Con licencia para amar

Episodio 7: Condiciones.

Pax...

Respiré un par de veces, antes de leer qué era lo que estaban pidiendo.

Estaba algo nerviosa, no quería ser negativa, pero, pagar esa suma de dinero, solo por cuidar a un niño, no creo que traiga algo bueno consigo.

Cuando me sentí más calmada, abrí los ojos y leí:

“Necesito servicio de niñera, para el día jueves, desde las 8am, hasta las 3pm.

Mi hija, tiene 9 años, por motivos de enfermedad, perdió a su madre y solo desea saber qué se siente tener una mamá. Por eso, le dejaré dinero para que la lleve de compras, a la peluquería y le haga pasar un día inolvidable.

La dirección será enviada un día antes de la reunión”.

Releí el mensaje un par de veces.

Era una pena que la pequeña haya perdido a su madre, también me pareció tierno de parte del papá darle ese regalo a su hija. Parece que será un trabajo sencillo.

Respiré profundo y escribí.

“Perfecto, nos vemos el jueves”

Su respuesta no se hizo esperar.

“Gracias, gracias, gracias” Me dio algo de risa, por un segundo me imaginé a una chiquilla pegando saltos y aplaudiendo.

“¿Cómo podré identificar a su hija?” Escribí de prisa.

Enseguida, me llegó una foto de la pequeña.

“Nos vemos el jueves, por favor, llegue puntual” Ese fue el último mensaje antes de desconectarse.

Observé la foto, la nena era muy linda, aunque, sí, parecía algo triste.

El corazón se me encogió al recordar que no tenía madre. Yo, más que nadie, sabía lo doloroso que era perder a una mamá.

El timbre sonó sacándome de mis planes.

Tomé dinero de mi cartera y fui hasta la puerta, pero no era el repartidor, sino Nolan, aunque, sí tenía la pizza en sus manos.

—¿Vienes a crear otro huracán?

—No, solo quiero saber cómo se quedó June, ella es tan sensible, no quiero lastimarla, pero tengo derecho a estar con mi hijo…

—Cállate —lo interrumpí sintiendo como la sangre comenzaba a hervirme—. Ahora tienes el mismo derecho que hace nueve años, cuando nació Matías, pero no estuviste en el embarazo, ni en el parto, ni en los primeros años de su vida, tampoco cuando enfermó.

—Pero, enviaba dinero.

—Cierto, ¿por qué no lo seguiste haciendo? Claro, ya Matías no es un bebé, ahora quieres presumir que tienes un hijo, pero ambos sabemos que eres un padre inalámbrico. —Quité la caja de sus manos y puse el dinero—. Quédate con el cambio.

Cerré la puerta, evitando alterarme más y darle un guantazo por la cabezota que tenía.

—¿Era mi papá? —preguntó Matías entrando a la sala.

—¿Qué? Nooo, solo el repartidor.

—Creí escuchar su voz —insistió mi pequeño, bueno, ya no tan pequeño monstuito.

—Supongo que todos los hombres adultos tienen la voz parecida. —Tragué saliva, qué excusa tan cutre—. Vamos a comer, pedí tu pizza favorita.

—¿Con anchoas?

—No, pepperoni y champiñones.

—Ah, entonces, elegiste tu pizza favorita —me reprochó Matías.

Sonreí, rayos, era una pésima tía.

—Vamos, seguro tu madre tiene anchoas en la nevera. —Avancé un par de pasos y me detuve—. ¿Dónde está tu padre?

—¿Mi papá? —repitió el niño.

—Madre, quise decir madre. —Pasé una mano por mi cara, esto de mentir se me daba fatal—. ¿Dónde está ella?

—Se fue a poner el pijama. —Matías sonreía y más nerviosa me puse.

—Vale, pues, empecemos a comer sin ella.

Me apresuré a entrar en la cocina, puse la caja en la mesa y solo levanté la tapa.

—¿No usaremos platos?

—¿Para qué? La pizza se come con las manos. —Tomé un triángulo y lo mordí—. ¿Ves?

—Dios, nos libre de verte con un hijo —se burló June entrando a la cocina, en efecto, traía su pijama puesta.

—¿Quién dijo que quiero hijo? Con Matías tengo de sobra —repliqué con calma—. Además, ya me han contratado para ser niñera.

—Ahora me cuestiono si tomé la decisión correcta. —June hizo que pensaba—. Supongo que lo más que puedes tener un niño es por un par de horas.

—¿Tía, ahora eres niñera? —preguntó Matías.

—Así parece, aunque, no creo que sea por mucho tiempo.

—Lo harás bien, siempre que lleves tus videojuegos —manifestó mi lindo sobrino.

—Cuanta confianza en mis dotes de niñera —declaré viendo a mi familia.

—¿Cuándo es la cita? —preguntó June tomando un pedazo de pizza.

—¿Qué cita? —indagué confundida.




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