Querido Tao:
No puedo creer que dejaras que tu sobrina ultrajara mi libro favorito de la manera en la que lo hizo. Te juro que quise arrancarte la cabeza del cuello en cuanto me lo dijiste, te pedí que por favor lo cuidaras y no lo hiciste, ahora honestamente dudo que pueda confiar en ti. Rompiste una promesa simbólica que significaba mucho para mí, más que molesta por los daños físicos a mi libro, estoy decepcionada, te di a cuidar algo que me importa mucho y no lo cuidaste bien, para ti a lo mejor es solo un libro, pero se sintió como si te hubiera dado una parte de mi espíritu para que estuviese contigo por siempre y tu la hubieras destruido. Me dolió, mucho.
No obstante, me hiciste saber que te sentías pésimo por lo sucedido y hasta te ofreciste a comprarme una nueva copia del libro, razón por la que parcialmente te perdoné, además, realmente leíste el libro, que era lo que yo quería y además te viste la película, que también es de mis favoritas.
Al final, cuando me lo entregaste, me di cuenta que aunque mi bebé estaba maltratado no fue tan grave como lo imaginé, y para calmar la angustia que en tus mensajes y en tu rostro al mirarme, decidí dejar ir el enojo y pedirte que olvidaras lo de darme otra copia y más bien acepté tu invitación para ver una película juntos en mi casa, ya que en tu casa no podía ser porque me daba pena ir y además, por más encantada que esté mi mamá contigo, no me daría permiso.
De cualquier forma, el día que acordamos ver la peli me puse tan nerviosa, creo que por primera vez me preocupó el estado de limpieza y orden en el que se encontraba mi casa, y yo misma. Antes de que llegaras me lavé el cabello, los dientes, me vestí lo mejor que pude al mismo tiempo tratando de parecer como si no me hubiese arreglado para nada y hasta me puse perfume.
Hice todo lo posible para que todo estuviera en su lugar y listo en todo sentido para vernos la película, hasta mi familia pareció notar mi nerviosismo porque cada uno se ocupó en sus asuntos, por ejemplo Maya se llevó a Jonah a su habitación, junto con mi pequeña sobrina para que ninguno de los dos fuera a fastidiarnos tal y como yo en el pasado los fastidiaba a ellos cuando se reunían en casa. Hasta dejaron la sala despejada para que los dos pudiéramos ver la película.
No fue hasta que ambos estuvimos en el mismo espacio, que pusiste tus pies dentro de la sala de mi casa, que el universo conspiró en nuestra contra; el computador no leyó la película, el internet se cayó lo que nos impidió buscar otra, mi computador empezó a fallar y luego, cuando todo se normalizó, se fue la luz y tú papá te llamó por teléfono para que fueras a ayudarlo en el restaurante, de modo que la película y nuestro memento juntos quedó en las ganas.
La decepción de ambos fue monumental, recuerdo la sensación de tristeza y frustración que me abordó y la mirada de nostalgia que me diste luego de tener que decirme que debías irte, aunque habías prometido pasar la tarde conmigo.
Lo único bueno de todo eso, fue el hecho de que me agarraste la mano y me diste una de las sonrisas más bellas y cálidas que jamás he recibido en mi vida. Era la primera vez que tenías el valor de hacer un gesto como aquel y con el sentí una punzada hormigueante en el corazón, una corriente eléctrica que me puso medio tonta el resto del día.
Sabes, ahora que lo pienso, es un poco loco el hecho de que después de los acontecimientos del regalo, el evento en la iglesia y los chat esporádicos que tuvimos, nos volvimos a acercar por el arreglo de mi computador. Ese tonto computador que tanto se ha descompuesto, terminó siendo el causante del desarrollo de los siguientes capítulos en nuestra historia.
Sucedió que a unos meses de haber comprado mi computador, le salieron unas líneas en la pantalla, así que como aún tenía la garantía vigente lo mandé a revisar. El problema es que se pasó alrededor de un mes en el que recogían, arreglaban y devolvían el computador a mis manos y cuando finalmente lo tuve de vuelta, además de cambiarle la pantalla por una nueva, le cambiaron el sistema operativo de Windows a Ubuntu y ninguno de los archivos o aplicaciones era compatible con otros computadores, lo que no me permitía compartir documentos de la universidad con profesores o compañeros.
Por esto, en vista de que no permitiría quedarme otro mes sin computador y necesitaba volver a mi antiguo sistema operativo, te escribí con el fin de que vinieras a reconfigurar mi computador. Y tú aceptaste, pero como no tenías internet en tu casa, parte de la reparación del sistema operativo lo hiciste en la mía, y fue así como empezó la química entre los dos.
Al principio yo solo me mostraba atenta contigo para impulsarte a que hicieras un buen trabajo, cada vez que llegabas a mi casa te ponía un abanico a tu disposición y muchos vasos de agua, gaseosa o jugo, y adicionalmente me sentaba junto a ti a observar las miles de cosas que hacías mientras sacaba temas de conversación. Sin embargo, cuando ya mi computar estuvo arreglado, seguí siendo amable contigo y nos mantuvimos en contacto, aunque me había parecido un poco costoso el arreglo.