Con el corazón en la mano

Con el corazón en la mano

Ingreso al lugar donde yace su cuerpo inerte y siento que mis piernas pierden la fuerza, esa que un día sentí crecer al enterarme de que era su mate, su pareja de vida. Hoy todo mi mundo se destruye, se cae ante mis pies…

Hoy vengo a su despedida, una que me causa un dolor que jamás pensé experimentar. Tomo su mano y le digo que pronto estaremos juntos, que se adelantó y que ahora me toca cargar con el poco tiempo que me queda de vida, una que será sin él.

No es fácil ser el primero que despide a su pareja, no es fácil decir adiós, así sea un adiós temporal. Acá nadie dijo que la felicidad era completa, solo se nos permitió compartir un par de años juntos, años en los que cada uno protegió, cuidó y amó al otro como si no hubiese un mañana.

Aún recuerdo su bella sonrisa cuando descubrió que yo era su mate. Ese día llegué a la universidad un poco desarreglada, algo común en mí, podría decir. Todo a mi alrededor era fiesta y alegría; el futuro Alfa fue trasladado a mi facultad y con su llegada la esperanza de todas era ser su Luna, una que no demoró en encontrar, esa chica solitaria y de corazón bondadoso que nunca en su vida imagino ser la Luna de toda una manada, esa que llego a mi escapando de su pareja asustada y con un mar de emociones porque pensaba que nos separaríamos ¡Sí! la futura Luna era mi mejor amiga y mi hermana. Selene es la jovencita más inocente de todas, pero sin duda de carácter, uno que le costó al Alfa controlar. Todo en mi hermana es un misterio, pero también todo en ella es tan claro como el agua del mismo manantial.

No pude felicitarla como debía, fui alejada de sus brazos de manera delicada, pero sorpresiva. Sentí mi corazón latir a una velocidad que atrofio mi respiración, misma que se pausó cuando escuche:

─¡Mia! Eres mía.  ─un beso fue depositado en la base de mi cuello, lugar en el que llevaré su marca, esa acción y sus palabras, me llevaron a experimentar el miedo de mi hermana. Mi vida pasó ante mis ojos y el dolor de ser alejada de mi familia se desvaneció al ver el rostro del Alfa.

─En hora buena, Farid. ─dice el Alfa. No tuve que preguntar quién era Farid realmente, Samuel como se presentó mi ahora cuñado, me dejo claro que mi pareja era su Beta, siendo este el motivo que me permitiría estar junto a mi hermana sin complicaciones, lo único malo, era que debíamos dejar a nuestros padres, unos que tomaron la llegada de nuestras parejas con naturalidad, pero sobre todo con emoción y quien no, pasamos a ser la familia y las hermanas más populares, sin olvidar que envidiadas de todo el país. No es por presumir, pero mi cuñado y mi pareja eran los lobos más codiciados y deseados del momento.

Solo pasaron tres meses y ya estábamos llevando nuestro equipaje al vehículo de nuestros compañeros de vida. Vivir en la mansión del Alfa fue increíble, así como ir del brazo de nuestros compañeros a la universidad, misma que culminamos a satisfacción. Me gradué como arquitecto y mi hermana como médico, pero solo fue graduarnos para tomar el puesto que, como compañeras de los dos lobos más importantes en la manada Claro de luz, se diera. La organización de la boda conjunta fue tan fugaz, que no tuve tiempo de pensar en si quería o no realmente casarme, solo supe que no podría estar lejos de mi mate, de hacerlo sería mi salud y mis emociones las que pagarían las consecuencias, así que solo acepté mi destino, ese que no cambiaría por nada, ni por nadie y me atrevo a decir que mi hermana opina lo mismo, pues su unión con el Alfa fue antes de la boda, los muy condenados no esperaron mucho para reclamar el uno por el otro.

Mi vida de casada fue tranquila y llena de luchas. La guerra entre las diferentes especies fue el plato de cada día, pero no era problema para mí, fui entrenada y a la hora de combatir, no necesitaba ayuda; mi hermana y yo heredamos la destreza, la fuerza y el coraje a la hora de pelear de nuestros padres. Para mi nada podría ir mejor, porque solo un años después, me convertí en tía de un hermoso lobo azabache, mismo que hacía de mis días una locura al auto nombrarme su niñera. Por nuestra parte, el ser padres no era nuestro plan de vida, por el momento solo queríamos viajar, conocer y gozar de nuestro amor sin pequeños retoños, solo eso era suficiente.

Mi felicidad fue inesperada, así como lo fue su final. La muerte de Farid me golpeo una mañana opaca por las nubes y causado por el frio invierno, invierno en el que se convirtió mi vida. Tenía la esperanza que, al despertar de mi letargia, una que fue causada por la última batalla; él sería lo primero que mis ojos verían, pero no fue así. El rostro cansado, los ojos llorosos y el semblante de tristeza de mi hermana, me decían que nada en mi vida sería igual, que algo había cambiado y que el vacío que en mi sentía, tenía una razón de ser.

No pregunté, solo pedí que me llevarán ante él. Caminé completamente ida del mundo real, solo caminé en agonía; algo en mi sabía que esta no era nuestra despedida, sé, que contra el viento y la marea nos volveremos a encontrar, que tendremos otra oportunidad, que este no es nuestro fin.

Que sea fuerte, que debo tratar de continuar con mi vida, por lo menos con la poca que me queda. Sé que, al morir mi pareja, solo me restan unos cuantos meses en este planeta, ¿será algo injusto? Quisa muchos piensen que sí, que no es justo que al morir uno, el otro también lo deba hacer, pero la realidad es que la muerte no hace que las almas se separen por completo y nosotros entregamos nuestras almas el día que el me reclamo como suya y yo lo acepte como mío. Se nos dijo que muerte, es solo es la desaparición del cuerpo en el plano terrenal, pero la unión se completa en el plano ancestral. Pero, así diga o explique lo que explique, nada, ni nadie puede apaciguar este dolor que siento, uno que me lleva a la muerte lentamente. Escucho como simples susurros las palabras de muchos de los presentes; para ellos olvidar y dejar un poco el dolor por mi perdida, ayudará a prolongar mi vida o conseguir la bondad de la Dios Luna, una que se reflejará, solo si me concede otra pareja. Que fácil es para ellos hablar así, que fácil es pensar por mí, que fácil es para quién no ve partir a su pareja, dar su opinión.




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