El cambio
Megan*
Los 17, la edad de la rebeldía, la desobediencia, fiestas, novios por aquí, novios por allá. ¿Quién lo diría? Hoy es mi cumpleaños. 6 años han pasado desde ese fatídico día.
Soy Megan Santana, tengo 23 años, iba rumbo a casa el día de mi cumpleaños número 17, una fiesta sorpresa según decían, pero desgraciadamente no pude llegar.
Un Auto que venía a toda velocidad y en sentido contrario se estrelló en mi contra. Aquí es donde piensas:
¿Qué chica más desafortunada?
¡No! No lo creo.
¿Suerte? Ppfff tampoco.
Azares del destino, ¡¡quizás!!
El resultado, una pierna rota, fractura de cráneo, seis costillas astilladas, luxación de hombro derecho, múltiples lesiones en todo el cuerpo, en fin meses en el hospital, a causa de un coma inducido ya que mi cerebro recibió el mayor impacto y estaba tan inflamado, que de mantenerme despierta el dolor hubiese sido insoportable.
Cuando desperté me había perdido de todo, bueno o por lo menos todo lo que a la edad de entre dieciséis y diecisiete años consideraba importante.
Quiero decir, mi fiesta de cumpleaños y la graduación. Esto amigos fue denominado en mi vida como “El cambio”.
Si escuchaste o leíste bien, a partir de este momento mi vida se convirtió en un verdadero desastre.
Ω
Ω
Cuando desperté, apenas tuve unos segundos de visibilidad, recuerdo que estaba en una habitación totalmente blanca, impoluta, con olor a alcohol y antisépticos. Se escuchaba el persistente y molesto pitido de una máquina que estaba a mi derecha, en la cual alcance a distinguir una líneas verdes bailar de lado a lado, sentía unas puntas de plástico clavadas a mis fosas nasales y varios cables conectados en todo mi cuerpo.
Escuche la puerta abrirse con un chirrido mas no pude ver nada, todo estaba nuevamente negro.
Ω
Ω
Horas más tarde volví a despertar, seguían el sonido de la maquina aunque ahora era más persistente, más alto, no veía nada. Los médicos aún no saben que paso, como fue que horas antes mi vista estaba aparentemente normal y de un momento a otro ya no había nada, solo puntos negros y rojos.
La mejor explicación que nos pudieron dar fue que. La inflamación del cerebro era tan grande, logrando ejercer una fuerza desmedida que oprimió mis corneas, no lo pudieron resistir y taran. Ceguera instantánea.
Grito, llore, patalee y maldije a cuanta persona se me cruzo en el camino.
Maldije una y mil veces al desgraciado que causo mi accidente incluyendo a toda su familia.
Me pregunte miles de veces: ¿Por qué a mí?, ¿Qué hice?, ¿Cómo rayos sucedió?, luego recordé todo lo que hice en el pasado y lo entendí, “el karma es una perra”. ¡¡Estúpido y sexy karma!!
*Flashback*
San Valentín, el día de los enamorados, ahí estábamos tras el escenario esperando a que fueran coronados el rey y reya del baile, listos para que una cubeta llena de gusanos callera justo en sus coronas, ¡lindo no!
Esa era yo antes del accidente, me dedicaba a molestar a los alumnos menos agraciada. Que por gordos, flacos, altos, bajos, inteligentes, tontos. A cualquiera que según mis estándares aceptados no merecía ninguna consideración de mi parte. Hasta los maestros tenían que aguantar una que otra de mis malas formas. Eran más las ocasiones que me la pasaba en castigos que tomando clases.