Con los ojos del corazon

CAPITULO 38 CONFUSION

La sesión con la psicóloga era a las cuatro e, increíblemente, Mateo estaba ansioso por conversar con ella. Se sentó en el diván y confeso aturdido.

_No sé lo que siento…estoy confundido.

La mujer se sorprendió al escuchar sus palabras, ya que generalmente necesitaba sacarle las palabras una a una.

_Comencemos por el principio. ¿Qué cambio desde la última vez que hablamos?

_Discutí con Daniela.

_Como de costumbre _ musito ella.

_Si, como de costumbre_ reafirmo el cantante.

_Entonces… ¿Qué hay de diferente esta vez?

El hombre permaneció en silencio intentando hilar sus ideas, como si fuesen imágenes desordenadas.

_Luego de insultarla, cosa que no estuvo bien, por supuesto, pero tampoco conseguí evitarlo porque su sola presencia me exaspera_ comenzó a relatar el_Decidi seguirla, como pude obviamente, sosteniéndome con las paredes y arrastrando los pasos para no tropezar con nada. Supuse que podríamos proseguir con nuestra discrepancia del día, pero, en vez de abrir la puerta, husmeé detrás de ella. Escuche que lloraba…lloraba mucho.

Mateo hizo una larga pausa, como si reflexionara sobre los últimos acontecimientos. Se sentó sosteniendo la cabeza con ambas manos y suspiro profundamente. Finalmente se animó a decir:

_Creo que es por mí. Si, lloraba por mí.

_ ¿Y eso le sorprende? _ agrego la psicóloga intrigada por la nueva actitud de su paciente.

_Por supuesto_ afirmo el con total convicción mientras levantaba la mirada buscando una aprobación que no podía ver.

_ ¿Por qué? ¿No se cree usted merecedor de sentimiento alguno? Usted es una persona valiosa. Es inteligente, guapo, adinerado, famoso…

_Solía serlo, ya no_dijo resignado.

_La fama es algo efímero, señor Rossi. Pero volvamos sobre el tema, usted sostiene que Daniela lloraba por su causa. ¿Qué sensación le provoco?

_Me confundió. Yo hubiera jurado que me odiaba. Sin embargo…no se…

_Usted lo sabe Mateo. Necesita sacarlo de su interior, aceptar que es un sujeto posible de apreciar.

_No, yo trato mal a todo el mundo, estoy siempre furioso, con una rabia que me circula por las venas al punto que no me permite dormir. Soy una mala persona y no puedo cambiar. Vivo sumergido en una noche eterna que odio con toda mi alma. Necesito ver, quiero ver y no poder hacerlo me amarga la existencia. Sumado a eso, no recuerdo nada, estoy en el limbo. No soporto escuchar música, mucho menos oír mis propias canciones porque no las siento mías, son de otra persona, alguien que no soy yo. ¿Se da cuenta que no he cambiado?

_Ya está haciéndolo, señor Rossi, está hablando conmigo, se está abriendo. continúe, por favor.

_Bueno…luego escuche que le enviaba un saludo a un tal Bodoque. Ese nombre me causo una sensación extraña, como si una imagen quisiera asomar, pero es algo muy borroso y lejano, pero muy familiar.

_Tan familiar como Violeta_ agrego la psicóloga.

_No es lo mismo_ dijo Mateo poniéndose de pie.

_ ¿Por qué no, señor Rossi?

_Violeta me dejo, me abandono solo librado a mi suerte.

_ ¿Está seguro? ¿Usted la recuerda?

_Solo su rostro, un rostro sin voz, unos rulos rebeldes, una bella sonrisa…joven, muy joven…unos lentes, si usaba anteojos. Nos divertíamos juntos, eso lo sé con seguridad, pero ya no está, se fue y nunca volvió.

_ ¿Ella lo amaba?

_Si, al menos eso pensé.

_ ¿Y Daniela? ¿Lo ama a usted?

_No lo sé…estaba triste, dolida por lo que le dije, la lastimé mucho. No lloraría de no importarle yo al menos un poco.

_ ¿Y a usted le importa Daniela?

_Disculpe, no comprendo.

_Digo que quizás a usted le importe Daniela y no quiere aceptarlo. Después de todo ella si esta, siempre está a su lado. No escapo, enfrenta la situación, soporta cada uno de sus embates. No es como Violeta…

_No, definitivamente no. Daniela se preocupa porque yo coma, me saco de la depresión en la que me encontraba, reorganizo mi tratamiento, ayuda todo el día a la pobre Teresa y desafía cada uno de mis berrinches.

_ ¿Y cobra por su trabajo?

Mateo permaneció mudo. Nunca había pensado en eso. No era una empleada. Según había dicho, se había bajado del avión el mismo día que llego a su casa, aún tenía la maleta sin desempacar. No, no cobraba salario.

_Señor Rossi, insisto ¿Es su asistente personal? ¿Le paga un jornal?

_No…_murmuro sorprendido.

_Entonces volvemos a la misma pregunta ¿Por qué esta aquí, a su lado, soportando cada uno de sus desplantes?

_Porque me quiere_ acepto finalmente el cantante dejándose caer sobre el diván.




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