Con los ojos del corazon

CAPITULO 37 UN LARGO CAMINO

Los días se sucedieron lentos y tediosos. Mateo se quejaba ante cada sesión de kinesiología, hacia pucheros a la hora de conversar con la psicóloga y hacerlo comer un plato completo de la más rica comida que Teresa pudiera cocinar, era realmente un suplicio. Sin embargo, y a pesar de su reticencia, había logrado ganar peso y se lo veía mejor. Sus piernas lo sostenían con mayor firmeza y de continuar así, pronto dejaría de apoyarse permanentemente en su bastón. El camino a recorrer era largo y sinuoso, difícil y escabroso. Pero cada vez que caía, allí estaba Violeta para sostenerlo. Él lo sabía, pero le costaba reconocerlo. Odiaba su vulnerabilidad, su debilidad y su amnesia. Deseaba con todas sus fuerzas recordar una voz, un rostro, un aroma, pero nada aparecía en su mente. Su psicóloga afirmaba que era cuestión de tiempo, que estaba consiguiendo pequeños triunfos, pero el sufría de una soledad amarga y cruel, una sensación de abandono y ausencia que le consumía el alma y lo llevaba hacia un gigantesco abismo.

La relación con Violeta no había cambiado mucho. Un muro cada vez más alto se levantaba entre ambos y por más que ella deseaba acercarse, el la creía culpable de todos sus males. Las discusiones eran moneda corriente y la pobre Teresa estaba siempre en el medio de dos bandos enemigos. La pobre muchacha recibía insultos y desprecios a diario, pero no bajaba los brazos. Mateo no ganaría la contienda, porque ello significaría un retroceso en su recuperación.

Violeta pego un portazo dejando atrás a Mateo, quien le hubiera arrojado el control remoto del televisor para terminar estrellado contra el piso. El cantante grito con rabia:

_¡¡Te odio, Daniela!! Maldita la hora en que apareciste en mi vida.

La muchacha se retiró con lágrimas en los ojos y se sumergió en su habitación para llorar amargamente. Se preguntaba hasta cuando soportaría verlo así, con tanta energía para pelear, pero con tan poco espíritu para superar sus obstáculos. Quedo así, en la inmensa soledad de su cuarto, abrazada por una sensación de angustia, como si cayese en un pozo sin final. Mateo se puso de pie con toda intención de continuar con el enfrentamiento. Apoyándose en los muebles y muros que surcaban su eterna noche, consiguió llegar a la puerta. Lentamente salió de su habitación para buscar la de Violeta. Había escuchado sus pasos y sabía que dormía al final del corredor. Se dispuso a entrar para proseguir con la discusión cuando comenzó a escuchar unos lamentos. Era el llanto de una mujer, era el llanto del enemigo. Acerco la oreja a la puerta y a lo lejos, un celular vibro. Ella dejo de llorar para responder la llamada.

_Hola_ dijo con la voz quebrada_Por favor, no me retes. Bastante tuve por el dia de hoy con Mateo…No, déjame a mí. Es mi asunto, yo soy la responsable de su salud…No, no estaba llorando. Me duele un poco la cabeza… ¿Cómo puedes pedirme que lo deje solo? Nunca lo haría…_ se hizo una larga pausa.

Mateo se sentía confundido. ¿De verdad le importaba tanto a esa mujer? El creía que solo era una cuestión de dinero, pero evidentemente había algo más detrás de todo aquello. ¿Por qué lloraba ¿¿Tanto le dolía lo que él le decía? ¿Acaso sentía algo por él? El cantante continuo escuchando.

_Hermano, lo sabes, no puedo abandonarlo de este modo. No me importa si me insulta o me rechaza. Yo…_ se detuvo y suspiro profundamente_Si, aun siento lo mismo. Eso no va a cambiar jamás y prefiero aguantar sus desplantes mientras pueda permanecer a su lado. No te preocupes, estaré bien. Nos vemos en casa el sábado. Besos a mama y a Bodoque.

Mateo pensó “¿Quién es Bodoque? Ese apodo me suena … ¿Quién es?. Pero lo mas importante es averiguar que siente Daniela por mi”.




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