_ ¿Quién te vino a buscar ayer? _ le pregunto Catalina a Violeta desde el asiento de atrás. _Lindo auto, deportivo… ¿Quién era?
_Algún miope, seguramente_ agrego Camila.
_Pobrecito, cuando vea como es realmente este aparato_ comento Analía.
_Dicen que es muy guapo… ¿Cómo alguien tan poca cosa como vos esta con alguien como él? _ murmuro Catalina_ Hubiera jurado que era Mateo Rossi, pero debo estar equivocada. Un bombón como ese no saldría jamás con semejante esperpento. Quizás a la salida lo sepamos o tal vez se llevará una sorpresa.
“¿De qué estaba hablando?” pensó. Violeta las miro y se dio la vuelta, colocándose un auricular en la oreja derecha mientras escuchaba a Mateo. Supuso que su tiempo era demasiado valioso como para perderlo en nimiedades. Tres idiotas como esas no merecían ni un minuto de su atención.
Tenía demasiadas cosas en la mente como para discutir con esas: la enfermedad de Mateo, su operación, su próximo cumpleaños…pero por sobre todas las cosas, su partida. Cuando pensaba en ello se le estrujaba el corazón de tristeza, rabia e impotencia. El cambio de bando de Catalina evidenciaba su verdadera naturaleza perversa y dañina. De las otras dos, no se podía esperar nada más, eran huecas, hermosas, pero vacías por dentro. Nada sorprendente, excepto la nueva actitud de Catalina, esa superioridad, esa altanería. ¿Con que fundamentos era capaz de criticarla si hasta unos pocos días atrás, hablaba pestes de Analía y Camila, y ahora se creían los Ángeles de Charlie?
Paso los recreos evitando al trio o haciendo oído sordo a sus estupideces. Finalmente, llego el horario de salida. Se calzo la mochila al hombro y avanzo por el hall, desde allí pudo ver el auto rojo y detrás de él, un hombre con una cámara fotográfica, de esas que se usan para espiar: un paparazzi. Enviarle un mensaje ya era inútil, no había tiempo por lo que apuro el paso hasta salir corriendo de la escuela.
_ ¡No te bajes! _ le grito al conductor del automóvil_ ¡No te bajes, por favor!
Demasiado tarde. La puerta se abrió para dar paso a un muchacho usando una gorra blanca y anteojos negros, que desplegaba su mejor sonrisa. Inmediatamente otros reporteros aparecieron de la nada para rodear el auto. Violeta creyó que habían caído en una trampa ¡Pobre Mateo!¡Tanto esfuerzo para llevar una vida normal y ahora…entonces el conductor rio a carcajadas, se sacó los anteojos y la gorra para decir:
_Hola, Viole. Apúrate que llegamos tarde. ¡Vaya popularidad! ¿Desde cuándo soy tan famoso que vienen a fotografiarme a la puerta de la escuela?
Violeta respiro aliviada y le causo risa ver a su Rodrigo posando, como si fuese todo un modelo. Los periodistas se retiraron desilusionados mientras Catalina se mordía los codos de rabia. Resultaba más que evidente que ella los había llamado. Los hermanos se subieron al vehículo rojo y se marcharon felices dl lugar dejando tras de sí a una adolescente furiosa y muy peligrosa.
_ ¿Qué haces acá, idiota? _ le pregunto Violeta totalmente confundida.
_Mateo me conto que ayer, cuando la mujer policía los detuvo, vio por el retrovisor que una chica conversaba con la autoridad y que ella, muy Cholula y orgullosa, le mostraba el celular. Ante la duda, me pidió que ocupara su lugar. Todos te esperan directamente allá, en lo del estilista y que se yo.
_Gracias…de veras, muchas gracias.
Rodrigo se sentía feliz de haber ayudado a un amigo, de ser útil por un rato, al menos. A continuación, todo fue una vorágine inusitada. Todos: Mateo, Martin, Vanina y Violeta fueron atendidos como si fuesen una gran familia. Peluquería, manicuria y limpieza de cutis. En los momentos libres, comían alguna que otra porción de pizza mientras contaban chistes o situaciones ridículas. Lo peor para Violeta fue el cambio de look. Un señor con acento francés, iba y venía trayendo faldas, pantalones, blusas y vestidos mientras una mujer se fijaba con que calzado o cartera combinaba. Fue una lluvia de colores, vestirse y desvestirse, ir y venir del probador, desfilar, poner poses, mirarse al espejo y reír, porque muchas veces se veía ridícula y otras, deslumbrante. Mateo la observaba dando el okey junto a Vanina y tomando cuanta fotografía podía. Martin permanecía sentado en el sillón, navegando en su nuevo celular.
Salieron de noche, con muchísimas bolsas y un Mateo radiante y muy satisfecho. En su cámara había captado el desenfado de Violeta, su inocencia, su timidez, su alegría y un evidente amor en sus ojos que desbordaba , inundando su corazón.
#3404 en Novela romántica
#1049 en Chick lit
amor desilusion encuentros inesperados, drama adolescentes amor imposible amor, obstáculos y un destino inesperado.
Editado: 16.06.2025