Mateo y Violeta se subieron al automóvil verde que permanecía estacionado en la cochera de la casa cordobesa. La muchacha creyó estar viviendo un sueño: una salida nocturna con su ídolo. Pero era mucho más que eso, era la posibilidad de conocerlo un poco más y sentirse, por primera vez en la vida, una verdadera mujer.
Recorrieron las calles mientras escuchaban canciones ochenteras, las preferidas del cantante: Prince, U2, Phil Collins, Duran Duran. Dieron varias vueltas, mientras Mateo le mostraba un poco la ciudad. Era una noche tranquila, repleta de estrellas y el agua del lago se veía clara y serena. Las parejas caminaban tomadas de la mano, se sentaban en la vereda a beber una cerveza o una gaseosa, reían y se divertían. Entre tanto, Violeta observaba a Mateo. Su cabello bailando al viento, la mirada relajada, sus labios entreabiertos musitando la letra de alguna canción conocida y no pudo evitar suspirar.
_ ¿Ese suspiro es por mí? _ pregunto el con malicia.
“¿Qué le digo?” se preguntó ella.
_Es la noche, es muy bella…y la gente que va y viene, el lago, las estrellas…no lo sé. Me siento feliz_ reconoció avergonzada.
_Me alegra mucho_ le dijo con franqueza _Esa es la intención, que pasemos un momento agradable antes de regresar a tu rutina y a mis obligaciones. Te voy a llevar a cenar a un lugar que me gusta mucho. Es chiquito pero discreto. Además, se come muy bien. Después vemos que hacemos. Tal vez una peli, o un helado, o ambos. ¿Estás de acuerdo?
_Lo que digas me parece bien.
_Puedes opinar, mujer. Somos dos ¿No? _ sugirió Mateo sin dejar de mirar el camino.
_Te agradezco, pero, la verdad, comamos y después nos fijamos. Por ahora, tengo un hambre atroz. _ dijo divertida, cosa que a él le causo mucha gracia.
Condujeron un par de cuadras hasta detenerse en un sencillo restaurant llamado “Lo de Juan”. Mateo le abrió la puerta, como todo un caballero, aunque antes se colocó la gorra y los anteojos oscuros. Posteriormente ayudo a Violeta a bajarse del coche y se encaminaron hasta el negocio. Una vez dentro, Mateo pregunto por el dueño y apareció un hombre bajito y regordete, con grueso bigote y una incipiente calvicie.
_Querido amigo_ le dijo estrechándole la mano_Un gusto volver a verle. Aunque esta vez esta bellamente acompañado.
_Un placer como siempre, Juan. Ella es Violeta, hermana de mi productor. ¿Aún tiene ese lugar apartado? _ le susurró al oído.
_Si, amigo mío. Suba nomas.
_Gracias, Juan.
_Señorita, espero que le guste la comida.
_Presiento que así será_ agrego la muchacha.
Mateo la tomo de la mano y juntos ascendieron hasta la planta superior. Violeta creyó que tocaba el cielo y las estrellas. En un rincón, junto a una ventana que daba a la calle, una mesa para dos los aguardaba. El mozo que los acompañaba le acerco la silla a Violeta y ambos se sentaron frente a frente. Ordenaron la especialidad de la casa, una pizza que, según Violeta, “tenia de todo”.
_¿Cerveza?_ pregunto el mozo.
_No, soy conductor responsable, solo dos gaseosas.
_Por supuesto, señor.
Desde allí se podía observar las sierras, el agua y los transeúntes. conversaron de los viajes de Mateo, sus experiencias en otros países, las comidas que había degustado y rieron mucho. Desde aquel rincón, nadie hubiera pensado que el mismísimo Mateo Rossi, el reconocido cantante, estaría cenando con una amiga un tanto especial.
_Buscando en internet, la función empieza en quince minutos. ¿Vamos? _ le pregunto regalándole su mejor sonrisa. Ella no pudo menos que devolverle el gesto con otra radiante. _Pero esperaremos a que empiece, de esa forma las luces ya estarán apagadas.
_Perfecto.
Eligieron una película de acción, nada de amor ni romance. Comieron palomitas y disfrutaron de la función, no sin antes retirarse cuando comenzaban los títulos finales.
_ ¿Y ahora qué hacemos? _ inquirió ella esta vez.
_No sé si el tiempo que llevamos fuera es el suficiente. Quizás podemos dar una vuelta más. ¿Un helado?
_Nop, creo que voy a estallar de tanto comer.
_Hay un lugar tranquilo y escondido cerca de aquí.
_Bueno, vayamos entonces.
Luego de un breve paseo, estacionaron el automóvil bajo unos árboles. La vista era fantástica, la música sonaba en el interior y Mateo, sujeto las manos de Violeta y la miro a los ojos. Había tantas cosas que decirle y no sabía por dónde empezar.
_Estuve pensando mucho estos días. Sé que esta situación, entre nosotros dos digo, puede causarte confusión. Eres joven adolescente, yo soy mayor, popular…puede ocasionarte algún tipo de fantasía o confusión. Lejos está de mi lastimarte. Antes me mataría, te lo juro.
_No soy tan chica, esta semana que viene cumplo dieciocho.
_Lo sé, créeme que los sé. A lo que voy es que necesitas tiempo para crecer y madurar y yo, para curarme. Por eso te propongo algo.
_Lo que quieras.
_ ¿Ves? Razona antes de contestar. ¿Podría pedirte que saltáramos de un puente? _ exclamo ofuscado soltándole las manos.
_No seas tan extremista. Por supuesto que no lo haría, estoy loca pero no para tanto. Lo que quiero decir es que te considero un hombre razonable y no me vas a plantear una estupidez como esa.
_Entonces…un año. Esperaremos un año. Ya falta muy poco para que termines tus estudios. A ponerse las pilas, a esforzarse y a vivir. Disfruta de lo que queda de la escuela, diviértete, se tu misma, reflexiona…dame tiempo para recuperarme y si, después de todo eso, las cosas siguen igual entre tú y yo, hablaremos de nuevo.
Violeta sintió que el corazón iba a salir galopando de su pecho.
_No tienes que esperarme, simplemente vive. Si conoces a un chico de tu edad, si te enamoras, está todo bien, forma parte de la vida. No estés pendiente de mí, yo desapareceré por completo. No me buscaras por un año ¿Entendiste?
_Sip.
_Recién entonces hablaremos otra vez y veremos qué pasa. ¿De acuerdo?
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Editado: 26.06.2025