Entre el sombrío mar de sus ojos oscuros,
la ciudad perdida al fin yo encontraba,
y bajo la cruel verdad de los que son puros,
mi dulce silbido veía la felicidad apagada.
Encadenado a decepciones se veía,
en soledad quien pudiese hacerle daño,
no es más que un doloroso engaño,
lo que su feliz rostro escondía.
Aprendió a cazar sin ser cazado,
arrasó con corazones inalcanzables,
es más triste ser yo, que había estado,
en sus simples manos, alcanzable.
Un mes oscuro venía,
entre llantos escasos y penas yo estaba,
de que servía cerrarse, yo me vendía,
a algo para lo que aún no estaba preparada.
Un chico de pasado perturbado,
Ha venido a sacarme de la penumbra,
me ha levantado y me ha dado su mano,
me dirigió por el tunel que su final deslumbra.