cómplices "un amor aprueba de balas"

Capitulo 1

La noche estaba más fría que de costumbre, yo frotaba mis brazos para darme un poco de calor, a pesar de que siempre iba bien abrigada, esta noche en especial parecía que el frio quebraría mis huesos, aligeré el paso pensando que ya estaba cerca a la casa, ya era bastante tarde, cerca de las dos de la madrugada y Julian mi mejor amigo que suele acompañarme a casa salió más temprano con una chica que conoció esa noche “hombre al fin”.

Las calles estaban demasiado oscuras o tal vez lo sentía de ese modo, no acostumbraba a llegar sola a casa después del trabajo así que estaba un poco sugestionada con la idea de que era peligroso el barrio donde vivía, pero sin duda alguna era lo mejor que podía pagar en ese preciso momento, giraba mi cabeza sobre mis hombros varias veces percatándome de que nadie me seguía, para cuando llegué a casa ya no tenía frio, por el contrario estaba sudando por el esfuerzo físico que había hecho  por el miedo que me produjo caminar sola.

“debes cambiar de trabajo Amelia” me repetía mi voz interior mientras me quitaba de encima toda la ropa que ya me estaba sofocando, estaba tan agotada que no me sentí en la capacidad de ponerme pijama, solo me deje el top y los calcetines, entonces me recosté en el sofá de la sala, era un poco socarrón no caminar hasta mi habitación pero en realidad no quería moverme ni un paso más, como en otras ocasiones ya había sucedido tenía una pequeña cobija de lana doblada justo en el borde del sofá para casos de emergencia.

-no puede ser Amelia… ¿otra vez vas a dormir en el soga? –refutó incrédula mi amiga Linda, que no solo era mi amiga de toda la vida sino que además ahora era mi compañera de apartamento.

-sí… -respondí con descaro. –estoy a cinco segundos de quedar inconsciente y llegar a mi habitación me tomara al menos diez. –dije adormilada.

-pero que ridícula eres mejor vamos a… -formuló burlona pero la interrumpí.

-cinco, cuatro, tres… -comencé a contar regresivamente.

-está bien…que duermas entonces. –bufó al fin resignada y dio vuelta a su cuarto.

-¡oye linda! –grité antes de que cerrara la puerta.

-¿Qué carajos quieres ahora Amelia? –bufó fingiendo enojo.

-¿sabes que te amo verdad? –dije asomándome por el borde del sofá.

-claro que si, ¿Por qué no lo harías? Si soy lo mejor que te ha pasado nena. –dijo orgullosa.

-está bien… ahora tú y tu ego vayan a dormir que tengo sueño. –dije acostándome de nuevo.

Me acomodé en el sofá enrollándome en la cobija, pero lo más extraño era que a pesar de que estaba supremamente cansada no podía conciliar el sueño, quise pensar que era el hecho de que mi nuevo trabajo como mesera del bar “media luna”, pero lo cierto era que casa vez que cerraba los ojos solo podía ver una imagen, la de ese hombre, no tenía la menor idea quien era o si quiera su nombre, solo sé que fue intimidante y sexy, ¿pero de que hablas Amelia? duérmete ya, dijo mi voz interior, a la que por lo general ignoraba, pero esta vez tenía razón, así que solo me giré abrazándome mas a la cobija quedando dormida al instante.

El ruido molesto de los cubiertos siendo agitados, la nevera abriéndose y cerrándose infinidad de veces y el tintineo de los pocillos me taladraron el cerebro hasta que por fin desperté.

-querida, ¿no quisieras tal vez hacer menos ruido? Parece que la banda Municipal ensaya en nuestra cocina. –dije aun con los ojos cerrados.

-¡oh! Lo lamento, ¿te desperté? –dijo con total sarcasmo. –olvide que duermes como indigente en la sala en vez de ocupar tu habitación, aun así recuerda que debes pagar lo mismo de renta. –añadió burlona.

-te pagaré el doble si dejas de hacer ese estruendoso ruido. –ofrecí.

Entonces solo escuche sus ruidosas pantuflas acercándose a mí, un segundo después sentí como se abalanzó sobre mí, haciéndome quejar del dolor.

-oye deja de dormir y mejor cuéntame cómo estuvo el trabajo, parece que nada bien por como llegaste. –pregunto curiosa mi pesada amiga.

-no, en realidad quisiera decir que va mal el trabajo ¿sabes? –dije porque era cierto, mis planes no eran trabajar como mesera en un bar, pero por el momento era lo único que tenia. –todo va bien, mis compañeros son agradables y los guardias se aseguran de que ningún cliente se pase de listo.

-¿entonces? Conozco era cara de “mente criminal” que tienes ahora –dijo y no pude evitar sonreír.




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