Querido Tao:
Ha pasado un poco más de un mes desde la última carta.
Luego de pedirme ayuda para que corrigiera la ortografía de tu canción, la que le escribiste a una chica desconocida y por la cual me sentí celosa, tú me escribiste, y hemos estado chateando desde entonces.
Sucedió que yo escribí un micro cuento para un concurso de una aplicación de escritura, basado en nuestra primera cita y publique el link del relato en mis redes sociales para que todos mis contactos votaran por este y así intentar ganar 50€. Lo llamé “una cita no tan romántica” y fue un relato corto que me permitió desahogarme acerca de cosas que sentí y pensé pero que nunca dije, solo que con un toque de humor que hiciera más llamativo el micro cuento para los lectores.
Mi intención no era que lo leyeras, pero pase por completo en alto que tú estabas en todas mis redes sociales, de donde tomaste el link y lo leíste. El caso es que las no más de 500 palabras que escribí nos hicieron hablar sobre nosotros, nos sinceramos acerca de muchos de los momentos vividos y de cierto modo, ese pequeño acto, la libertad con la que hablamos al respecto me hizo sentir una llama de ilusión.
Literalmente hablamos acerca de todo nuestro pasado, desde el regalo en adelante, toda la historia que hemos estado construyendo juntos, incluso tuve que buscar fotos en mi Facebook para recordar algunas cosas. Fue interesante saber que te acordabas de tanos detalles, incluso muchos que nunca note o no recordaba, como la carta que te envié. Lo que había sucedido entre nosotros se sintió como un noviazgo de años por lo que vivimos pero lo cierto fue que ni siquiera alcanzamos a formalizar nuestra relación y eso juega en nuestra contra cada vez que hablamos del pasado. Se siente como una herida abierta, una puerta cuyo cerrojo nunca existió y por eso no puede ser cerrada.
También fue divertido, lindo y al mismo tiempo me dio miedo porque tú hablabas en pasado, “me gustabas” y yo hablaba sobre el presente. Y aunque me escribiste:
“Si yo también quede con ganas de besarte”
Oración que encendió una llama en mi interior y también a mis hormonas, por de hecho si deseaba besarte en ese momento, aun lo deseo. Lo siguiente en la conversación fue una cautelosa despedida:
“Aun te veo y sigo pensando que eres muy linda y te admiro mucho pero también sigo pensando que mereces alguien mejor que yo”… “ya me tengo que ir a trabajar”
Fue como una montaña rusa o un globo, primero subí o me eleve y luego caí en picada o me estalle. Igualmente exprese lo que estaba en corazón, te dije que eras un buen chico, pero que a lo mejor lo que sucedió fue que no estábamos destinados.
Hemos hablado durante varios días, de distintas cosas, sobre mis historias, sobre tu retiro espiritual, sobre la soledad, mi punto de vista de que hay que amarnos a nosotros mismos y aprender a estar solos de vez en cuando y tu visión de que estar solo es depresivo. Cosas que me hacen pensar en que seguimos teniendo distintos modos de ver la vida y que pesar de eso, otra vez hemos estado inventando cualquier excusa para seguir chateando.
Hubo un incidente con unos chicos lanzando piedras en la mitad de nuestra calle y esta unidad de la policía, el GOES lanzando gases lacrimógenos que casi me ahogan y a mi madre, tu sobrino en medio de todo el caos lanzando piedras junto a un grupo de chicos inadaptados y tu hermana volviéndose loca al respecto por eso. Fue un día de locos y hablamos bastante al respecto.
También hablamos largo y tendido sobre tu experiencia al regresar del retiro y de mi postura acerca de no sentirme cómoda yendo a la iglesia. Y así ha sido acerca de muchos temas.
No sé si seguir hablando contigo sea una buena idea pero no puedo evitarlo, se ha vuelto parte de mi cotidianidad y me gusta, sin embargo, estoy sintiéndome de muchas formas, tantas que ni yo misma puedo entenderme, mucho menos lo harás tú.
No puedo decirte nada acerca de estas cartas o de cómo se siento. Lo único que si puedo hacer es esperar.
Con amor,
Hayley.