Con los ojos del Alma

Capítulo ocho

Mi Chica

Antuan* 

Estaba ansioso por llevar a Megan a la tumba de Carlitos. Bueno no precisamente por eso, sino porque hoy le pediría lo que tenía meses queriendo hacer, le pediría ser mi chica.

Quería que fuera mi novia y hoy al fin me había dado el valor necesario para pedírselo.

Llegue a su casa y toque la bocina de mi auto para que supiera que ya había llegado y baje como hacía siempre, la espere en la puerta y la ayude a subir. Me sorprendió cuando me dijo que quería hablar conmigo antes de que la llevara a mi lugar, pero no me negué, nunca le podía negar nada. 
O casi nada, lo único que le negaba era ir a comer comida italiana, la última vez que fuimos una de las camareras se fue sobre mí, literalmente, casi se sienta en mi regazo mientras yo lo único que quería era comer con mi chica.

De un tiempo para acá la llamaba así, eso era para mí. Mi chica solo faltaba que ella aceptara completamente. Fuimos a ying-tung.

Megan estaba muy nerviosa así que tome su mano sobre la mesa y empecé a hacer círculos con mi pulgar en ella, nunca me gustaba presionarla así que le dije que si no quería no tenía por qué decirme nada. 

Pero como siempre sus cabezonería gano y empezó a hablar, sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho con cada palabra que salía de su boca. El coraje y la impotencia se apoderaban de mí.  Sentía coraje cómo es posible que un accidente convierta lo que debería haber sido el mejor día en su vida en un desastre.  Pero me dolió aún más cuando le pregunte acerca de la fecha, en ese momento me sentí la peor persona del mundo.

Sin darme cuenta le había arruinado la vida. Yo era el único culpable de que ella no pudiera disfrutar a plenitud de todo lo que el mundo nos podía ofrecer.

No sabía que decir, así que me quede en silencio por tanto tiempo como me fue posible, intentando asimilar lo que acababa de descubrir. Lo único que me dejaba un poco más tranquilo era el saber por lo menos que no había muerto.  En ese momento mi deseo por protegerla y mostrarle todo del mundo creció aún más, la quería. Estaba completamente seguro de que la quería como a nada en mi vida y desde ahora me dedicaría a hacerla feliz.

Durante el camino al cementerio iba pensando en la forma de decirle la verdad que yo era el culpable de que ella no pudiese ver. Tenía que decírselo pero no pude, preferí callar como un cobarde y seguir con lo que ya había decidido hacer le pedirían que fuera mi novia y me dedicaría a cuidarla.

Después de salir del cementerio donde pasamos la mayor parte del tiempo llorando en los brazos del otro, la lleve a cenar.

— ¿ya estas mejor? — pregunte después de un rato de estar comiendo.

— Tu solitaria ya se calmó— dije con burla.

—sí, gracias. Estuvo delicioso— dijo mientras me sacaba la lengua.

—Megan— dije aclarándome la garganta. 

—Dime— contesto mientras, seguía sin levantar la cabeza.

Tome la mano con la que no estaba sosteniendo el cubierto y la apreté para que volteara hacía a mí. 
Rápidamente fijo sus ojos en  mí.  Me removí en mi silla intentando buscar una posición más cómoda.

Tome un trago de mi bebida, intentando que los nervios no me traicionaran. — Creo que ya te diste cuenta de esto, y no será una sorpresa que te diga que mis sentimiento hacía ti son mucho más que de amigos. — dije sin dejar un momento de ver directamente a sus ojos.

Vi como estuvo a punto de abrir la boca— espera, déjame terminar— pedí. — tal vez nunca te diste cuenta pero, desde el primer día de clase llamaste mi atención y desde entonces no podía alejar mis ojos de ti. Te observaba todo el tiempo como un acosador, solo que no me atrevía a hablarte. Tenía un miedo terrible a que me rechazaras y no me dejaras estar a tu lado.

Pero ya no puedo callarme más, durante todo este tiempo me pregunte, el porque me gustabas tanto, pero desde el día en que empecé a pasar cada tarde en tu compañía me di cuenta de que eras simplemente tú, tu forma de ser, tu forma de pensar, tu forma de enfrentar la vida. Toda tú. Y ya no quiero estar un segundo más preguntándome que se sentirá sentir tus labios contra los míos. Megan ¿quieres ser mi chica? Pregunte, con temor a ser rechazado.

Los ojos de Megan se llenaron de lágrimas. Que pujaban por salir de sus ojos, no entendía que era lo que estaba sucediendo ni él porque estaba tardando tanto en darme una respuesta. Tomo una respiración profunda, en el momento en que creí que abriría la boca, el camarero interrumpió para ver si se nos ofrecía algo más. Nunca he sido un hombre violento pero me dieron unas terribles ganas de correrlo a patadas.  Por fortuna se fue rápidamente. Aun tenia sujeta la mano de Meg en la mía, tenía miedo que si la dejaba ir saldría corriendo.

—Antuan— sollozó—  nunca creí que llegaría el momento en que un chico se fijara en mi por mi condición de vida, pero desde el momento en que te acercaste a mí en ese árbol, te encargaste de demostrarme que no todos los seres humanos son iguales. Me hace feliz compartir contigo mis días y me has animado a continuar sin detenerme, me gustas Ant Me gustas mucho y por supuesto que estaría encantada de ser tu chica. 

Me levante rápidamente de la silla ayudándola a ponerse de pie, necesitaba sentirla cerca, abrazarla y besarla hasta perder la razón. Necesitaba demostrarle que lo que decía no eran solo palabras bonitas. La tome entre mis brazos y la estreche fuertemente extendiendo mis manos en su espalda mientras ella envolvía sus manos en mi cuello, pegue mi frete con las de ella y le di un casto beso. Aunque me moría por un beso más profundo no quería hacerla sentir pena, había muchas personas alrededor.



#42167 en Novela romántica
#11179 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, rebeldia, ceguera.

Editado: 22.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.