Damian
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
«Que me den en la cabeza a mí». Tuve que pedirle ayuda a su hermana para inventar una excusa creíble a mi madre, todo para poder traerle ropa a Bea. Por supuesto que no podía volver así a su casa, por lo que no me quedó más remedio que decirle a mi madre que se quedaría en casa con su hermana. Y, como era de esperar, le encantó mi grandiosa idea.
Todo, solo para cubrir la estupidez que hizo, bebiendo lo que no debía. Por supuesto, no quería hacer esto solo, así que llamé a Jude. Él es mi amigo, pero no le van para nada estas fiestas. Y es preciso con él con quien estoy mientras espero que Bea esté presentable, aunque no me quejo de que haya usado mi camisa.
Aún estoy tratando de entender qué se hizo, porque cada vez me convenzo más de que de fea solo le queda el genio.
―¿Cómo pudiste traerla aquí? ―me inquiere Jude.
Pongo mi mejor cara, porque por primera vez estoy de acuerdo con su regaño. Lo que me hace pensar que debí esperar para que fuéramos al zoológico.
―¿Puedes detenerte un poco? ―pregunto, intentando sonar calmado, y él arruga su cara.
―Me prometiste que no le harías daño, Dam ―me reclama.
―No le he hecho nada.
―Pero ibas a dejar que otros sí lo hicieran. Sabes que Reynolds ni sus compinches son de fiar.
Pongo los ojos en blanco. Mi amigo a veces se parece a una vieja regañona. Los otros siempre me preguntan por qué me junto con alguien tan ñoño, desabrido y con un sentido del deber que raya en la ridiculez; sin embargo, solo hay una respuesta: familiaridad, fraternidad y, sobre todo, lealtad.
Jude es hijo del secretario de mi padre, y gracias a lo cerebrito que es, pudo entrar a estudiar en la misma academia que yo. Sin embargo, su origen de clase media era una diana constante en su trasero, lo que hacía que sufriera toda clase de ataques por parte de mis demás compañeros y estudiantes de nivel superior. Era un blanco fácil por lo que no podía hacer nada, menos quejarse o corría peligro de que le quitaran su beca. Lo terminé defendiendo, y dado que tengo mucha influencia por nuestra cercanía con la familia real, nadie se atrevió a hacerle una broma más.
Admito que nunca fue mi intención meterme en esas tonterías, pero Jude fue asignado como mi tutor y mi padre prácticamente me obligó a velar por él. Y es así como su tragedia nos hizo muy unidos.
―De ninguna manera. Solo quería ver si se asustaba y corría a esconderse en mi espalda como lo hacías tú, ¿recuerdas? Pero hizo todo lo contrario.
Jude me mira arrugando el ceño.
―De todos modos, sabes que ninguno de ellos es un santo y al igual que tú solo les gusta pasar el rato con chicas inocentes.
―Bien, ya basta de sermones. Bea y su hermana se quedarán en casa y mañana irán con nosotros a la villa. También estás invitado, así que puedes hacer tu sueño mojado realidad.
―Quieres dejar de burlarte.
―No dijiste que era el amor de tu vida.
―¡Basta, Dam! ―masculla con el rostro colorado.
¡Qué demonios! Mi amigo me hace reír. Y de todos modos también vendrá porque mi padre lo necesita para trabajar algunos asuntos. Miro hacia la entrada de la casa y Bea y su hermana media vienen hacia nosotros.
―Beatriz es preciosa, ¿verdad? ―me dice al ponerse a mi lado.
Prefiero no opinar, y aunque debería pensar que se ve horrible con la ropa que trae puesta, no luce nada mal la condenada.
―¿Y bien? ―me encara, inclinándose hacia mí, cuando llega a donde estamos―. ¿Me vas a explicar por qué no puedo volver a mi casa?
―¿Y lo preguntas?
―Podría echarte la culpa y confirmar que eres un peligro para mí.
¡Cielos!, esta mujer. Sin embargo, tiene razón, así que tengo que serenarme.
―Solo iremos a la villa a pasar el fin de semana. Tomar aire fresco le hará bien a tu cerebro. Además, mi madre está encantada con la idea ―suelto todo antes de que me reposte.
―Si crees que así vas a convencerme...
―No lo intento, pero es lo mejor para ti.
―Sí, claro, seguro debes estar asustado de que una campesina te arruine la reputación.
―Deberías ser razonable, porque si quieres acabar con este compromiso tanto como yo, ese no es el camino. Eres más inteligente que eso, ¿verdad?
―Dam tiene razón, la villa es un lugar increíble para vacacionar ―interviene Jude, mostrándose amable con ella.
―¿Y este bobo quién es?
Quien pregunta es la hermana de Bea, de quien ya me he dado cuenta de que tiene un humor bastante ácido, además de que parece que le gusta el dinero. Tuve que sobornarla con una buena cantidad para que aceptara el plan del viaje de fin de semana como chaperona de Bea.
―Es un buen amigo de mucha confianza ―respondo.
Ella junta sus cejas, mirándolo con cautela.
―¿En serio eres su amigo? ―le pregunta Bea, acercándosele, y él se pone más blanco que un papel.