Comprando un esposo

CAPITULO 1: NO TE PREOCUPES... !OCÚPATE¡

 

     A tan solo segundos de leer la nota recordatoria que le enviara su padre el gran Sr. Rodrigo Méndez a su hija Claudia, fueron suficiente para que ella palideciera y su estado anímico se fuera al piso.

- Hey, ¿qué te pasa mujer? parece que viste a tío sata, palideciste. - decía preocupada Ana.

- Más o menos, necesito tomar aire, quiero gritar, llorar todo al mismo tiempo, ya programaron la gran fiesta familiar del Clan Méndez Acuña, es para dentro de tres meses y no quiero ser el blanco de las criticas un año más, parezco una mosca en un vaso de leche, que desgracia, para completar ser la hijastra de Virginia y la hermanastra de las cuaimas viperinas de la Candy y Linda tan delicaditas ellas y yo que resplandezco con mi exceso de belleza, siento nauseas.

- Mejor sentémonos, faltan tres meses, tenemos tiempo para pensar y ver cómo vas a salir airosa de estos tres días horribles que tienes que enfrentar. El año pasado te tomaron de sorpresa y destruida porque coincidió con el primer aniversario de la muerte de tu mamá, pero este año será diferente ya verás.

- Hay amiga gracias a Dios estás conmigo, ¿sabes? desde hace un tiempo vengo acariciando la idea de presentarme ese día casada, así tenga que comprarme un esposo, pero con un apellido de su altura para callarles la boca.

Ana soltó una carcajada.

- No te rías. Contigo como amiga para que quiero enemigos.

- Perdóname fue sin querer, solo me tomaste de sorpresa, pensé que me dirías algo más fácil de digerir.

- He visto varias películas donde la protagonista alquila un novio, pero lo mío tiene que ser más permanente por lo menos de 1 a 3 años estoy en eso.

- Bueno, ¿tú eres loca?, piensa en algo con que se les pueda dar en la madre, pero no tan al extremo, me asustas.

- No Ana, a la culebra se le mata por la cabeza, necesito respirar tranquila, se llega a morir mi padre y toda esta cuerda de desgraciadas se vendrán contra mí, sabes que no me perdonan que el abuelo me haya dejado parte de su fortuna, ellas son jodedoras de oficio, solo las puede contener otras jodedoras con apellido como ellas, que sean mis aliadas. con tal de cuidar sus intereses esas defenderán los míos.

- Hay Diosito cuídanos, tundras que nadar en aguas profundas y seré arrastrada contigo porque no podré dejarte sola, no me lo perdonaría. Claudia me preocupa que te enamores.

Ana Sánchez era su mejor amiga, de tez morena, alta, esbelta, de cabellos negros y largos, no tan agraciada de cara, pero nada que un buen maquillaje no pudiera arreglar, se conocieron en el primer semestre de la universidad en la carrera de Ingeniería Industrial, de la cual esperaban graduarse en 4 meses, provenía de una familia de clase media emergente, muy inteligente, observadora e incondicional con Claudia.

Claudia Méndez Castañeda era una morena buena moza, su tez era un tono más oscura que la de Ana, Cabellos negros crespos y abundantes, de facciones delicadas, el negro intenso de sus ojos y de labios carnosamente delicados, estatura promedio y lo que ella llama exceso de belleza es porque usaba talla 12 sobrepasando el porte de mises de sus hermanastras, Alis su madre, siempre le decía que saco el físico de sus tías maternas ya que por el lado de su padre las mujeres eran delgadas, pero que nunca tomara esto como pretexto para no verse bien y avergonzarse, su complejo eran sus manos ya que no eran delicadas y la palma de estas no eran suaves por más que se esforzara aplicando cremas, pero al estrecharlas demostraban firmeza, seguridad y confianza.

Claudia respiró profundo y tomó su celular.

- ¿A quién llamarás?

- Ana estoy decidida, dejare de preocuparme y empezare a ocuparme, hablare con Dr. Pérez, es un buen abogado que anda metido en todo y conoce a todo el mundo, así que necesito un marido y pronto, que sea de buena familia y esté quebrado o en graves problemas financieros para que acepte sin tanta complicación.

- Amiga démonos el tiempo de explorar otras ideas. - refutó Ana.

Sin más, Claudia hizo la llamada que cambiaría su vida.

- Aló, Dr. Pérez, es Claudia la hija de Rodrigo Méndez, ¿continúa aquí en la Universidad? me urge hablar Usted personalmente.

- Si voy de salida, no tengo problemas dame unos minutos y nos vemos en la cafetería.

El Dr. Juan Pérez, era decano de derecho en esta facultad, hombre blanco de unos 60 años bien llevados, alto de buena contextura, jovial, ya el tiempo había pasado por sus cabellos dejando su huella, se acercó a la mesa de las muchachas, habían escogido la más alejada para tratar de que ajenos no escuchen la conversación.

- Bienvenido profe, saludaba Ana y Claudia tendiéndole la mano.

- Muy buenos días chicas, tan bellas como siempre. -Se dibujaba una amplia sonrisa en su rostro, la simpatía por ellas se sentía en sus palabras.

- Buenos días profe, tengo que plantearle una situación y necesito su ayuda, consejo y discreción absoluta, iniciaba Claudia.

- Bueno así será, cuenten conmigo, díganme porque ahora me tiene intrigado.

- Profe necesitamos saber cuáles de las familias afiliadas al club están pasando por problemas de quiebra o mala situación económica, quiero hacer una inversión, pero, ahí viene lo bueno, necesito que tengan un hijo mayor de veinticinco años soltero con el que me pueda casar y rápido.




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