A quienes ven más allá de la superficie, a los valientes que encuentran luz en la oscuridad y a los soñadores que viven cada latido como un regalo. Esta historia es un tributo al poder del amor, la esperanza y la fortaleza del corazón.
A mi madre, que fue una luchadora incansable. Hoy, a un año de su partida, sigo viéndola con los ojos del corazón y encontrándola en cada rayo de luz y suspiro de vida. Gracias por enseñarme a nunca rendirme y a vivir con amor y coraje.