capítulo 28: Riña

Scarlett

—¿Qué tienen? —preguntó una tercera voz al entrar en la cocina—. ¿Qué les pasó?

La preocupación saltaba a la vista. Y bueno era comprensible. Yo también estaría preocupada si viera a dos personas con rastros de sangre por el cuerpo. Un brazo magullado y un labio partido en este caso.

Fabián solo se limito a maldecir por lo bajo y salir con un caminar algo raro. Sería divertido verlo caminar así. Divertido de no ser por el infernal dolor que se negaba a desaparecer.

Ya lo había lavado. Lo había sumergido en agua e incluso le había colocado hielo. Nada parecía calmar esa sensación. Muchos decían que el dolor estaba en la mente. Pues en este caso, mi mente no quería cooperar.

—¿Quién te hizo eso? —preguntó Justin con algo de asco al ver el estado de mi brazo.

Y sí. Yo reaccione del mismo modo la primera vez que remangue mi manga y vi al descubierto la herida. Estaba roja e hinchada, incluso unas cuantas gotitas de sangre se desprendían de la herida por no decir lo irritada que se veía. Por mi cabeza cruzó más de una vez reclamarle a aquel cavernícola, pero de hacerlo había un detallito en la historia que me negaba a contar. Nadie podía saber que yo me había metido a esa habitación para, sí, me gustará o no esa era la palabra, robar.

Así que objetivamente nadie se salió con la suya, ni yo ni él. De algún modo era como estar empatados, claro solo hasta que esta horrenda herida sanará y podría volver a la batalla.

—Me lo hice yo misma —mentí mientras soplaba suavemente alrededor de la herida—. Se pondrá mejor, solo deja de mirarme como si me hubiera salido una segunda cabeza, por favor.

 

***

 

Fabian

—Te vez horrible —mencionó mi hermano parado en el marco de mi puerta.

¿Por qué demonios no le había puesto traba a mi puerta? 

Te vez horrible. 

¿Cómo esperaba que me viera después de haber sido atacado por un animal salvaje? Deberían ponerle un bozal a esa cosa con cuerpo de mujer.

—¿Qué te hizo eso? —preguntó con preocupación y nada enojado como si no hubiera descubierto que le vengo sacando dinero desde hace años.

Al parecer no había abierto su maldito hocico después de todo. Más le vale que se mantenga así si no quiere meterse en graves problemas. Estoy seguro que esa estúpida no estaba ahí solo para hacerle un favor al topo. Tuvo que haber habido otra cosa. Pero ¿Qué? No es como si mi hermano fuera el ser más interesante de todos para colarse en su habitación por mero gusto. ¿Gusto? Era estúpido. Ella no sería tan estúpida. O...

—¿Esta todo bien? 

Me obligué a mirarlo. ¿Qué demonios quería conmigo?

—Te ves como si quisieras golpear a alguien.

Oh. En definitiva quería golpear a alguien.

—Lo hizo un animal salvaje —respondí en tono mordaz luego de un momento.

Juro que cuando la vea le daré su maldito merecido. Desquiciada malnacida. ¿Quién le manada a esconderse en un estúpido baño? 

—¿Un animal salvaje? —repitió el topo algo desconcertado—. ¿De qué hablas?

—Nada que te importe. Asegura la puerta cuando salgas —ordené desviando mi atención en otro cosa.

 

***

Scarlett

Hace dos días esto me habría hecho feliz. Ahora, después de haberlo visto besuquearse con aquella tipa en el aeropuerto solo podía fruncir el ceño y cruzar mis brazos.

No quería hablar con él. Mi padre iba al volante conduciendo. El silencio rondaba entre los dos como una bruma espesa que se negaba a desaparecer. Si hubiera sido en otra circunstancia podría haberlo pasado por alto. 

Antes solíamos disfrutar de nuestra compañía solo estando uno al lado del otro. 

Ahora era un horrible silencio incomodo.

Hasta respirar era pesado. 

Rogaba que llegáramos rápido a la casa. Así más rápido podría meterme en mi recamara, asegurar una puerta y pelear-destruir  mi almohada a mi gusto.

—¿Estas molesta? —preguntó luego de una larga media hora.

Como pude hice un ruidito afirmativo antes de volver mi vista a la ventana, seguro llovería pronto, las nubes ya habían cambiado de color. Solo sería cuestión de tiempo.

Tiempo. El tiempo era lo que se negaba a pasar mientras estaba encerrada en esta caja con rueda.

Una hora más nos tomó estacionar el auto. Al menos ahora si podría irme esclera arriba hacia...

—¿Qué es eso? —preguntó mi padre al ver algo ligeramente extraño en mi brazo.

Rayos.

Debía haber usado una casaca con mangas más largas.

Aquí tenía dos opciones. Ignorarlo y encerrarme en mi cuarto haciendo que todo escalará a un nivel mayor. O simplemente decirle la verdad.

—Solo es un rasguño —mentí a propósito mientras subía mi manga.

Menos mal ya no estaba tan hinchado como antes. Dolía. Por supuesto que sí. Pero ya no era para tanto.

—Dime que no te metiste en algún problema mientras estuve fuera —casi suplico mientras cerraba la puerta de la casa y se dejaba caer en el sillón.

El tono de mi padre era jovial y su postura era amigable, bueno eran más de la nueve noche. Talvez encerrarme en mi habitación y evitarlo no sería una buena de cerrar el día. Talvez.

—Problema, problema... —comencé a hablar con un tonito divertido—. Yo no lo llamaría un problema. Fue... des-estresante —respondí recubriendo mi brazo—. No me mires así —pedí a mi padre—. Tú sabes que yo no soporto que me provoquen.

—Te pedí que no hicieras ninguna locura —recordó desplazándose hacia la cocina.

Lo seguí con los hombros encogidos. Si el supiera que no fue la única locura que hice.

—No fue una locura en sí —murmuré cogiendo en vaso de agua que mi padre me tendió—. Discutir no es una locura —mencioné ante de darle un gran sorbo—, incluso esta verificado como un método para liberar todo lo malo que nos pasa.



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En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

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