Me paseaba nerviosa por la sala, hasta ahí se escuchaban los gritos de Sébastien, estaba molesto porque bajo su techo viviría una extraña y encima embarazada.
—Si supiera —pensé —Que el hijo que llevo en mi vientre es suyo.
Escuché abrirse la puerta y luego pasos, me detuve ansiosa y entró don Víctor aún rojo de enojo.
—Tranquila, la bestia ya se calmó, le expliqué que me salvaste la vida, así que no te sientas estresada por el absurdo mes que te dijo.
Es importante que cumpla con el compromiso de la editorial y no permitiré que por un capricho te echara.
—¿Él siempre es así? —me abracé, el hombre al que había conocido era diferente al que tenía enfrente.
Don Víctor se quedó en silencio, analizando lo que me diría.
—No, el cambio con el accidente, aunque de los dos siempre fue el más callado.
—¿Dos? —don Víctor caminó despacio hacia la ventana y se quedó pensativo.
—Tengo dos hijos Lena — asentí aunque no me veía — Sébastien y Salomón, ambos son gemelos.
Me sorprendí y tenía que preguntar.
—¿Idénticos? —don Víctor se giró y me sonrió.
—Como dos gotas de agua, la gente que no los conoces no los sabe distinguir, hicieron muchas travesuras cambiando de lugar.
Mi corazón latió más fuerte, no sabía realmente a cuál de los dos hermanos le había entregado mi virginidad y le daría un hijo.
— Y Salomón ¿dónde está? —él hizo un gesto con los labios.
—No lo sé, tuvo una discusión con Sébastien, desconozco el motivo porque siempre fueron inseparables, luego de la discusión, Salomón desapareció.
Me mordí el labio, si Salomón era el padre de mi hijo al verme podía reconocerme y así sabría si era él.
Eso me pasaba por tomar y acostarme con un completo desconocido.
Escuchamos pasos, apareció Sébastien quien iba guiándose con el bastón, me moví rápidamente al verlo que iba a chocar con una mesa pero él supo esquivarla.
—Conozco mi casa, soy ciego no tonto, me la aprendí de memoria y no permito que cambien nada de su lugar.
—Ciego y amargado —abrí los ojos como plato al darme cuenta que no sólo lo pensé sino que lo dije en voz alta.
—Usted jovencita no me conoce, no sabe nada de mí, no opine —don Víctor me hizo una seña para que me quedara callada, algo muy difícil porque Sébastien me sacaba fuera de mis casillas.
Suspiré
—¿Necesita que empiece a transcribir?
—¿Transcribir? — su sonrisa fue amarga —No tengo nada, las maldita inspiración se fue con mis ojos —se pasó la mano por el rostro —Si me inspiró no dude que la levantaré en la madrugada, hay una extensión interna en su habitación para llamarla.
La cosa estaba más difícil de lo que pensé, según don Víctor, su hijo debía entregar el libro pronto a la editorial y Sébastien no tenía nada.
Ahora entendía que parte de la frustración que él tenía era porque no tenía inspiración, iba a investigar un poco acerca de si era un escritor famoso, su casa estaba bien amueblada aunque desconocía si el escribir era su medio de vida o solo un pasatiempo, pero prefería descubrirlo con la marcha de los días que preguntarle.
—Bien, estaré pendiente de su llamada, si no me necesita me retiraré a mi habitación.
—Puedes retirarte Lena —don Víctor era tan amable no se comparaba con Sébastien.
Salí de la sala y me dirigí a mi habitación, mi mente era un caos, desde que supe que sería madre no me importó saber cómo se llamaba el padre porque yo me haría cargo de mi hijo.
Pero al verlo todo era distinto, quería saber acerca del hombre que me había embarazado.
Solo que estaba difícil averiguar porque no sabían del paradero de Salomón y Sébastien estaba ciego.
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Kgerals 💜
Editado: 31.12.2021