Con los ojos del alma [serie Arévalo #2]

Capítulo 12

Todo el día trabajamos intensamente, Sébastien estaba inspirado sólo nos detuvimos cuando nos llevaron la cena, agradecía estar distraída con el trabajo, no quería seguir pensando en todo el lío en el que estaba metida.

- Lena - levanté el rostro - ¿Te sientes cansada para continuar?

- Puedo trabajar una hora más, así me retiro sólo a dormir - él asintió y siguió comiendo.

La hora después de la cena paso volando, era muy interesante lo que estaba escribiendo.

- Me gusta Sébastien - él sonrió.

- Gracias Lena - se levantó y estiró su cuerpo - Ve a descansar.

Me levanté y me acerqué a él.

- Buenas noches Sébastien - me di la vuelta y salí de la biblioteca.

Subí las escaleras, toda la casa estaba en silencio, me detuve al ver a Salomón recostado en mi puerta con los brazos cruzados esperándome.

- Vaya al fin apareces - sonrió burlonamente.

Miré hacia atrás, esperaba que Sébastien no subiera a su cuarto aún.

-Estoy cansada no tengo ánimos de socializar - me acerqué a la puerta y saqué mi llave porque con él no lo dejaba abierto, él no se apartó y no me daba espacio para abrir la puerta.

- Vine en la mañana a llamarte para desayunar y no respondiste.

Me encogí de hombros no le demostraría que me asusté y trataba de recordar si cuando salí por el vaso de leche lo dejé bajo llave.

- Dije en la mesa esta mañana que no podía dormir, así que me dormí, generalmente mi sueño es pesado - lo miré a los ojos cuando dije cada palabra, no le demostraría miedo a Salomón.

- Es coincidencia que mi hermano también se durmió esta mañana - volví a encogerme de hombros.

- No soy guarda de tu hermano ni de nadie en esta casa -

Salomón se me acercó y sujetó mi rostro con su mano.

- No juegues conmigo Lena, no soy Sébastien que lo puedes usar a tu antojo, si me enteró que te metes en su cama, te arrepentirás - me sacudí hasta que me solté.

- No soy nada tuyo Salomón - se acercó amenazante - Puedo meterme en la cama que yo quiera - enarcó una ceja - Y te vuelvo a aclarar que no tengo nada con tu hermano.

- ¿No eres nada mío? - negué con la cabeza - ¿Y el bebé que llevas adentro? ¿Qué crees que dirá Sébastien cuando le diga quién es el padre? Siendo tan moralista como es, estoy seguro que no le gustará saber que la mujer con quien se acuesta lo engaña porque esta con los dos hermanos.

Respiré profundo y exhale, Salomón era capaz de todo pero él no me conocía y se daría cuenta que no me dejaba amedrentar fácilmente, aprendí a defenderme en la vida.

- Será tú palabra contra la mía - sonreí - Puedes decirle que es tu hijo y yo lo negaré - se me acercó nuevamente y di un paso hacia atrás- ¿cuánto lleva una prueba de paternidad? Los únicos que sabemos que eres el padre somos tú y yo pero si le dices algo a Sébastien, exigiré una prueba.

El sonrió.

- Hazlo, será interesante que la pidas eso le dirá mucho a mi hermano de la clase de mujer que eres, alguien que no sabe quién es el padre de su hijo.

Apreté los labios, Salomón era un contrincante duro, pasé a su lado y rápidamente abrí la puerta, la cerré con llave y me recosté en ella.

Olvidaba que Don Víctor sabía que mi hijo era de Salomón y estaba segura que él adoraba a Natalie, no callaría la verdad.

Me duché y me puse mi pijama, me senté en la cama y acaricie mi vientre, amaba a mi hijo, Salomón podría ser su padre pero mi hijo era mío.

No podía entender porque rechazaba a Salomón desde que lo volví a ver, quizás era porqué él hombre que había vuelto a la casa no tenía nada que ver con el que conocí aquella noche y con el que me describía don Víctor, tuvo que pasar algo tan grave en su vida que lo hizo cambiar drásticamente.

La extensión sonó y esperaba que Sébastien no llamará para seguir trabajando me sentía cansada.

- Diga 

- Lena - sentí un estremecimiento al escuchar su voz - Quiero poder dormir sin pastillas y no quiero pesadillas.

Sonreí por la manera diplomática que me pedía que durmiera con él.

- Ya llego - lo escuché suspirar y con una sonrisa colgué.

Tomé mi cepillo de dientes y la llave, esta vez iba procurar despertar temprano no quería a Salomón merodeando por los cuartos.

Salí cerciorándome que nadie había en el pasillo, enllave mi cuarto y caminé deprisa al cuarto de Sébastien.

Entre despacio y lo enllave, Salomón era capaz de revisar el cuarto de Sébastien.

El estaba acostado, me acerqué a la cama y lo admiré, era tan masculino, tomé la mano que me extendió y la apreté fuerte, la solté para acostarme por el otro lado de la cama, lo vi que se puso de costado con su rostro hacia donde me encontraba.

- Gracias por aceptar estar aquí, creo a lo que más le tengo miedo es a las pesadillas - extendí mi mano y puse mis dedos en sus labios.

- No hables de ellas, deseo no vuelvan a ti - él cerró los ojos y besó mi mano, la aparté al sentir miles de sensaciones.

- Lena, ¿qué te parece Salomón?- mordí mi labio.

- No he tenido la oportunidad de conocerlo, estoy cansada y tú debes estarlo.

- Yo soy la versión dañada - me acerqué a él - Mi hermano tiene la dicha de ver, yo sólo puedo recordar lo que era poder ver - cerró los ojos.

- Sébastien estás vivo, es lo que importa - puse mi mano en su mejilla.

- ¿Te gusta Salomón? El puede ver lo bella que eres, yo sólo puedo verte en mi mente, mi alma, soy un ciego que dependo de un bastón y de mi padre... - tape su boca con mis dedos.

- Son idénticos pero tú tienes un magnetismo que atrae.

- En la mañana sentí envidia cuando dijo que eras bella, él puede verte, yo sólo sentirte.

- ¿No hay esperanza de que vuelvas a ver?

El sonrió con tristeza.

- La hay, pero no es fácil - tomó mi mano entre la de él.

-¿A qué te refieres?

- Con un trasplante de córnea, ¿sabes lo difícil por no decir lo imposible que es encontrar un donante?




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