Scarlett
—¡Basta! —interrumpí a viva voz ya sin poder soportarlo más.
Al instante ambos posaron sus ojos en mí. Ja. Por eso esa voz me fue tan conocida. Jonhson. El amiguito del cavernícola. Sin duda eran tal para cual.
Aprovechando el desconcierto en lo ojos del presunto violador la sujete del brazo y la saque de su lado tan rápido como pude.
—¿Qué mier...? —preguntó aún sin comprender lo que estaba pasando.
—Déjala en paz —ordené mirándolo fijamente. Una mirada desafiante y prepotente.
—Sabes que esto se podría considerar como un intento de violación —El miedo y desconcierto inundo su rostro—. Sino quieres problemas, no te le volverás a acercar. ¿Entendiste? —pregunté con un tono en exagerado mandón.
—No tienes pruebas —soltó con un tono agrió y mordaz como si con eso toda mi coartada se cayera.
—Con su testimonio y el mío sería más que suficiente —mentí—. No eres del todo feo Johnson —hablé acercándome—. Seguro sabes lo que le hacen a los tipos como tú en prisión —avisé con una sonrisa ladina y un tonito demasiado sugerente como para que no lo haya captado—. Así que sino quieres pasar el resto de tu vida de rodillas y con la boca abierta más vale que obedezcas.
El terror no demoró en aparecer. Sus orejas rojas y su garganta tragando saliva compulsivamente. Casi tropezando al retroceder.
Perfecto.
Justo como lo quería.
—No te le volverás a acercar —ordené endureciendo mi expresión con los brazos cruzados y algo de asco en mi paladar al tener a semejante rata delante mío.
Silencio.
—¿Entendiste? ¿Johnson?
—Bi... Bien... —salió entrecortado luego de unos minutos fracasando en ocultar el vivo miedo que denotaban sus pupilas—. No vale... —su voz cada vez más titubeante—. No vales para tanto, zorrita —susurró antes de echarle un ultimo vistazo a la rubia que permanecía en una esquina como un animalito temeroso y asustado.
Mis ojos aún sin salir de su desconcierto se mantuvieron en ella.
¿En verdad estábamos hablando de la misma Lincy que yo conocía? ¿Aquel ser tiritando y con la cara entre los brazos era la misma persona?
Yo tenía un par de opciones, seguir mi camino a la oficina del director o... o retroceder para ayudar a aquel animalito temeroso e indefenso.
¿Indefenso?
Ja. Antes jamás la habría llamado de ese modo.
Di un ultimo vistazo hacia su dirección. Me gustará o no, parte de la responsabilidad era mía. Ese video la debió haber destrozado totalmente.
Exhalé con frustración tras dar el primer paso.
Sí.
Me arrepentiría por esto.
—¿Te encuentras bien? —pregunté con una voz calmada.
Después de todo no tenía tanto que perder.
—¿Estas...?
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó levantándose con una voz frágil, pero con una postura desafiante—. No. No me importa —soltó al instante con la voz agría y una mirada furiosa—. ¡No pienses que te lo agradeceré! —chilló con un lagrimilla resbalando por su mejilla—. ¡Yo no te lo pedí! ¡Lo tenía bajo control! ¡No soy inútil! ¿Entiendes? ¡No quiero tu lastima! Tú... —titubeó por un momento como si le costará decirlo—. ¡No te lo agradeceré! —volvió a decir tan fuerte que por un segundo creí que me quedaría sorda—. ¿Qué pretendes con lo que hiciste? No creas que todo estará olvidado solo porque lo hayas quitado de mi camino. Te odio. Te odio.
Mi mente quedó en blanco por unos segundos.
¿Dónde quedó esta actitud hace cinco minutos?
Agite mi cabeza con algo de sorpresa y arrepentimiento. Bien. Solo estaba perdiendo mi tiempo. No tenía caso roznar con alguien tan... No. No malgastaría mis pensamientos en ella.
¿Buena acción de día? Listo. Al menos si el Karma existía debería recompensármelo pronto.
Refunfuñando comencé a avanzar cuando de repente un agarre me detuvo.
—¿A donde crees que vas? No me dejarás hablando sola. —En una fracción de segundo me zafé de su agarre—. Tú...
—Silencio —ordené ya harta de sus palabras.
¿Tanto le molestaba no haber sido tratada como un objeto sexual por ese canalla? ¿O es que yo me estaba perdiendo de algo?
—No te ayude por lastima —solté—. Simplemente no pude soportar que semejante escoria le hablará así a una mujer. Pudiste haber sido tu o cualquiera. No importa.
—No te creo —murmuró con resentimiento—. ¿Qué estas tramando? Buscas chantajearme con...
—Yo no soy como tú —aclaré con los ojos en blanco—. Si a mí me provocan respondo, pero sino se meten conmigo no tengo porque meterme con ellos. Y el hecho que te haya ayudado no quiere decir que espero que seamos amigas o algo parecido. Lincy. Yo puedo odiarte. Yo puedo considerarte el diablo. Pero eso no tiene nada que ver con lo que pasó. Él pudo haberte violado. ¿Hubieras preferido que me fuera y no haga nada? —pregunté con asombro palpable en mis ojos.
Yo había conocido orgullosa. Yo era el vivo ejemplo de eso. Pero ni siquiera yo rechazaría ayuda cuando la necesitaba. Había delgada línea entre ser orgullosa y ser tonta. Algo me decía que a Lincy le gustaba caminar sobre ella.
La melena rubia no se atrevía a responder.
Fantástico.
No. Oficialmente era la primera y la ultima vez que hacía algo bueno por esa rubia oxigenada.
Antes de que logrará alejarme lo suficiente una tercera figura apareció.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —preguntó una mujer con un moño alto y una curiosa corbata.
Le eché un vistazo rápido. Algo me decía que la había visto un par de veces en la oficina del director.
Lincy por el contrario cruzó los brazos y bufó con agobio.
***
—Quédense en este lugar —hablo la mujer junto a la puerta—. Sobra decir que de salir quedaran expulsadas por una semana —avisó ya con la mano en la manija antes de abrirla y cerrarla con fuerza.