Con los ojos del corazon

CAPITULO 2 TRAGAME TIERRA

“Una alucinación es una percepción sensorial que parece real, pero no lo es. Es decir, una persona puede experimentar algo como una visión, sonido u olor que no existe en la realidad. Las alucinaciones son creadas por la mente y pueden ser causadas por una variedad de factores.”

“Debo estar alucinando. Mis ojos me están jugando una mala pasada. Mateo Rossi, el ídolo de multitudes no puede estar en mi casa, junto a mi hermano, en su dormitorio. No, no puede ser… ¡Y yo en estas fachas! ¡Trágame tierra y escúpeme a mil kilómetros de aquí!”, tales eran los pensamientos de Violeta en ese momento mientras era incapaz de mover un musculo.

Mateo la observaba en silencio, esbozando una tierna sonrisa. Llevaba el pelo revuelto, un arito en la oreja izquierda y dos pequeñas aves tatuadas en su cuello. ¿Qué simbolizarían? El muchacho se acercó lentamente para regalarle un beso en la mejilla. Violeta, en un acto instintivo, se llevó los dedos hacia el cachete y suspiro.

_Está viva, no te preocupes, Mateo. Es mi hermanita, Violeta. La pobre no está bien de la cabeza.

Con estas palabras la jovencita volvió a la realidad, para mirar a Rodrigo con rabia, no sin antes exclamar ofendida:

_Ehhh! Idiota, siempre tan gracioso. Se va a pensar que estoy cucú de verdad.

_No te preocupes, Violeta, entre hermanos siempre hay un trato similar al de ustedes. Me presento, Mateo Rossi, cantante…bueno…_y al pronunciar esas palabras, bajo la mirada, como si estuviera añorando algo, como si algo verdaderamente valioso le faltara.

_Te conoce, hombre_ agrego su hermano con total desparpajo_ Tiene fotos tuyas, fuimos a escucharte cuando estuviste en Santa Teresita. ¡Es una fan!

Violeta se puso roja como un tomate, no sabía bien si era vergüenza o pura rabia. Poco importaba eso, ¡Mateo estaba allí, en la habitación de su hermano, de carne y hueso y olía tan bien!! Bajo los ojos y se vio los pies descalzos, subió por las piernas para vislumbrar su pantalón de dormir, plagado de agujeritos, como si lo hubiera atacado una centena de polillas.

“Que facha la mía. Mi ídolo esta frente a mí y yo en estos trapos, y en patas, que bajón” pensó.

_Bonito atuendo_ murmuro Mateo _ A mí también me gusta estar cómodo en casa. Eso de estar siempre bien vestido, peinado, afeitado como muñequito de torta, cansa un poco. No hay nada como tu ropa favorita, por más vieja que sea…lo importante es que te sientas tu misma. Yo también ando por la casa sin ningún tipo de calzado.

Violeta se lo imagino en la cocina, descalzo, vistiendo un holgado pantalón piyama, cantando bajito alguna canción conocida. La luz de la ventana filtrándose entre las cortinas bañaría su pelo de dorado…” Violeta, sosegate” se dijo. Luego, retomando el control de sus actos en un vano intento por no parecer histérica. Rodrigo le lanzo entonces su clásica mirada fulminante, instándola a salir de su habitación al instante. Ella lo entendió como siempre, dio dos pasoso para atrás, tomo el picaporte de la puerta y se dispuso a salir.

_No la eches de esa manera_ exclamo Mateo_ Es muy simpática tu hermana.

_Primero organicémonos y después te dejo charlar con ella toda la vida. Hay prioridades, ya sabes de que estoy hablando.

Mateo asintió con un leve movimiento de cabeza, subió y bajo los hombros y agrego:

_Tienes razón, Rodrigo, lo único, Violeta…yo no estoy ni estuve aquí ¿Entendido?

_Por supuesto, Mateo. Yo nunca te vi. Soy sorda, ciega y muda. Lo prometo. Por más que me muera por decírselo a mi única amiga, no lo hare si con eso te causo problemas.

_Muchas gracias, hermosa.

Violeta creyó que caminaba sobre nubes. Mateo Rossi estaba bajo el mismo techo que ella, la había llamado bonita y le había pedido un favor, de modo que, como niña obediente, cerró la puerta dejando a su ídolo en compañía de su hermano mayor. Se preguntó cuál sería el asunto oculto entre ambos, aunque siendo alguien tan famoso, la discreción era imprescindible. Quizás deseaba tomarse vacaciones, descansar…o estaba por estrenar algún tema nuevo, ultra secreto y no quería que se lo robasen.

Subió las escaleras y busco debajo de la cama un par de pantuflas, se miró al espejo y se percató de lo desalineado de su aspecto. Aquellos rizos traviesos danzaban a su propio ritmo y se veía acalorada, extremadamente ruborizada. Escudriño en el cajón de la mesita de luz, tomo una foto de su ídolo que estaba escondida en su diario, una que había comprado por internet y le dio un beso. Se dejó caer sobre la cama abrazando la foto con fuerza sobre su pecho. Se dio la vuelta, tomo el celular, busco la foto de perfil de Catalina y estuvo a punto de contarle todo. Sin embargo, detuvo su dedo índice junto al contacto de su amiga y arrojo el celular sobre la almohada. Había dado su palabra y no podía fallarle a Mateo Rossi por nada de este mundo.

Se preguntó cuál sería el motivo real para semejante situación. ¿Estaría en peligro inminente? ¿Atentarían contra su vida? ¿Qué diablos había obligado a alguien como el a estar en su casa, escondiéndose como un delincuente? Violeta decidió que poco le importaba la razón…si Mateo necesitaba ayuda, se aseguraría de que la tendría, sin dudarlo.

El resto del día, la puerta de la habitación de su hermano no se abrió. Su madre golpeo un par de veces para llevar una bandeja con sándwiches y gaseosa, luego un termo con café y unas galletitas de chocolate. Violeta camino por el pasillo en puntas de pie, sin hacer el menor ruido, acerco la oreja con sumo cuidado a la puerta, y quiso escuchar la conversación, necesitaba saber con urgencia que demonios atormentaban a su ídolo. Entonces, de pronto, alguien abrió la puerta y cayo de rodillas en la misteriosa habitación. Una vez más, Mateo la miraba riéndose a carcajadas. Rodrigo la devoraba con la mirada, y ella le rogaba una vez más a la providencia: “Trágame tierra”.




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