CAPITULO 3 UN POCO DE INFORMACION

Admiración, perplejidad, asombro…

_Déjala pasar_ insistió Mateo- La curiosidad mato al gato, y con esa mirada que le estas lanzando la estas liquidando, Rodrigo. Es una niña que desea saber por qué alguien como yo aparece sin invitación en su casa. Es lógico. Déjame a solas con ella.

_ ¿Te parece? _ le pregunto sorprendido mientras ayudaba a su hermana a ponerse de pie.

_Por supuesto. Si ella es una fan, me va a entender y me va a ayudar ¿No es así?

Violeta se sacudió los pantalones, paso por delante de su hermano con altivez y respondió:

_Obviamente…haría cualquier cosa por colaborar contigo.

_ ¿Y? Te lo dije. Cinco minutitos y es toda tuya o tal vez diez, así nos conocemos mejor.

_Bueno, me voy a tomar unos mates con mamá y vuelvo para seguir trabajando. Pórtate bien, Bodoque, no me hagas quedar mal.

Como si la situación no hubiese sido lo suficientemente humillante, Rodrigo volvía a llamarla por ese apodo tan desagradable. Violeta se dejó caer en la cama y Mateo, se sentó en una silla frente a ella.

_Nada de esto es usual para mí. No suelo meterme así, en casas que no son mías y alterar la dinámica cotidiana. Estoy con un problemita y necesito de la colaboración de Rodrigo, Bodoque. En sus labios aquel nombre no sonaba peyorativo, sino cariñoso.

_ ¿Te quieren matar? ¿Te están acosando? ¿Alguna fanática enferma te amenazo? _ pregunto ella preocupada.

_Noooo…nada de eso. Es mi salud. Solo eso puedo decirte. No me voy a morir ni nada por el estilo, es solo que los productores no desean que se sepa porque podría dañar mi imagen, y las ventas, obviamente_dijo con tono irónico.

_Siempre es dinero. Bueno, prometo no hablar. Mis labios están sellados, lo juro por Dios_ agrego Violeta haciendo la señal de la cruz.

_No hace falta nada de eso. Con tu palabra y tu apoyo me basta. Voy a estar un tanto solo por varias semanas, lejos de la prensa, de los shows y esas cosas. Tu hermano se va a encargar de hacer parecer que sigo componiendo y grabando. Vamos a adelantar trabajo, para poder recuperarme bien, con tiempo suficiente y sin que nadie especule sobre mi enfermedad. Después de todo es algo muy personal, pero, dado que vamos a convivir por un tiempo, te mereces la verdad y nada más que la verdad.

_Además de ser tu fan, soy tu amiga, y como tal, hare lo que me digan. Estaba en mi cuarto imaginando mil cosas…gracias. Espero que no sea nada grave y que se solucione pronto.

Mateo se puso de pie, se acercó a la ventana que daba al patio trasero para murmurar:

_Me tomo por sorpresa. Jamás hubiera imaginado pasar por esto. Lo bueno es que tu hermano es un genio y va a intentar hacer lo mejor que pueda. Por eso considere que te merecías conocer las razones de mi estancia aquí.

_Bueno, ustedes pónganse de acuerdo y me dicen que tengo que hacer.

Violeta se quedó observándolo mientras el mantenía los ojos fijos tras el cristal. Era un hombre alto, de unos veintisiete años, exitoso, hermoso, de piel muy blanca y cabello oscuro y sedoso. Sus ojos verdes se reflejaban en el vidrio como si fuesen dos gemas preciosas. Vestía unos pantalones azules un tanto gastados, zapatillas blancas y remera gris. Nada extraordinario y, sin embargo, era un ídolo de otro planeta, un nivel más allá de los mortales como ella.

Sospechó que lo mejor era dejarlo solo con sus pensamientos, de modo que se puso de pie, se arrimó a la puerta para abrirla lentamente, no sin antes despedirse:

_Gracias, no te voy a fallar, lo prometo. Nos vemos_ y así dejo tras de sí a Mateo, absorto en sus cavilaciones, con una evidente preocupación. No se atrevió a preguntar qué mal lo aquejaba, ya sería un abuso de confianza. Le basto con lo que le confeso, era más que suficiente.

En otras circunstancias hubiera corrido a decírselo a Catalina y a todo ser viviente que conociera. Mateo Rossi se quedaría a convivir con su familia. Hubiera querido gritárselo a los cuatro vientos, pero solo era un hombre con un gran peso sobre sus hombros y una enfermedad desconocida que pugnaba por conservar su salud y su posición en el mundo.