Scarlett:
La única forma que tienes de manipularme no esta funcionado.
La única forma que tienes de manipularme no esta funcionado.
La única forma que tienes de manipularme no esta funcionado.
Algo en mí ego rasguño. Una bola espesa parecida al enojo, parecido a la rabia.
¿Quién se creía este insolente? Este...
Este idiota repugnante y estúpido.
—Yo tengo muchas formas de manipular a la gente —dije haciendo mayor énfasis en la ultima palabra, si el pensaba que solo utilizaba esto con él, estaba tan equivocado—. Y no creas que no me doy cuenta de lo que te esta haciendo. Si yo decido dejar esto, será por mi propia iniciativa, no por que un idiota crea que puede meterse en mi cabeza.
—Te crees tan inteligente.
La burla solo era superada por la frialdad en mis ojos, de no ser así ya tendría un par de moretones en su horrible y feo rostro. Y no es como si a mi me gustara la violencia, al menos no la física, pero esto, era un punto critico.
—¿Creerme? —No debía dejar que esto afectara mi ego.
Lo sabía.
Esas palabras no debían martillear en mi orgullo.
La fotografía en sus manos debía ser la prioridad, no él. Y lo era, por su puesto que lo era. Pero...
Pero esto no me estaba gustando. Puede que por fuera mi semblante fuera mas parecido a la de una roca helada, pero por dentro.
Oh cielo, por dentro si que ardía como el mismísimo infierno.
—¿Qué quieres a cambio? —escupí antes de que se me ocurriera una locura.
Aunque para el caso, el tan solo echo de darle la oportunidad a negociar ya era una locura.
Él no respondió. Al menos no en los próximos cinco minutos.
Si tuviera que describirlo con una sola palabra, seria tortura. Tortura era lo que quería hacerle al espantosa expresión que tenia en el rostro.
Nada bueno podía salir de esto
***
Yo debí habérmelo imaginado.
Aunque siendo realista, no creí que lo desaprovecharía.
Pero al parecer el que yo soltara veneno todo el tiempo lo enfurecía lo suficiente como usar su petición en ello. Al parecer ahora no podría amenazarlo o divertirme con palabras.
El lado bueno es que ya tenia la cosa en mis manos.
Yo sabia que tenía algo que ver con... con esa otra mujer.
Briggitte. Anda di su nombre.
Con ella. La siguiente hora me la pase revoloteando todo, incluso lo que parecía inútil y al parecer cierta personita tenia una fascinación por ese tipo de cosas. No podía entender como alguien podía comprar tantas chucherías. Y lo peor, es que ni siquiera se podía decir que era bonito.
Al cabo de aquella hora solo había encontrado dos cosas. Dos cosas muy importantes.
La primera una dirección escrita en un papel maltratado. Y la segunda, era la fotografía arrugada que tenia en mi mano.
¿Le había echado una ojeada rápido? Por supuesto. ¿Yo misma lo había arrugado para negarme mirar de nuevo? Definitivamente.
Por otra parte. Al parecer aquellas bolsas que me dieron, contenía algo más que medicamentos y pañuelos. No diaria que no vi tentada a tomarlo. Pero había una gran delgada línea entre ser una manipuladora egoísta y una ratera.
Yo conocía esa línea.
Yo no lo cruzaría.
Pero al parecer si es que existía una línea entre ser un completo idiota y un ladrón, Fabian no la conocía. O cuando menos, no le importaba.
Él no volvió a interferir, no diría que ayudo en algo. No en voz alta.
Yo ya no tenia nada que hacer aquí. Quizá si me quedaba más tiempo encontraría mas cosas. Pero también seria descubierta por allanamiento de hogar. Y permanecer tras las rejas luego de obtener algo de información, no era una de mis fantasías.
Así que con aquel papel en mi bolsillo me encamine afuera.
Puede que dejar a una mujer convaleciendo por quien sabe que fuera moralmente cuestionable, por otra parte, también lo era trabajar para alguien como Briggitte.
Toda persona que se mesclara con...
Simplemente no la quería cerca.
Mi siguiente paso era mucho mas simple. Y, desde luego, tenia que darlo sola. Eso era obvio. Para mi lo era. Y para toda persona con media neurona funcional también. Al parecer aquello era un requerimiento que Fabian no poseía. De hacerlo, no estaría cambiando tras mío como si fuéramos... ¿amigos?
La sola palabra me hizo reír.
¿Amigos?
Seria mucho mas fácil ser amigo de un cerdo, o de una serpiente.
La serpiente se hubiera ido.
El cerdo también.
Fabian no. Él se quedo.
Respire hondo. Pensando. Pensando en como sacarlo de mi camino, aunque no serviría de nada. Las palabras me estaban restringida y lo se, una persona como yo habría roto su palabra, después de todo. ¿Qué de importante era mantener la palabra con alguien inferior a un animal?
Por otro lado. No me gustaba el hecho de ir en contra mío. Para bien o para mal, me consideraba una persona leal, leal a algunas personas, a mis palabras y a mis acciones. No lo rompería por él. Por mucho que me costara.
Así que. ¿Cómo evitar que me siguiera?
La ultima vez...
La ultima vez. Maldición.
—¿Con que te amenazo mi padre para que me siguieras? —pregunte con el ceño fruncido y algo de vergüenza.
¿Cómo era posible que no me diera cuenta?
Que ni siquiera se me hubiera ocurrido.
Mi padre no se entera que hable con el señor Brown. Mi padre mágicamente deja la casa que ha estado custodiando. Me deja ir sin ningún problema. Y al llegar me encuentro con una persona que por la vía legal no tendría ningún motivo para estar allí.
Tenia escrito si nombre por doquier.
¿Cómo no me di cuenta?
—Anda, dilo. ¿Con que te amenazo esta vez? —insistí a viva voz mientras miraba de un lugar a otro.