Compromiso De Élite

5

POV ALESSANDRO BELMONTE

¡Ah, Florencia! La ciudad del arte. Aquí estoy, intentando sortear montañas de papeleo relacionadas con las inversiones de Belmonte Finanze e Investimenti en el refulgente mundo de la moda. Llevo casi una era aquí y estoy al borde del ataque por esta burocracia interminable. ¿Acaso el mundo se detiene cada vez que necesito una firma?

Milán me espera con un trato importante, pero también tengo otro asunto en mi mente: asegurarme de que Isabella esté siguiendo su entrenamiento al pie de las instrucciones. Bueno, en realidad, no solo por eso. Estoy a punto de saltar de impaciencia por llevarla a cenar.

Imagino una velada romántica con velas, rosas y alguna música de fondo. Suena idílico, ¿verdad? Como un capítulo sacado de uno de esos libros románticos que tan de moda están en estos tiempos. Pero, vamos, me río solo de pensar en tener que asumir el papel del de un ‘Príncipe’ para impresionarla.

En fin, lo que sea que ella quiera. Total, mientras no me estanque en la categoría de "amigos", ¡yo firmo!

 

POV ISABELLA STERLING

Me he adentrado en el torbellino del entrenamiento intensivo en Belmonte Finanze e Investimenti S.P.A. En mi primer día, Richard Belmonte me llevó de paseo por la oficina, presentándome a todos los jefes de departamento. Todos se mostraron amigables, mostrando un entusiasmo desbordante por tenerme en su equipo. Además, me bombardearon con información sobre la visión, la misión, políticas y procedimientos, dejándome mareada de tanta información.

Richard me aconsejó que me sumergiera en los objetivos de cada área. Así que, al día siguiente, me encontré en el Departamento de Recursos Humanos, siendo el centro de atención. Todos parecían genuinamente interesados en mi vida personal, sedientos de chismes y, por supuesto, en mi relación con los Belmonte, especialmente con Alessandro.

—¿Segura de que nunca hubo nada entre ustedes? —interroga Leonor, una especie de gurú de la tecnología, con su curiosidad a cuestas.

—¡Ni de cerca! —respondo con honestidad.

—¿Qué, nunca te ha echado un ojo? Imposible. ¡Eres un bombón! Seguro estás en el top de su lista en este momento —suelta Paola, una empleada mexicana de Recursos Humanos.

Les lancé una mirada interrogante y negué con la cabeza.

—Exactamente. Así que mantén los ojos bien abiertos, porque le gustan las chicas como tú. No querrás ser tratada como un trapo, ¿verdad? —dice Hannah, que parece sacada de una pasarela. Ella parece escrutar cada centímetro de mi ser.

—Oh Hannah, cómo atacas. Pero, chicas, admitamos que ¡él está de muerte! Para mí, trabajar sin cobrar un centavo es viable si implica tenerlo en mi lista de contactos nocturnos —Rossi, quien parece llevar un embarazo de varios meses, se parte de risa.

—¿Qué? ¿Embarazada, con marido nuevo y aún suspiras por el Señor Belmonte? ¡Chica! ¡Tienes el termómetro a punto de reventar! —suelta Marco Moretti, el único chico del departamento, y todos se ríen a carcajadas.

Al día siguiente, me uno al departamento legal. Llego temprano, ¡y sorpresa! El jefe, el Señor Mateo Ricci, me gana la partida y ya está enfocado en su despacho ¿Es que acaso duerme aquí?

—¡Buenos días, Señor Ricci! Soy Isabella Sterling. Nos presentaron el otro día —lo saludo, dejando mi taza de expreso sobre su mesa y extendiendo mi mano, esperando nerviosamente a que la estreche.

—Buenos días, señorita Sterling —se levanta y estrecha mi mano con toda la formalidad—. ¿O prefieres Isabella? —levanta las cejas, ¡qué caballero!

—Por supuesto, Señor Ricci —mi rostro parece una rosa en pleno florecer. ¡Es guapísimo! Un tipo con cabello oscuro y ojos azul marino.

—Solo Mateo, por favor —dice con una sonrisa, que, para ser sincera, es bastante encantadora. ¡No puedo quitarle los ojos de encima!

—Sí, ehm... Mateo.

Él se divirtió con mi respuesta.

—El Supervisor, este... —hace una mueca como quien trata de recordar un nombre—. Luca Mancini, te guiará por el recinto de oficinas y te pondrá al día con lo que hacemos por aquí.

—¡Estupendo! Estoy emocionada por empezar —respondo, mirándolo fijamente. Luego, sin pensarlo, tomo un sorbito de mi taza de expreso.

—¿Te gusta el capuchino, Isabella? —ríe con un tono seco y cínico.

—Umm... no mucho, es solo... uhm… no es mi preferido —murmuro, intentando pasar el mal trago. Otra probadita y... ¡Oh no! Esto no es un expreso. Otro sorbito... y otro... no… esto es capuchino.

Luego, por si fuera poco, descubro un nombre escrito con tinta negra en la taza que sujeto: 'Mateo'.

Mis ojos se abren como platos. ¡Mierda! Ahora todo se puso incómodo.

 

 

Luca Mancini, el supervisor, resultó ser un alma alegre, extrovertido y sumamente amistoso. Me dijo que todos los abogados estaban solteros. Según él, los abogados son como mariposas, vuelan de una flor a otra. Y por supuesto, su jefe, el Señor Mateo Ricci, también estaba en la lista.

Al día siguiente, me sumergí en el Departamento Financiero. La jefa, la señora Laura Conti, y sus empleados estaban tan concentrados que solo se oía el tecleo en los teclados. Este era el epicentro, el lugar más movido. Me enseñaron sobre inversiones, análisis financiero y contabilidad, pero en versión "Finanzas para principiantes". Sumergirme más habría requerido una enciclopedia completa.

En mi último día de la semana, aterricé en el Departamento de Negocios. La mayoría eran hombres, siempre bromeando y charlando. Me fastidiaron y hasta tuvieron la osadía de lanzarme piropos. Descubrí que su labor era encontrar oportunidades de crecimiento, análisis de mercado y cerrar negocios. Cosas que no me interesó mucho.

El viernes por la noche, Luca Mancini, el supervisor del equipo de Marketing, decide rescatarme del aburrimiento televisivo en mi hotel. Es mejor correr el riesgo de ser parte de algún desastre que seguir memorizando los diálogos de programas que ni siquiera me interesan.




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