Comprando un esposo

CAPITULO 6: QUIEN A BUEN ÁRBOL SE ARRIMA BUENA SALUD LA COBIJA

La Sra. Ubalda decidió habilitar el tribunal para su casa, el Dr. Pérez tomo las precauciones necesarias, Claudia condujo hasta la casa de sus suegros, Keren la seguía en su auto.

Al legar fue recibida por el Sr. Benedetti y la Sra. Ubalda, quienes le dieron la bienvenida y un beso en la mejilla, más adelante estaba su nueva cuñada Ángela y su familia, el juez ya había llegado con el Dr. Pérez y Ana, Keren entro y guio a Claudia para que se cambiara los zapatos a una de las habitaciones del primer piso, en pocos minutos estaban de vuelta en el salón donde tomaron sus puestos para iniciar la ceremonia.

El Sr. Benedetti entrego la pequeña caja con los anillos a su hijo, su regalo de bodas, eran dos sortijas espectaculares una combinación de oro blanco con amarillo, la de Claudia tenía un pequeño diamante incrustado, su suegra las había escogido.

 Keren tomo la mano de Claudia y coloco su argolla, - le quedo un poco floja, sonriente le dijo: - te prometo que mañana lo solucionaremos-  Claudia hizo su parte y le coloco la argolla a su nuevo esposo. Ya habían sido declarados marido y mujer, se dieron un corto beso, definitivamente los presentes y los novios estaban emocionados. Después del acto, todos pasaron a la mesa, La Sra. Ubalda se había lucido preparando un desayuno diferente por ser una hora poco usual, los comensales estaban complacidos, prometieron reunirse próximamente para cenar.

Ana acompaño a los recién casados a una sesión fotográfica donde ella también posaría, pasaron un rato agradable. Claudia seguía a Keren en su auto rumbo a su futura casa.

Claudia bajo del auto un bolso con varias prendas de ropa y zapatos, quería sentir esta casa como su hogar, que Keren sintiera su presencia así ella no estuviera.

- Cámbiate de ropa, usa esta habitación.

- Ok, no demoro.

Keren utilizo la otra habitación y se cambió rápidamente, usaba un short playero, una franela blanca cuello redondo manga corta y unas pantuflas negras, salió a la cocina dejando en la puerta de Claudia un juego igual de pantuflas. Claudia usaba un short corto de algodón rosa y una camiseta fondo blanco con lunares rosa, se había soltado sus crespos, los peino de medio lado con sus dedos, llevaba la pinza para sujetar su cabello prendida del borde de la camiseta. Se puso las pantuflas y tomo un lugar en la barra. Del otro lado Keren servía dos copas de vino tinto, acercándole unas pasa paleras con pistachos y maní.

- Ven vamos a brindar, por nosotros, por una vida juntos, Claudia te repito, siento que te conozco desde siempre, entiéndeme pase lo que pase entre nosotros en estos tres años primero que todo seremos amigos. Ahora estamos bien como si fuera una luna de miel pero pronto vendrán las dificultades, los problemas, los chismes, los celos, desavenencias, la intervención de las familias y demás, amiga esto funciona si los dos queremos que funcione, si caigo tendrás que ser valiente porque debes estar ahí para ayudarme a levantar y si caes yo debo estar ahí para levantarte, no quiero mentiras ni grandes ni pequeñas, me dices la verdad por cruel que sea, los malos entendidos se aclaran a tiempo, no los dejes correr, me puedo molestar, enfurecer, como sea, pero los dirás a tiempo, para que entre los dos lo resolvamos ok, dime que si entiendes.

- Si entiendo. Bueno mientras no que funcione como el embudo todo está bien, - sonreía- sabes que me estoy enamorando se ti, no eres ciego, en tres años veré que hago con mis sentimientos, pero quiero que respetes lo que siento por ti ok, serás libre de amar pero ahora no. te seré fiel porque no voy a exponer tu reputación, la de tu familia ni la mía y menos la de mi padre.

- Bueno creo que era lo que faltaba por definir, ven brindemos – mientras Keren alzaba su copa- trae la botella vamos al sofá, ¿qué hacemos?, ¿jugamos o vemos una película?

- Me voy por la película, las de ese grupo no las he visto selecciona una. – decía Claudia mientras se acomodaba en el sofá. Estaban terminando su primera botella de vino, la sentía un poco inquieta, era la segunda vez que le preguntaba si estaba cómoda con él, ella contestaba que sí.

- ¿Claudia tienes miedo de entregarte a mí?

- No. discúlpame si te incomode, si quiero estar contigo, pero que sea especial, que me trates diferente a las demás. - Keren no contuvo su risa.

- Tu si eres exigente me sales con una cosa – mientras, se levantó para descorchar la segunda botella y volvió al sofá, - ok, ¿dime que más?

- Te tengo un regalo a cambio. – Keren aún estaba risueño, le alcanzaba su copa mientras bebía de la suya– te daré mi pureza.

Keren perdió la sonrisa.

- Hey ¿que dices? ¿Verdad? – acomodándose en el sofá – tu no rompes un plato, rompes la vajilla completa.

- Si, bueno que quieres que te diga, no tuve con quien, se supone que debe ser algo lindo con una persona especial, que nunca llego y cuando salí a buscarla no funciono hasta que apareciste tú.

Realmente había sorprendido a Keren, no se lo imagino y de aquella chica que estaba dispuesta a luchar contra todo para comprar un esposo, no lo podía imaginar, a la vez se sintió afortunado, el destino ponía en sus manos esta chica que podría ser la madre de sus hijos que más podría pedir, decidió olvidar que pasaría en tres años.




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