Querido Tao:
Volver a escribir estas cartas me ha hecho pensar muchas cosas, sobre lo que sucedió entre los dos, y muchas más en general, analizo a detalle la versión de mi misma del pasado y la comparo con mi versión actual, con mis nuevas formas de pensar y la madurez y seguridad que he adquirido, hasta me pongo a detallar cosas en las que no puse atención en ese entonces...
Sucedió que días después de la cita, la química entre nosotros se volvió más intensa en cierto modo, tú cada vez eras más afectivo en tus mensajes, intentado ser lo más romántico que podías, y yo por mi lado, empecé a abrirme más contigo. Especialmente porque Maya y Jonah se habían dedicado a molestarme todo el tiempo por salir contigo, me hacían bromas cada vez que me veían pegada al celular, o me lanzaban miraditas si tu pasabas en tu moto por el frente de la casa, me molestaban con frases como:
“El que persevera alcanza, ojalá logre algo porque sí que se está esforzando, no sabe ese pobre hombre con quien le tocó lidiar" − Jonah
“No seas demasiado dura con Kilos de ternura, se nota que esta loquito por ti" − Maya
“Por fin tienes novio, ya pensaba que eras del otro equipo" − Jonah
Estúpido Jonah, odiaba sus comentarios, especialmente porque a él que infiernos le importaba si yo era gay o no. Como sea, el punto es que decidí que si de todos modos iba a aguantarme todo eso, entonces lo mejor era disfrutar del asunto, hacer que valiera la pena.
Desafortunadamente nuestros momentos solo ocurrían por mensaje, nuestros acercamientos y el cariño crecía gradualmente, pero solo por redes y eso empezó a molestarme un poco. Quería que tuvieras el valor de decime todas esas palabras hermosas y expresarme todos tus sentimientos frente a frente, mirándome a los ojos, pero eso no pasaba cuando nos veíamos. Tú seguiste comportándote igual de nervioso que antes de salir, y yo no encontraba la manera de acercarme. De hecho, recuerdo que cuando me veías en la calle, pasabas junto a mí en tu moto sin siquiera mirarme y cuando llegaba a casa encontraba un mensaje tuyo en el chat diciéndome que me acababas de ver y que me vía preciosa, eso me irritaba no sabes cuánto. Sentía cómo si yo fuera la que te avergonzaba. A no ser que trataras de no llamar la atención de nuestros vecinos hacia nosotros, pero si ese era el caso, una sonrisa, un “Hola” o un “buenos días” era suficiente, eso era lo que yo hacía cuanto te veía.
Tal vez no te lo dije, siempre me ha costado ser afectiva con las personas, aunque las quiera mucho, pues en mi familia es poco común que nos estemos dando muestras de afecto físicas o verbales, así que siempre esperaba que tomaras la iniciativa, que me tomaras de la mano, me abrazaras, me besaras la mejilla o algo así, para yo hacer lo mismo o más, pero nada de eso pasaba.
Sé que al principio me ponía muy histérica cuando sentía que ibas muy rápido o invadías mi espacio, sin embargo, luego de la cita hablamos acerca del tema por días y te di carta blanca para todo tipo de afectos, recuerdo que hasta te di autorización para besarme, puesto que sabía que sentía que era yo quien te reprimía en la relación negándome a todo, hasta a aceptar tus detalles.
Y fue así por un tiempo, pero se debe a que eras la primera experiencia que yo tenía de este tipo, y esperaba que me tuvieras un poco de paciencia pues habían muchas cosas que no sabía hacer o me asustaban. En cambio, para ti nada de esto era nuevo. Tu habías tenido varias novias y encuentros con chicas, tú mismo me lo contaste, así que no entendía muy bien porque conmigo era diferente, porque yo te hacía sentir tan nervioso y acobardado.
Recuerdo una noche en particular, en la que tuvimos una extensa conversación a las dos de la mañana. Todo empezó con unas preguntas que te hice con respecto al sexo, lo cual te sorprendió pues al parecer me creías demasiado inocente para hablar del tema, así que además de explicarte que a pesar de ser virgen era muy curiosa y no me daba pena preguntar o hablar de temas al respecto con mis amigos, terminé contándote acerca de mis más oscuro secreto, que para seguir llamándolo secreto debo omitir en estas cartas pues no sé en qué manos podrían terminar, y tú por otro lado, me contaste sobre tus experiencias amorosas y sexuales.
Me contaste que por estar gordo muchas chicas te habían rechazado, entres esas estaba yo y eso había bajado tu autoestima, sin embargo cuando decidías ir tras una chica sacabas todo tu arsenal, y gracias a ello habías tenido varias novias, no recuerdo que mencionaras a alguna en particular. Hablamos de los primeros besos, te dije que el mío se lo había dado a un primo y te conté que fue una locura, el tuyo creo que lo diste jugando a la botellita, si no es así como lo recuerdo, perdón.
También me hablaste sobre tu primera vez, y fue aquí donde se puso interesante todo. Supe que fue con una muchacha del pueblo de tus padres, quienes habían decidido ayudarla en un momento de necesidad y le pagaban por cuidar la casa y ayudar en el restaurante. Dicha mujer, se quedaba a dormir en tu cuarto, y se propuso a seducirte noche tras noche hasta que te convenció de que tuvieras relaciones, sin importar que tú fueras un adolescente y ella te sobrepasaba en edad al menos por cinco años.