Con los ojos del corazon

CAPITULO 19 UNA NOCHE SOÑADA

La visita al Hogar fue hermosa, no solo para los chicos, sino también para sus moradores. Se respiraba un aire renovado, lleno de una energía jovial y divertida. La madre de Mateo prefirió quedarse allí ya que su debilidad era cada vez mayor, pero no deseaba preocupar a su hijo. La esclerosis avanzaba inexorablemente.

Por su parte, Rodrigo quedarse en casa con su novia.

_Quiero pasar tiempo con Martina, Mateo ¿Por qué no das una vuelta con mi hermana? _ le pidió guiñándole el ojo.

_ ¿Estás seguro? Mira que tu mama no lo aprobaría. Ella y yo solos, de noche… ¿Te parece? _ le pregunto indeciso. En su corazón ansiaba pasar un rato a solas con Violeta, pero no era cuestión de dar lugar a malos entendidos.

_La cosa es clara. Si la tocas, te mato. ¿Entendiste? _ le dijo con voz firme.

_Sip, fuerte y claro. ¿A qué hora regresamos?

_Tarde, muy tarde.

_Oka. Gracias.

_Recuerda lo que te dije. La tocas y eres boleta ¿Me explico?

_Estoy enfermo de la cabeza, no del oído, Rodrigo. Además, te estamos haciendo un favor.

_Si… ¡Y te cuesta mucho hacerlo! Dale, amigo, pásenla bien, pero no la ilusiones. Después de todo eres su ídolo, y ella es una adolescente, fan tuya…no sé si me explico con claridad.

_No digas más que parece que estoy escuchando a Vanina. Vamos a cenar, damos unas vueltas en el coche, quizás una peli…a solas, en la oscuridad, solitos…_le sugería Mateo al hermano celoso esbozando una sonrisa morbosa.

_Una palabra más y se quedan con nosotros. ¡No abuses de mi paciencia! _ exclamo mordiéndose los dientes.

_Pero, no tienes sentido del humor, Rodrigo. Salimos como amigos, nada más, palabra de Boyscout.

_No sabias que habías sido Boyscout_ murmuro confundido.

_Ay, Rodrigo, mejor le aviso a tu hermana y nos vamos. Saludos a Martina. En la heladera hay algunos números para pedir comida: pizza, sushi y otras cosas ricas. Voy corriendo a decirle a Violeta y en media hora partimos.

_Perfecto. Dejo el celu encendido. Violeta tiene gas pimienta en la cartera, por las dudas.

_Ja, ja, ja_ exclamo divertido.

La muchacha se hallaba en su habitación. Desde afuera se la podía escuchar tarareando una canción de Mateo Rossi, obviamente. La puerta estaba entreabierta. Violeta llevaba el cabello mojado y suelto y vestía ropa interior. Se colocó de lado y golpeo la puerta con la mano derecha, intentando darle intimidad.

_ ¿Puedo pasar? _ pregunto.

_Un minuto_ respondió agitada. _Listo.

Esta vez, vestía una bata de toalla blanca que la cubría hasta los tobillos.

_En media hora salimos a comer algo. ¿Vas a estar preparada?
_Si, obvio. Dile a Rodrigo que no los hare esperar. _ dijo sonriente.

_Solo tú y yo. Rodrigo y Martina se quedan en casa. Va a ser algo informal, algún lugar apartado, con poca gente, nada especial. Después vemos que hacemos. Las instrucciones fueron “llegar tarde”.

_Entonces me seco el pelo y salimos. Tengo hambre. ¿A dónde vamos?

_Hay un lugar chiquito junto al lago, se come bien y es lo suficientemente discreto.

_Mientras que estés conmigo, cualquier lugar está bien.

Mateo pensaba que Violeta no se lo estaba poniendo muy fácil, pero después de todo, él también tenía derecho a soñar, al menos por esa noche.

Treinta minutos después, Violeta estaba puntual en el salón principal. Mateo vestía unos jeans azules algo gastados, camisa blanca con el cuello desabotonado y una corbata negra, pero ella era cosa de otro mundo. Lucía un vestido rosa que le sentaba de perlas, zapatos y cartera blancos y el cabello ondulado acariciándole la espalda. Mateo no pudo menos que suspirar. Para romper el hielo le pregunto:

_ ¿Llevas en esa cartera el gas pimienta?

Violeta lo miro desencajada. Seguramente Rodrigo se lo había dicho.

_Sip, está junto a mi pistola Tazer.

Ambos rieron felices.

_ ¿De veras? _ le pregunto al oído.

_No, la cartera es demasiado pequeña.




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