Complicado

Capitulo 53: Un perro siempre será un perro

 

Scarlett:

Nada se me ocurrió.

De hecho, él ni siquiera se fue.

Y mis firmes intentos en alejarlo solo hicieron que alguien quisiera explotar, yo por si no se enteran.

Y así paso una, dos, tres... 

Lo ultimo que supe es que el cielo cambio de color. No era una buena señal en lo absoluto.

—¿Dormirás en la calle? —pregunto la misma horrenda voz que no había dejado de seguirme.

¿Por que rayos no se iba?

—¿Por que aun sigues aquí? —pregunte parada frente a mi casa.

Todo seguía oscuro. No había rastro de que mi padre hubiera llegado. No es como si quisiera que este aquí después de todo.

—Me arrastraste y me obligaste a obedecerte —hablo de pronto con cierta amargura, que para ser sincera me tenia sin cuidado—. Tengo que vengarme de algún modo.

—¿Y lo harás siguiéndome?

Era lo mas absurdo que había escuchado. Incluso para él.

—¿Desde cuando seguirme es venganza? —Claramente iba en modo de burla.

No solo era estúpido, era una perdida de tiempo. Una persona solo debía vengarse cuando tenia la certeza que destruiría a su oponente. Claramente no era el caso.

Dude antes de poner un pie dentro de la casa. Algo me decía que no entrara, quizá el sentido común. O quizá el hecho que salir seria mucho mas complicado.

Después de todo ya tenia su numero y donde alojaba o al menos en donde se alojo. Debía servir de algo.

—Tu odias tenerme cerca —aclaro como si hubiera descubierto la hazaña del ciclo—, prepárate para los días mas insoportables de tu vida.

Aquello me saco de mis pensamientos. Voltee mi vista hacia el cavernícola descerebrado. En serio se estaba esforzando por parecer un idiota.

—Tu en verdad enloqueciste —fue lo único que dije antes de alejarme.

Necesitaba buscar un lugar en donde dormir.

Un parque definitivamente no era el lugar indicado para mi. O para cualquier persona con dignidad.

—¿A donde vas?

Esa fastidiosa voz estaba demasiado cerca.

Él no podía estar hablando en serio. Habían cosas que eran disparates, pero esto, esto rebasaba cualquier limite, no solo era un acto idiota sino también patético.

—A ningún lado. Solo aléjate.

En serio necesitaba pensar. Idear algo. Y con don idiota detrás de mi no lograría nada. Ni siquiera podría dormir.

Mi mirada se desvió hacia el asfalto. Los autos conduciendo de un lado a otro. El rechinido de las llantas. Las luces perdidas. El agua salpicando a los alrededores.

Una idea palpitando en el fondo de mi cabeza antes de obligarme a mirar a otro lado.

Quizá si tomaba trasporte publico lo perdería.

Era mas sensato.

Pero menos divertido.

Una sonrisa maliciosa apareció en mis labios. Por primera vez en mucho tiempo estaba a gusto con aquella voz.

—Si quiera tienes un lugar a donde ir. ¿O dormirás en el parque?

Mi vista apunto hacia la pista. Esta vez con mas detenimiento.

No. No caería tan bajo.

No arruinaría mi vida lanzándolo a la pista.

Aunque no podrían culparme si lo empujaba. Yo podría aclarar que no estaba en mis cávales. Podría fingir demencia. O...

O podrías intentar algo mas creíble para que el idiota dejara de hablar.

Era una opción. También podría...

—¡¿Podrías callarte?! —grite a todo pulmón con la ira rebosante en mis venas—. En serio no te soporto. Lárgate de una vez. Quiero pensar. Necesito pensar y tu voz no hace mas que irritarme. Si no quieres que te golpee aléjate de mi.

A diferencia de lo que espere.

Una mueca victoriosa apareció en esa cosa deforme que llamaba rostro.

—Ya sabes lo que se siente —habló, casi se regodeo.

Como un cerdo en su inmundicia.

Las palabras murieron en mi boca.

Los insultos elaborados estaban en mi garganta a punto de salir.

No.

No.

No.

Yo no sabia lo que se sentía. No éramos iguales en lo absoluto. El hecho que explotara de la nada no tenia nada que ver con nada.

¿Estaba irritada? Si. ¿Estaba molesta? También. ¿Quería que lo arrollara un camión? Por supuesto que si.

Por obvias razones no podía decirle eso.

Jamás le daría la razón.

Y si tenia que fingir estar encantada con su putrefacta presencia a mi lado. Lo haría. Cualquier cosa antes que aceptar que me parezco en algo a ese inservible alcornoque intento de ser humano.

Mi intento fracaso media hora después.

Al parecer no insultarlo y ser agradable eran cosas distintas. Pues yo no lo entendía. Y no quería entenderlo.

Hasta aquí había llegado mi acto de generosidad. Pero si no desaparecía en los próximos diez minutos no me haría responsable de nada.

Al parecer alguien sabia cuando estaba sobrepasando los limites.

Si bien no se había marchado, al menos tenia el pico cerrado. Era un avance. Considerando lo tedioso que fue mantenerme callada en una situación como esta.

Para bien o para mal, se me había ocurrido un lugar donde quedarme.

No es que fuera mi lugar favorito en el mundo, pero era mejor que el piso y eso ya era algo.

—¿Qué vas a hacer aquí? 

Debí suponer que el silencio no se quedaría manera perpetua.

—¿Desde cuando son amigas?

Rodé los ojos antes de seguir caminando. Según recuerdo la rubia vivía en un hotel. Seguro no tendría problema en que me quedara. Digo ese repentino temperamento debía servirme para algo.

—¿Crees que dejara que te quedes? —insistió, de nuevo.

A este punto mi lengua estaba a punto de sangrar. En serio quería responder. En serio necesitaba ponerlo en su sitio.

—Claro —continuo el descerebrado con un tonito que me puso los pelos de punta—, como ella no sabe que eres quien publico su videí...

—¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! —chille a todo pulmón con una mirada desequilibrada—. No tienes ni idea las ganas que tengo de matarte. Si quieres seguir conservando tu cabeza deja de hablar. No estoy bromeando. Hace exactamente dos horas y cinco minutos te he tenido que soportarte. Cada palabra, cada risa y cada cosa espantosa que haces. En verdad estoy llegando a mi limite. Así que si tu meta de vida no es ser mi esclavo mas vale que desaparezcas.



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En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 21.03.2024

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