Con el frio invierno

Melissa

No hacía mucho la mirada de Melissa se iluminaba al contemplar los brillantes adornos pertenecientes a estas fechas, sus grandes y expresivos ojos marrones observaban todo con fascinación, poco lograba desanimarla, se embelesaba con el blanquecino color de la nieve, por las luces tintineantes, tanto como por el delicioso aroma a galletas recién salidas del horno.

Melissa tenía padres amorosos y una vida perfecta de eso le encantaba vanagloriarse, pero no todo es lo que parece y la vida no es simplemente constante; es tan cambiante y vertiginosas cuando menos lo esperamos, tal y como una montaña rusa con grandes subidas y bajadas. Ella lo descubrió en esas blancas navidades, nada en su vida era perfecto, y si gozaba de una estabilidad económica envidiable, sus padres estaban juntos, pero su vida no era más que un teatro, todo en ella era un desastre.

Melissa al mudarse con sus padres a este nuevo pueblo que solo prometía mil oportunidades, llegó siendo la atracción principal en un colegio lleno siempre de las mismas caras y si no le fue difícil hacer lo que ella aseguraba eran amigos, tampoco le fue mucho más difícil perderlos todos y cada uno.

Llega un punto en nuestras vidas donde normalizamos las atrocidades de las cuales estamos acostumbrados quizás por eso ella sentía que todo en su mundo era perfecto, aun cuando los gritos de sus padres atravesaban las paredes, aun cuando el llanto de su madre era su canción de cuna antes de apagarse gradualmente con el paso de la noche. Para Melissa todo era perfecto por las mañanas siempre tenía padres felices,  muy sonrientes; tostadas y una madre hermosamente maquillada.

Pero como ya les mencioné todo tiene un punto de quiebre, la pequeña fisura que ella ignoraba olímpicamente se extendió, los rumores se esparcen como un virus.

Los vecinos casi diariamente escuchaban con gran asombro los gritos constantes de la pareja y aunque la madre de Melissa lo intentara el maquillaje no llegaba a esconder su realidad.

Las cosas se vuelven más reales cuando muchos las saben, el padre de Melissa era un abusivo que golpeaba frecuentemente a su madre por arranques injustificados de celos y aun cuando todo el pueblo lo supo nadie llegó a meterse.

En esa navidades Melissa estaba sola, excluida por sus amigos para Melissa los gritos de su madre le sonaban más desesperados, más suplicante, quizás por eso esa noche por primera y última vez intercedió, se puede decir que los gritos de las tres personas resonaron esa noche en la gigantesca casa, rebotando en las paredes cuando todo se silencio de ipso facto, en el preciso momento donde la cabeza de Melissa colisionó con la mesa ratona que yacía en la habitación de sus padres, una escena del crimen se presentó a los pies de su padre que era el único de pie y consciente, la madre de Melissa luchaba porque su corazón siguiera latiendo en vano, en los ojos del padre se reflejo el arrepentimiento. Esa noche la policía hizo acto de presencia, pero ya era muy tarde.

Melissa ahora es solo la chica huérfana de mirada distante.

 



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En el texto hay: navidad, amor, discapacidad

Editado: 20.11.2018

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