Con los ojos del corazon

CAPITULO 18 CORDOBA

Rodrigo estaba entusiasmado como un chico, nunca Violeta lo había visto tan ansioso. Su novia, Martina, era una muchacha agradable, de baja estatura, pero muy divertida. Tenía una risa supercontagiosa, de esas que te causan tentación hasta las lágrimas. Subieron al avión privado con amplias expectativas, con desenfado y algarabía, casi como estudiantes en su viaje de egresados. El cantante llevaba en el hombro su guitarra bien enfundada, un pequeño bolso y una caja en la mano contraria. Los demás, equipaje ligero, y mucha alegría.

Mateo logro olvidar sus preocupaciones y disfrutar de sus nuevos amigos. Violeta miraba por la ventanilla la ciudad que lentamente se empequeñecía ante sus ojos mientras su hermano luchaba por soportar las sorpresivas nauseas del despegue. El cantante conto alguna que otra anécdota sobre sus anteriores vuelos, experiencias en otros países, siempre recalcando la importancia de compartir el tiempo con seres queridos, y no con compañeros de trabajo que, muchas veces, sufren excesos que terminan resultando desagradables y ofensivos. Vio en la mirada de Violeta, la alegría y el entusiasmo ante la posibilidad de estar “casi “solos, porque Rodrigo se hallaba ensimismado observando las nubes mientras acariciaba la cabeza de Martina, que descansaba sobre sus rodillas.

_Podemos navegar en el lago San Roque- comentaba Mateo_ O visitar el laberinto o tal vez mandarnos en la tirolesa. ¿Qué te parece, Viole?

_ ¿Qué es eso?

_Te atan con unos arneses y te mandas por el aire a lo largo de un cable. ¡Es bárbaro!

_¡¡Ni loca!!_ exclamo la muchacha.

_Dale…porfa…_insistía Mateo con ojos de perro mojado.

_Y yo que creí que iba a ser un finde tranquilo.

_También puedes disparar con arco y flecha…

_ ¿Y no tendrían que verte para eso? ¿Vas a cerrar todo el lugar para nosotros? _ lo interrogo la muchacha con astucia.

_Nop_respondio un tanto frustrado.

_ ¿No hay nada que hagamos que incluya a tu madre?

_Podemos dar vueltas en el velero, si te parece bien.

_Vinimos a ver a tu mamá y creo que ella también querría tener un lindo recuerdo contigo. Viajamos para eso. ¿No?

_Es que pensé que también deseabas estar conmigo_ murmuro, para que los demás pasajeros no escucharan sus palabras.

_Obviamente, Mateo, para mí es un momento muy hermoso, pero conocer a tu madre, es el objetivo principal. ¿Estás de acuerdo?

_Es por eso que te quiero tanto_ dijo en una voz prácticamente inaudible

_ ¿Qué dijiste? _ quiso saber ella.

_Es por eso que viajamos tanto_ corrigió rápidamente.

Se instalaron en una casa amplia frente al lago. La vista era excepcional, como si estuviesen en algún lugar del extranjero. Violeta no había viajado mucho, tampoco conocía el mundo, por lo que se sentía como si su destino fuese un lugar exótico o desconocido.

El siguiente destino fue el Hogar donde su madre residía. Era una construcción cálida, rodeada de plantas y flores, generosos ventanales de madera y paredes de ladrillo rustico. Al entrar, se parecía a una casa familiar, se respiraba un aroma dulce y amigable. Sentada sobre un sofá rojo, una mujer bella y enfermiza leía un libro, que dejo hacer cuando vio a los recién llegados. Los ojos de la señora se encendieron al ver a su hijo, llenándose de lágrimas, abrazándolo con las pocas fuerzas que aún conservaba. Mateo la apretó por unos minutos, rodeándola de amor y ternura, como solo un hijo puede hacer.

_Ellos son Rodrigo, trabaja en la Productora, y su novia, Martina_ introdujo el cantante con orgullo.

_Un gusto, chicos. Es un placer conocer a tus amigos.

_Y ella es Violeta.

_Un placer, señora.

_ ¿Tu novia? Linda chica, hijo. _ dijo la mujer sonriendo.

_No, madre, es una amiga, la hermana de Rodrigo. _ agrego rápidamente Mateo. Su madre poseía la extraña cualidad de leer sus sentimientos como si fuesen un libro abierto.

_Su hijo es una gran persona. Siempre habla de usted con mucho cariño. Tenía muchas ganas de conocerla y ahora veo que se parecen mucho físicamente.

_Mateo, ¿Qué estas esperando para salir con ella? Me agrada.

_ ¡Mamä!Siempre eres tan expresiva.

_El tiempo que me queda no lo puedo perder en mentiras_ confeso sonriendo.

Tenía una habitación privada con todas las comodidades: televisión, aire acondicionado, heladera tipo frigo bar, sillones, una cama especial para sus necesidades, todo lo que el dinero pudiera comprar y todo el cuidado que su único hijo le deseaba regalar. Le entrego con cariño la caja que hubiera transportado desde Buenos Aires. En su interior había varias fotos en diferentes tamaños. Mateo de bebe, en el Jardín de Infantes, en la Escuela, en San Pedro junto al rio Paraná, en su primer concierto y una saliendo de la piscina en lo que Violeta dedujo que era la casa que conocía. Era una mujer menuda, de mirada tierna y sonrisa suave y melancólica. Mateo había heredado sus ojos, el mismo verde intenso, brillante y triste. Ella guardo la caja junto a una enorme foto de Mateo dando un concierto.

Almorzaron allí ya que el cantante había organizado una comida con todos los pacientes que allí residían, con una única condición: sin celulares. Decidieron que pasarían la tarde juntos, por lo que Mateo desenfundo su vieja guitarra y entono algunas de sus canciones más conocidas. No hizo falta salir del edificio, estaban muy cómodos todos juntos ahí. El cantante debió aceptar que su madre estaba alojada en el lugar correcto, rodeada de sus amigos y de los mejores cuidados.

_Por unos meses no voy a poder venir, ma, pero estaremos en contacto. Tenía que avisarte para que no te preocupes.

_ ¿Hay algún problema? _ lo interrogo preocupada.

_No, es solo que voy a estar ocupado, muy ocupado.

_Ah, bueno, entonces nos hablamos como de costumbre.

Y así llego la noche. Mateo se despidió con otro cálido abrazo y todos se fueron con la promesa de volver al día siguiente para despedirse.




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