Complicado

Capítulo 33: Culpa

 

Fabián

—¡Sal de ahí! ¡Ven ahora mismo!

Una ráfaga de rabia azoto mi cuerpo.

Ni siquiera hacia falta voltear para ver de quien mierda se trataba. ¿Qué maldita cosa tenía en la cabeza para creer que yo la obedecería? No era más que una...

—¡Fabián! —gritó.

¿Qué mierda quería esa puta ahora?

Ni que me importaba. Tenía cosas más importantes en que perder mi tiempo. Ya se acercaba un partido importante y sino...

—¡Fabian!

—¡¿Qué mierda quieres?! —vociferé tentado a lanzarle el balón a la cara.

Al menos así dejaría de ser molestar. Al menos así no tendría que escuchar su asquerosa voz.

—La idiota de Scarlett es la que esta detrás de ese maldito video no es así

—Sí. Jodida mierda. Ahora lárgate. Estoy ocupado.

—¿Largarme? Te espero en la oficina del director cuando acabes este teatrito —agregó con asco mientras señalaba el estadio.

—Ten cuidado en como te diriges a mí —advertí sujetando su muñeca tan fuerte que no me sorprendería que se quebrará. 

—Suéltame —pidió con la voz desgarrada— Fabian. Por favor —volvió a suplicar—. Duele. Me duele. Duele mucho. Por favor. Déjame —sollozó intentando inútilmente de zafarse—. Suéltame.

—Desde la mañana no has dejado de joderme el día. —La acerqué con brusquedad, cosa que la hizo derramar una lagrimilla—. ¿Ahora que mierda quieres? —espeté con asco ante los quejidos que emitía. 

Suplicas y sollozos abarrotando todo el campo de entrenamiento.

Tirarla al suelo era más que placentero en este momento. Para mi maldito martirió eso solo la haría abrir la boca de nuevo.

—¿Por qué crees que puedes darme ordenes? —pregunté apretando más el agarre—. Responde —ordené con la rabia palpitando en mi frente.

—Por favor... —suplicó de nuevo—. Fabián... te lo suplicó... —sollozó con lagrimas por todo el rostro.

—Lo pensarás dos veces antes de volver a hablarme así —demande tarándola lejos de mí.

Me asqueaba verla a mí alrededor.

—Idiota —murmuró la mujer al caer contra el suelo.

Me alejé antes que me arrepintiera de clavar mis manos en ese cuello.

—¡Fabián! ¡Fabián! —volvió a gritar—. Tengo que hablar contigo —vocifero siguiendo mis pasos.

Realmente. Si realmente si volvía con ese maldita tema de darme ordenes, esta vez no me haría responsable de nada que le pasará.

¿Qué maldita cosa podía querer? ¿La ofician del director? ¿Yo que mierda tenía que hacer ahí? Como si me importará lo que pasará con ella.

—Por favor... —pidió la rubia con un tono menos demandante.

Al menos esa caída ya le había recordado su lugar.

—Fabián —repitió colocándose delante mío aún con los ojos rojos y llorosos.

¿Qué mierda esperaba obtener con eso? ¿Creía que engañaba a alguien? Quizá su ex noviecito le compraba esa actuación, pero yo... por favor... Ni aunque fueran genuinas lograrían ablandarme. ¿Cómo me ablandaría el dolor de alguien que ni siquiera me importaba? Una buena follada se podía conseguir en cualquier lugar. 

—Quítate —ordené con el ceño fruncido y un horrendo malestar recorriéndome de principio a fin—. Ahora Lincy. Quita...

—¿Estas seguro que ella es la culpable? —preguntó abalanzándose cobre mí—. ¿Estas completamente seguro? —clavó sus ojos con los míos—. ¿La viste hacerlo? —Su tono eufórico y lleno de incertidumbre.

—¿A que mierda viene eso ahora? —exploté empujándola lejos de mí—. Ya te lo expliqué esa...

—Júralo —pidió sujetándome del brazo con ambas manos—. Júralo —repitió con la voz temblorosa.

—¿Quién te crees? —escupí volviendo a zafarme—. Yo no tengo porque jurarte nada.

—Ella aseguró que no lo hizo —chilló la rubia antes que pudiera dar un paso—. Me... me ofreció vengarme de quien lo hizo —su voz cada vez más frágil y desgarrada—. Necesito saber si fue ella o no Fabián. Sino fuera importante no vendría a joderte el día —avisó con la vista clavada en el suelo y los puños completamente cerrados—. ¿Lo sabes? ¿Te consta que fue ella?

Mi ceño se frunció al instante. La tentación de alejarme era enorme. Pero... ¿Era en serio? ¿Scarlett de verdad le había ofrecido venganza?

Era... era imposible. Esa maldita lunática fue la que subió el video. Yo mismo tuve que conseguir esas estúpidas llaves. ¿Por qué ahora le ofrecería ayuda? Era una maldita locura.

—¿Aceptarías la ayuda de esa estúpida? —pregunté casi incrédulo de lo que salía de mi boca—.  ¿Hasta hace unas semanas querías destruirla?

—Lo sé. Lo sé —murmuró al instante—. Aún quiero. Pero... Yo quería destruirla porque tú me dijiste que ella subió ese maldito video —rechinó los dientes con cada palabra—. Ahora... Entiéndeme —suplicó volviendo a abalanzarse contra mí—. Estoy entre... entre aceptar la ayuda de una lunática o... o seguir así —sollozó con ímpetu mientras se esforzaba por mantener su rostro oculto—. No quiero seguir así. Es horrible —su voz rota, cada vez más irreconocible—. Sé... sé que no te importa. A nadie le importa. Estoy... estoy sola... No sabes lo que se siente... odio estar así —un fuerte quejido salió de sus labios acompañado una respiración cada vez más inestable—. Todos me miran con lastima, con asco... hasta yo... no quiero verme al espejo y sentir asco de mi misma... Por favor... Si tú...

—Tienes razón. —La rubia levanto el rostro buscando mi mirada mientras la sujetaba de los hombros—. Estas sola —la solté con desdén antes de alejarme de aquella puta.

Por favor. Tenía que reconocerlo. Esa había sido su mayor actuación en mucho tiempo. ¿Pero como diablos de atrevía a pedirme ayuda? Por favor. Como si ella no supiera con quien estaba tratando.

Aunque... había algo que no podía sacar de mi cabeza. ¿Scarlett le había ofrecido ayuda? ¿Era en serio? ¿O solo era una más de sus desvaríos? ¿Por qué demonios haría algo así? ¿Qué demonios estaría tramando ahora? Con tal que no me involucrará en sus estúpidos planes que se vaya al mismísimo infierno si le daba la regalada gana.



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En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

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