cómplices "un amor aprueba de balas"

Capítulo 16

El calor sofocante me hizo remover incomoda, pero al intentar girarme el peso de los brazos de Jack me lo impidieron, no estaba acostumbrada a dormir en compañía de nadie y aunque era bastante molesto el calor, saber que era Jack el que dormía plácidamente a mi lado era la mejor sensación, hice un segundo intento esta vez logrando quedar de frente, allí estaba dormido tranquilamente como si nada perturbara su sueño, eso me hace pensar en que a pesar de que intenta ocultarse detrás de esa postura dura y fría, por momentos logro ver atisbos de tristeza y temor que se cuela en sus ojos, haría lo que sea necesario para verlo así, como ahora para siempre.

-Cariño, estoy demasiado cómoda siendo aplastada por ti, pero creo que tenemos cosas que hacer. –digo soltándome de su agarre.

-Jamás había dormido más tranquilo, ¿Por qué tienes que arruinarlo? –se queja haciendo un mohín como un niño, lo que se me antoja de lo más tierno. –pero ya que me despertaste deberíamos quedarnos en cama, Tengo algo para ti. –ofrece mirando por debajo de la sabana.

-Que generoso eres amor, pero debo declinar tu oferta, otro día tal vez, ¡Ahora saca tu trasero de la cama! –ordeno rompiendo en carcajadas, después de rodar los ojos se levanta al fin.

Tanto la mañana como la tarde se me hace infinita, no dejo de estudiar todo acerca del plan para esta noche, afortunadamente Jack, quien salió temprano para la agencia, me llamó para decirme que la estilista de confianza estaría por llegar, afirma que ella se encargará de maquillaje, vestido y peinado, lo que en realidad agradezco porque nunca he sido muy buena en ese tema y menos para un evento de gala.

Minutos más tarde escucho golpear la puerta haciendo que me sobresalte, entonces me dirijo descalza en puntillas para atender, al abrir la puerta había un hombre de tez trigueña, su piel era más suave y tersa que la mía, sus cejas perfectamente depiladas y llevaba un extraño peinado, además su atuendo era inusualmente apretado.

-¡No puede ser por Dios! Voy a necesitar un milagro para dejarte perfecta para la fiesta. –Escupe el chico con algo de arrogancia.

-¡Perdón! ¿Quién eres? –pregunto levantando una ceja con molestia.

-¡No chica no hay quien te perdone por tan mal gusto! –responde escaneándome con la mirada. –afortunadamente soy la mejor en esto. –añade el egocéntrico y no puedo evitar notar cómo se refiere a él mismo en femenino.

-Creí que vendría una estilista. –digo imitando su mirada.

-¿Acaso no vez que estoy aquí? Y si no te importa ¿Puedo pasar? Estas cosas pesan mucho y estoy agotada. –Dice fingiendo que se desmayará y no puedo evitar sonreír, definitivamente si no fuera tan arrogante me agradaría, así que evito comentar algo mas y me hago a un lado para que entre.

-Bueno pues antes que nada mucho gusto querida, soy Felicia. –se presenta.

-Ya veo, pues soy Amelia. –Respondo indiferente. – ¿Necesitas que haga algo mas antes de empezar? –pregunto para salir de esto lo más pronto posible.

-Claro que no, parece que ya hiciste tu mejor esfuerzo. –exclama con ironía.

-¡Mira Felicia! O como sea que te llames, si quieres terminar vivo… o viva… al final del día mas te vale hablarme con mas gentileza. –advierto con desdén.

-Jack me dijo que tenias carácter nena, estabas demorada, lo siento empecemos si es que al final del día tú, quieres llegar a tu misión. –dice guiñándome el ojo.

Las horas pasan y de verdad creo que estar siendo torturada por este peli despeinado, que no hace más que mirarme como ratón de laboratorio, sus manos están por todos lados parece un pulpo que no se detiene, además parece disfrutar mi sufrimiento, ni siquiera hizo el menor esfuerzo por ocultar su maliciosa sonrisa cuando me estaba depilando y yo no dejaba de maldecir, después de manicura, pedicura, exfoliación completa, ahora lleva no se cuanto tiempo concentrado en mi cabello, lo ha cortado, tinturado y lavado, siento pánico por qué no he podido verme a un espejo desde que puso sus inquietas manos sobre mí, cuando por fin termina empieza con el maquillaje, jamás pensé que esto se demorara tanto, mi rutina de maquillaje duraba lo que este tipo tardo en desempacar su arsenal de brochas, creí que pintaría un lienzo en lugar de mi rostro.

-Bueno chica, lo más difícil está terminado, soy el mejor sin duda pero no puedo hacer milagros. –dice dándome el último toque de rubor.

-¡Que gentil gracias! –digo sarcástica mientras me giro para verme en el espejo.

-¡mierda! ¿Qué me hiciste? –pregunte al no reconocer a la chica en el espejo, pero no de una mala manera, sino porque jamás logre verme de tal forma, el maquillaje era suave, los ojos tenían un tono café ahumado que hacía que se vieran más grandes y elegantes, los labios tenían un tono cereza perfecto, el cabello estaba recogido en rizos dejando que algunos escaparan intencionalmente dándole un toque coqueto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.