Complicado

Capítulo 43: Te aprecia

 

Scarlett

Nada de lo que dije sirvió. Ninguna cosa que salió de mi boca dio resultado. Al final termine aquí. En la sala de la castaña mientras ella recitaba uno que otro poema. Cuando Catalina me dijo que Adelaida era una gran fanática del teatro, me alegre. Pero ahora, después de escuchar unas quince veces el mismo poema, empezaba a ponerme nerviosa. 

Bien yo tenía que salir de aquí. O al menos salir a tomar un poco de aire. Luego que los padres de la castaña salieran a resolver sus asuntos a otro lado, creí que todo sería menos incomodo. Me equivoque. Y me equivoque bastante.

Por su lado Lincy se encontraba sentada en uno de los sillones con la vista fija en sus uñas.

Mis ojos rodaron hasta la pelinegra. Mis tres últimos intentos de fuga de fueron frustrados por ella. Al parecer a alguien le gustaba mi sufrimiento. Bueno el balcón estaba solo pasando un pasillo. El lado contrario a la salida. Por tanto. Catalina no armaría escándalo. Eso esperaba.

Cinco minutos después lo corroboré. Ya estando en el balcón un poco de paz me invadió. Un poco siendo la parte importante en esto. Debía salir. A medida que pasaban los minutos la idea de saltar por el balcón era más tentadora.

No. Yo no era una impulsiva idiota que no media sus actos. Pero... Mis ojos viajaron hasta el césped en la primera planta. No estaba tan alto. Siendo objetiva solo me facturaría la pierna. En un par de meses sanaría. En cambio de quedarme sin duda no me librará de un desparrame cerebral. Yo podría ser la mejor abogada con un leve cojeo. Pero definitivamente no sería la mejor abogada con secuelas cerebrales.

Bien. Eso lo simplificaba. Respire hondo arrepintiéndome en el último instante, casi rogaba que alguna escusa apareciera para no hacerlo. Algo. Cualquier cosa.

Un sonido de unas pisadas acercándose fueron suficiente para que mi cerebro se enfriará y entrara en razón. Casi era capaz de agradecer al dueño de esas pisadas.

—Tengo que hablar contigo —anuncio una voz insufrible.

Una mueca empañó mi alegría. Bueno cuando pedí cualquier cosa no me refería a esto. Casi aventarme del balcón resultaba más atractivo que quedarme aquí con semejante granuja.

Después de girarme me apresure a salir.

—Adelaida te aprecia —hablo cuando pase por su lado. Por algún motivo me detuve. Por algún motivo me alegro que lo reconociera—. Te admira. Te quiere. Eres importante para ella. Por alguna razón que no entiendo esta dispuesta a convivir con esa bruja por ti. Quiero entender porque —explico con la mirada en el suelo y una expresión derrotada—. Adelaida no me lo quiere contar —informó como si fuera la peor cosa en el mundo—. Tener secretos con ella esta torturándome. Mientras más intento averiguarlo, más evita el tema. Dice que vaya contigo, que ella no dirá nada, que solo tu lo puedes decir. Así que... —Exhaló con pesadez, como si ya estuviera cansado de hablar—. ¿Qué es lo que Adelaida no puede contarme?

Mi mirada se suavizó. Bueno no lo negaría. Cierta tranquilidad me invadió al saber que al menos no me tendría que preocupar porque Adelaida dijera algo. Al menos ella si sabía guardar un secreto.

Yo podía irme y dejarlo con las palabras en la boca. Pero... Algo... Algo llamado empatía afloró en mí. Yo sabía cómo se sentía que la persona que más querías te ocultará cosas. Sabía lo desesperante que era. Conocía el desbalance que ocasionaba. La ansiedad y el miedo que provocaba. El fastidio y el cansancio que te invadía todo el tiempo. Y de alguna forma pude verlo en él.

Demonios.

Iba arrepentirme por esto.

Resoplé hondo aún sin creer lo que estaba a punto de hacer.

—¿Por qué la maniataste en el baño? —pregunte en contra de todo bien juicio.

Si yo quería volver a mi antiguo yo, lo menos que necesitaba era pedir explicaciones. Eso solo haría que me involucrara más. Más de lo que ya estaba. Pero al parecer mi yo de ahora estaba muy complacida con ayudar. Que horror. ¿Cuándo me convertí en esto?

—Planeaba exponer un video de Adelaida —respondió con rencor. El mismo rencor que veía en sus ojos cada vez hablaba de Lincy—. Un video comprometedor.

—¿Qué? ¿De que hablas? ¿Qué video? —Mi ceño se frunció. Mi voz se volvió incrédula. Algo hizo clic en el fondo de mi mente. Algo que le hizo poner los pelos de punta—. Oh... ese video... Maldición. Maldición. Pero... No es posible. Yo borre ese video —me apresure a decir. Las palabras saliendo de mi boca sin ningún control—. Yo se lo quite. Lincy no lo tiene. Yo lo borre hace semanas. Ese video no existe.

—Existe —aseguro con una determinación de hierro que hasta me hizo replantear si realmente lo había borrado—. Ella estuvo a punto de publicarlo.

—No. No es así —levante mi voz mientras miraba a los lados. Indignación y sorpresa en mi tono, al igual que la preocupación de que cuenta rubia lo escuchará. No estábamos tan lejos de la sala—. Yo misma se lo quite de las manos —avise una vez más con un tono más discreto—. Fue en una fiesta. Le derramaron un balde de ponche en cima y tuvo que cambiarse en uno de los baños. Ahí... ahí fue donde la grabaron. Originalmente eso fue planeado para mí, pero se lo hicieron a ella. Yo se lo quite a Lincy. Créeme. Se de lo que hablo. No hay forma que ella...

—Ella pudo tener una copia —interrumpió con simpleza. Y sí. No podía negarlo tenía sentido. Tenía razón—. Son fáciles de hacer. ¿Quién te garantiza que no lo hizo? —pregunto con un tonito que me empezaba a disgustar—. No estoy aquí para pelear —explicó antes que pudiera objetar cualquier otra cosa en contra suya—. Al fin y al cabo lo único que me interesa es que no se le vuelva a acercar a Adelaida.

Mi muro de desconfianza se desvaneció un poco. Solo un poco. Al menos ahora podía entenderlo. Eso no significaba que aprobará su actitud. Y menos que lo excusará.

—¿Entonces lo hiciste a modo de amenaza? ¿Es lo que quieres decir?



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En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

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