Con los ojos del alma [serie Arévalo #2]

Capítulo 15

Decidí salir sin decirle a nadie, iba a hacer lo que más odiaba depender de alguien más , le pedí al ama de llaves que le dijera a su esposo que me llevará en el que fue mi auto, él me ayudaría a salir de casa, a subir al auto etc., me sentía frustrado de depender tanto de otra persona cuando antes podía ir donde quisiera, ese fue uno de los motivos por los cuales me recluí en la casa, pero por Antonio, mi amigo de toda la vida, iba a ceder.

Pepe, se estacionó y me ayudó a bajar, suspiré y recorrí por primera vez el camino hacia la casa de Antonio a oscuras, esperé que abrieran la puerta y escuché la voz de Julieta, indicando que me ayudaría a entrar, cerré los ojos y me deje llevar.

Jamás había pensado en cómo hacen las personas que vivían a oscuras, todo lo daba por hecho, había aprendido a guiarme por los olores, a Lena la detectaba rápidamente, su olor lo tenía grabado.

- Siéntate por aquí Sébastien - la calidez de su voz me hizo confiar en ella, y dejé que ella me guiará para sentarme - Antonio ya viene.

- Gracias - verdaderamente le agradecía por su ayuda y la paciencia cuando instintivamente mi cuerpo se ponía rígido por el miedo al no atinar en la silla y caer.

Escuché sus pasos y luego silencio total, me recosté en el sillón y cerré los ojos, recordaba la casa por todas las veces que me quedé ahí, casi podía escuchar los ecos de nuestras risas.

Escuché pasos y me di cuenta que mi amigo había entrado.

- Sébastien - sentí su mano ayudándome a ponerme de pie.

Me estrechó entre sus brazos y me di cuenta que estaba delgado.

- Es un gusto para mí volver a verte - sonreí con amargura ante sus palabras mientras él me ayudaba a sentarme.

- Quisiera decir lo mismo, pero no puedo, sólo puedo escucharte, estoy sumido en una maldita oscuridad.

Silencio total, escuché que se movió y su voz estaba más cerca.

- Aunque fuera en la oscuridad estaría feliz por estar vivo - fruncí el ceño, él no sabía lo que era estar en mi condición.

- Tú estás vivo Antonio y puedes ver, yo vivo a medias - su mano alcanzó la mía y la apretó fuerte.

- Estoy vivo pero no por mucho tiempo - me puse en alerta ante sus palabras - Sébastien, estoy muriendo.

Apreté fuerte su mano, no podía ser cierto.

- Dime que mientes - pero sabía que decía la verdad, Antonio no jugaría con ese tema.

- Quisiera que fuera una broma -me quebré y sin pena deje salir las lágrimas.

- Sébastien... - se acercó y me pasó un brazo por la espalda, dándome consuelo.

- Perdóname Antonio, es difícil para mí, saber que te vas y yo no te puedo ver- me sequé los ojos con el dorso de la mano.

-Sébastien, puedes oírme, sentirme - me abrazó fuerte - Te llamé para despedirme mientras puedo hacerlo y para decirte que yo te donare mis córneas.

-No.... prefiero no volver a ver pero contigo vivo.

- Mi destino ya está escrito Sébastien, el tuyo aún no - negué con la cabeza.

- Antonio, no puedo imaginar mi vida sin ti amigo - me apretó fuerte la mano -Siempre dije que tú serias mi padrino de boda, no puedes marcharte -no quería aceptarlo.

- Ya no hay nada que hacer - oí su suspiró - Pero tú tienes la esperanza de volver a ver.

- Ya demasiadas muertes hay a mi alrededor - sé que se agachó pude oír su voz más abajo.

- Natalie sigue viva, no puedes culparte por algo que no has hecho.

- Puede que nunca despierte, son seis meses Antonio y no da señal que despertará y el bebé murió...

- No sigas, ya te castigaste lo suficiente, volverás a ver Sébastien, tu vida volverá a ser igual - negué con la cabeza.

- A costa tuya Antonio, el precio para volver a ver es a costa de tu vida -agarré mi cabeza entre mis manos.

- Sébastien, estoy muriendo por enfermedad no porque te donare las córneas.

Me quedé en silencio.

- Antonio, no sabes lo que daría por volverte a ver - porque la vida era tan dura y se llevaba a un gran amigo, un hombre íntegro que merecía vivir.

- Hazme feliz Sébastien y acepta mi regalo para ti.

Asentí pero mi corazón dolía, mi amigo, se iba y yo no volvería a verlo.

- No entiendo porque quede con vida, yo merecía morir y ahora tú te vas y de todas las personas del mundo que conozco tu eres la mejor.

Escuché su risa que sonaba sincera.

- Piensa positivo Sébastien, no puedes ver con tus ojos pero con el alma si, puedes saber si te mienten o no, el motivo es simple, cuantas personas se paran frente a ti y te dicen tantas mentiras y le crees porque esa persona sabe mentir, te puede ver a los ojos, pueden engañarte ante tu mirada.

Me quedé analizando sus palabras.

- En cambio sin mirarlos puedes prestar atención a sus cambios de tonos de voz, entonación ¿porque quien puede mentirle a tu alma misma? Se podría decir que tienes tus ojos internos algo así como los ojos del alma - me quedé en silencio, no había pensado como lo hacía Antonio.

Me había centrado en la oscuridad que me rodeaba, si había aprendido a distinguir el aroma de las personas con las que convivía, mientras llegaba el tiempo de la operación que esperaba faltará muchísimo tiempo, podía aprender a analizar a los que me rodeaban.

- ¿Y Salomón? - pase la lengua por mis labios.

- Regresó, va a ser padre - lo último me dolió tanto.

- Vaya que excelente noticia... ¿pasa algo? Te has puesto pálido.

A él no podía mentirle era mi amigo y un buen consejero, lo consideraba mi pepe grillo, así que le conté toda la historia desde que Lena llegó a casa hasta lo que había pasado en el desayuno.

- ¿Crees que ella juega contigo?-

- No lo sé, no entiendo porque me omitió la verdad y no puede pasar nada entre nosotros, será la madre de mi sobrino.

Fruncí el ceño al escuchar la carcajada de Antonio.

- Es la excusa más tonta Sébastien, en mi opinión Lena no quiere saber de Salomón, ella prefiere pasar sus noches contigo, arriesgándose a no dormir por tus pesadillas, pienso mi querido amigo que no te des por vencido con Lena, que sea tu sobrino es lo de menos, puedes llegar a amar al bebé como a tu hijo, créeme lo sé por experiencia.




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