Complicado

Capítulo 48: Encerrada

 

Scarlett

Cuando volví de mi esclarecedora caminata o al menos de lo que debió haber sido, las cosas no estaban mucho mejor. Al menos no para la persona que se rehusaba a salir de aquella oficina. Cuando dio las ocho de la noche, casi y me dio ganas de golpear su puerta hasta que abriera. Pero por los ruidos que se lograron escuchar, no fue necesario.

Mi padre por fin había salido.

Claro que eso no cambiaba mucho las cosas. Si era honesta. Hasta lo volvió incomodo. Yo nunca antes me sentí incomoda en su presencia, de hecho, disfrutar de nuestra compañía era algo que me fascinaba, pero la tensión en el aire era algo que no podía obviar.

Y sin duda el tamborileo de los dedos de mi padre no estaban ayudando lo mas mínimo. Mi padre se encontraba en la cocina, buscando algo en la alacena, al menos eso se veía a simple vista. Había que me decía que él estaba muy lejos de aquí, quizá no el físicamente, pero si sus pensamientos. 

Pasaron alrededor de diez minutos cuando por fin me alenté a romper el silencio, por desgracia, no fui la única con esa idea.

—Mañana iras conmigo al trabajo.

—¿Qué? —pregunté sin poder idear otra cosa.

Silencio.

Nada.

Absolutamente nada.

Los minutos pasaban. Si antes se sentía la tensión en el aire, ahora era hostilidad. Ni siquiera tenía hambre como para seguir en la cocina. Cogí un vaso de agua, antes de ir al segundo piso. Al menso en mi habitación podría... ¿pensar?

Okey. Después de una hora, ya era hora de aceptarlo.

No se me ocurría nada. Pero al menos esa nada era mejor que esto. Aún con el ceño fruncido deje el vaso en alguna parte que ni siquiera tenía ganas de nombrar. De lo único que tenía ganas, si es que se le podía llamar así era de envolverme en mis sabanas y esperar a que esto mejorara.

Podían llamarme patética. Podían llamarme idiota. Podían llamarme como quisieran. Al menos yo sabía que no era verdad. Esto... quedarme esperando era...

Maldición. Maldición. Maldición.

Salte de entre las sabanas de inmediato. ¿Qué les podía decir? Ser alguien pasiva nunca había estado en mis cualidades y tampoco tenía interés en que lo estuviera.

Mañana iras conmigo al trabajo.

Mañana iras conmigo al trabajo.

Eso implicaba muchas cosas. Cosas a las que quizá con un poco de ingenio pudiera evitar. ¿Un poco? Por favor. Iba a necesitar mas que eso para salirme de su vista. Bueno, al menos podría ver lo que hacia, al menos podría estar frente a quienes conversa. Eso seria de utilidad.

 

***

 

Corrección. 

Eso habría sido de utilidad.

Cuando dije que iba a necesitar ingenio no me imagine que fuera de este modo. Cuando mi padre me pidió subir al auto lo que menos me hubiera imaginado es que me encerraría aquí.

Los primero quince minutos no le quite la vista de encima. Ni siquiera me hablo. Simplemente condujo con la mirada fija al frente, cuando se estacionó y abrió la puerta mi yo errado creyó que me dejaría salir para acompañarlo. Lo que menos esperé fue que trabara la puerta y saliera dejándome aquí. Sola. Sola y encerrada. Solo dándome una mirada de advertencia. Una fea y ruda advertencia.

De esta manera habían pasado tres horas. Tres horas en las que descubrí que no estaba completamente sola en el vehículo. Me tomo más de una hora darme cuenta que aquel puntito rojo hacía más que solo parpadear. Por favor. Era una cámara. Una micro cámara. ¿Era en serio? ¿Qué creía mi padre? ¿Qué podría romper las ventanas blindadas o aboyar la puerta hasta el punto de escapar? Por favor. Tenía a alguien maliciosa y astuta como hija, no a una bestia con brazos de hierro.

Después de refunfuñar molesta por más de cuatro horas mi celular comenzó a vibrar. Varias. Muchas veces. Mi primera acción fue ignorarlo. Después de diez minutos sabía que apagarlo sería la mejor solución. Al menos hasta que cierta personita volviera y me diera una explicación.

Bueno, había una cámara, si yo intentaba escapar, él vendría. Yo no quería escapar, no es que estuviera cómoda o algo parecido, pero poco podría hacer. Respiré hondo antes de encorvarme contra el respaldar del asiento luego de agarrar un poco de papel higiénico y ocultarlo encima de la micro cámara.

Eso tendría que hacerlo volver. Al menos cuando se diera cuenta. ¿Cuánto duraría eso exactamente?

Al menos en las primeras dos horas no. ¿Era posible que mi padre fuera así de descuidado? Bueno... Siempre  cabía la posibilidad de que no fuera la única cámara en el auto. Después de todo, aquella que bloquee pudo ser solo un señuelo. Refunfuñé molesta, de nuevo. Cruce mis brazos antes de acurrucarme contra la puerta. Sabia que no debía perder tiempo, pero la opción de cerrar mis parpados era tan placentera. 

¿Una? ¿Dos? No. Tres. Tres horas fue las que me pase durmiendo hasta regresar. Ni siquiera logre despertar cuando el motor del auto se encendió. ¿Cómo es que pude dormir tan profundo? Sí, bueno, lo admito. He estado con demasiadas cosas estos días, pero no era escusa.

No lo era.

Aún tragando el ultimo bostezo en mi boca camine hacia adentro. Quizá aún estaba cansada y quizá una buena ducha fría serviría para despertar a mi perezoso cuerpo.

Funciono. 

Funciono muy bien de hecho.

Tenia algo en mente. Solo era cuestión de coger mi móvil y...

Esa ultima palabra quedo resonando en mi mente mientras revoloteaba mis cosas de aquí para allá. 

Mi móvil

¿Dónde estaba mi móvil? 

Tenía que estar aquí.

Tenía que estar en alguna parte.

En verdad no pude ser tan descuidada como para dejarlo en el auto, ¿verdad? Yo no era así. No había echo eso. Bajo ninguna estúpida posibilidad podía haberlo echo, ¿verdad?

Media hora de lamentos después, no me quedo mas que aceptarlo.



#2629 en Novela contemporánea
#14002 en Otros
#2222 en Humor

En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.