CAPITULO 35 LAS COSAS EMPIEZAN A CAMBIAR

Mateo salió del cuarto de baño totalmente renovado luego de unos eternos veinte minutos. Aun necesitaba un corte de cabello y una rasurada, pero era el: Su Mateo. Violeta permaneció en silencio, evitando romper ese mágico momento. Se lo veía muy delgado, unas extensas marcas oscuras rodeaban sus ojos demostrando su cansancio y depresión. Miraba hacia la nada, tanteando las paredes con su bastón mientras arrastraba los pies.

_Siéntese aquí_le ordeno la muchacha haciendo resonar las patas de la silla.

_Creí que se había retirado y me daba el placer de continuar con mi oscura soledad. _murmuro desilusionado ante su presencia.

_Lamento que yo no sea de su agrado, pero mi tarea aquí no es complacerlo sino ayudarlo.

_ ¿Donde? _ pregunto resignado.

_Por aquí_ musito Violeta repitiendo la misma operación con el asiento de madera.

Mateo escucho con atención y se dirigió hacia ella para finalmente ubicarse en el sitio solicitado. Violeta tomo el secador de cabello y comenzó a peinarlo con ternura. Si tan solo volviese a ser el de antes, todo resultaría más sencillo, pero no era así. Ella le resultaba una desconocida que había llegado para alterar su mundo. Permanecieron así, en silencio, mientras duraba el secado.

_ ¿Algo más? _ quiso saber el.

_Por el momento, bajará a la cocina y comerá algo. Debe ponerse al día con la medicación y ya me encargare de que lo asista una fisioterapeuta. Tiene que recuperar peso, hacer ejercicio, tomar sol y mejorar, señor Rossi. Para eso estoy aquí.

_Aun me pregunto quién le dio la autoridad para tomar las riendas de mi vida. Yo estaba perfectamente así_ confeso con amargura. _No la conozco y ya la odio con toda mi alma, señorita…

_Daniela…si, mi nombre es Daniela_ mintió Violeta frente a una Teresa que, desconcertada, observaba la escena como un mudo espectador desde un rincón de la habitación.

_Ok, DA –NIE-LA, no crea que ya ganó la batalla. Por lo pronto, le dejare regodearse frente a esta pequeña victoria porque no estoy de ánimos para contradecirla, pero este es el inicio de una guerra.

-Lo se, sr Rossi. Pero mi obligación no es complacerlo sino ayudarlo.

Respecto a la autoridad, le recuerdo que usted dejo ciertas cosas establecidas antes de su corriente situación. Yo simplemente me limito a mi papel, el que por contrato me intima a tomar riendas en el asunto en ausencia de su amigo, el australiano. De modo que lo espero para que se alimente. ¿Usted está en condiciones de bajar por su propia cuenta o debo llevarlo yo misma? _ le pregunto Violeta sarcásticamente.

_Puedo yo perfectamente, Daniela. Para eso instalaron el ascensor. En unos instantes bajo_ confeso con desprecio.

_Okey, ya le preparamos lo necesario en el comedor. Disculpe.

Y así, sin decir nada más, la muchacha se retiró de la habitación y bajo raudamente por las escaleras intentando exorcizar su angustia contenida. Se secó las lágrimas con el reverso de la manga, respiro profundamente al pie del ultimo escalón y avanzo erguida en su orgullo propio para ingresar en la cocina, donde Teresa cocinaba en silencio.

Violeta tomo el celular de su bolsillo y llamo a su hermano mayor conteniendo el dolor que oprimía su alma.

_Hola. Necesito que vayas a casa y le digas a mama que traigas la valija…me quedo aquí…EL me necesita, Rodrigo, y no lo voy a abandonar…No llame directamente a mama porque no quiero escuchar ningún reproche ni ningún sermón. Es mi decisión y me gustaría que todos la respetasen. Esta noche les hablo con más tranquilidad…gracias, hermano.

_ ¿Que fue todo eso? _le pregunto Teresa mientras servía la comida_ ¿De dónde sacaste esa actitud tan arrogante? Está no eres tú.

_Tampoco Mateo es Mateo, y si lo dejábamos así se iba a morir en esa cama y en esa oscuridad que le está carcomiendo el alma.

_Pero estas logrando en in instante que te odie, niña. Lo vi en sus ojos muertos, vi ese coraje, esa furia.

_Prefiero su desprecio a verlo entregado de ese modo. Y esto es solo el comienzo. Lo que se avecina, será peor.