Comprando un esposo

capitulo 14: COMO EL AVE FÉNIX LEVANTÁNDOSE DE LAS CENIZAS

Capitulo 14

 

COMPRANDO UN ESPOSO

- Amor no te preocupes, sabes que te quiero, eres mi rubia hermosa, cálmate ¿dime dónde estás? Te pasaré buscando, iremos donde quieras sabes que estoy para ti, te lo prometo es cuestión de días para que el divorcio salga, como quieras nos iremos del país para que estés tranquila, te amo, que no haría por ti, te repito con Claudia es solo negocios.

Claudia no podía creer lo que escuchaba - Keren se iría con Camil, la amaba, era solo negocios, todo era mentira y ella sabe que su matrimonio era un negocio, su cabeza era un remolino de preguntas y sentimientos que no podía organizar. Se retiró en silencio, al bajar las escaleras sentía que caminar no servía de nada, hecho a correr calle abajo hasta quedar sin aliento, devastada tomo un taxi de regreso a casa, quería llorar, pero no podía. Al llegar a casa ya estaba decidida, se iría, no podía continuar así, otra vez no, ¿cómo Keren era capaz de hacerle esto? recogió un poco de ropa en su maleta, su caja de los recuerdos y partió.

Keren miró el reloj ya era medio día, pasaría buscando a Claudia y la llevaría a almorzar, al bajar las escaleras coincidió con el vigilante:

- ¿Se retira ya Sr. Keren?

- Si esta bueno por hoy.

- ¿La Sra. Claudia se queda?

- ¿Claudia?

- Si ella vino a media mañana, estuvo hablando un poco conmigo, ¿no la vio?

- No, no la vi – ¿y por qué no llego a mi despacho?  ¿cómo no pudo verla venir? ¿en qué momento no vio el pasillo? ¡La conversación con Camil!

Keren llamo a Claudia continuamente pero no le contesto el teléfono, cuando llego a casa no estaba el auto, se había ido, entro a la casa y reviso, parte de su ropa no estaba, se sintió morir.

Hacían cuatro semanas desde que Claudia había alquilado una cabaña a la orilla de la playa, ya no lloraba, se había cansado de hacerlo, en uno de los recorridos al mercado del pueblo cercano acepto un perro en adopción, se lo ofreció una joven pareja porque se mudaban de ciudad y no podían llevarlo, Suky era su nombre, un pastor alemán de dos años, de hocico y orejas negras al igual que su lomo y cola, el resto de su pelaje era de un beis tostado , muy cariñoso, se adaptó a Claudia con facilidad, era su nuevo compañero de vida.

Tres veces por semana la visitaba Rafael, el profesor de pintura del pueblo, le había contratado, era una persona muy instruida y viajero incansable, haciendo de sus conversaciones un grato momento de aprendizaje, algunas veces le invitaba a almorzar. No recibía llamadas, mantenía su teléfono apagado, lo encendía unos minutos para saludar a su padre, a Ana, a Alfonzo y al Sr. Benedetti, nunca preguntaba por Keren, ¿para qué? Prefería ver sus fotografías, hacerse a la idea que había muerto, su corazón estaba destrozado, le había mentido una vez más no la amaba, al creerle lo muerto era más fácil buscar su mirada en las nubes, cada vez que se acostaba sobre las blancas arenas a la orilla de playa.

Algunas veces cuando decaía su voluntad, sintiendo que tocaba fondo buscaba refugio en su aroma, el aroma impreso en la franela de Keren que se había venido entre sus cosas, se le había hecho una realidad las palabras del Sr. Benedetti "en el juego como en el amor el que más apuesta más pierde," no le importo, sabiéndolo aposto a amar, la reconfortaba haber experimentado ese sentimiento, recordaba que tan solo dos años atrás le preocupaba no llegar a sentir estas emociones por nadie o descubrirlas en un hombre ajeno, porque no podría soportar el no disfrutarlo con intensidad.

Con Keren vivió más un año de amor intenso, se entregó sin restricciones, cuando el deseo los poseía se dejaba moldear a su antojo y su amor la embriagaba, a veces abrigaba la ilusión que al terminar los tres años se quedara a su lado, pero las cosas no salieron según lo planeado, en su nueva rutina diaria del sufrir solo un momento, respiraba profundo dándole gracias a Dios por todo lo que le había dado, mirándose al espejo acariciaba su vientre sabía que pronto vendría su hijo y en él volcaría todo su amor y las esperanzas de una vida mejor.

 Los ladridos de Suky anunciando que se acercaba alguien la sacaron de sus pensamientos, con lento caminar se acercaba Juan el casero:

- Buenos días Sra. Claudia- decía con voz pausada.

- Buenos días, ¿y usted por aquí?

- Vengo a informarle que las cabañas adjuntas serán ocupadas esta tarde, para que por favor no se asuste, será por una semana.

Claudia venía de su larga caminata diaria, a paso lento como queriendo retrasar el tiempo, en el horizonte el sol se perdía poco a poco en las aguas del mar, entregada a sus pensamientos, con su cabello suelto sujeto a la voluntad de la brisa, un cesto lleno de pequeñas conchas en la mano que se enredaba con flecos de su largo vestido blanco de gaza, llevaba su mirada perdida al frente.

Por el contrario, Suky era un derroche de energía pura, iba y venía alrededor de Claudia, ladraba y jugaba con el devenir de las olas en la orilla de la playa. Keren observaba la escena como si lamentara no ser parte de ella desde un lado de la carretera mientras conducía, aún faltaba más de un km para llegar a las cabañas, sin pensarlo un poco se estaciono y descalzo corrió a darle alcance.




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