Con los ojos del corazon

CAPITULO 39 LA TREGUA

La sesión con la psicóloga le había dado mucho que pensar. Mateo aun sentía una gran inseguridad, acompañada por una angustia que le oprimía el pecho hasta estrujarle el corazón. Sin embargo, decidió empezar a cambiar la perspectiva y ponerse un poco en el lugar del otro. Un poco de empatía puede resultar un buen remedio para ciertas actitudes despóticas.

El instructor de natación llegaría un poco más tarde por lo que sorprendió a Teresa en la cocina.

_Se me antojan unos mates. _ dijo buscando una silla para sentarse.

La mujer, sorprendida, le acerco el asiento y respondió:

_Con gusto, Mateo. La pava ya casi está caliente y tomamos unos… ¿dulces o amargos? _ después de todo, la pérdida de memoria podría haberle cambiado los gustos.

_Dulces, como siempre, Tere.

Por unos instantes, la mujer creyó ver al Mateo de antes, aquel que corría a la cocina a darle un abrazo, de no ser por los lentes oscuros y el baston. “Cómo siempre?” pensó “¿Acaso recordaba algo?”.

_ ¿Dónde está Daniela? _ pregunto intentando disimular su curiosidad.

_Salió un rato. Fue a ver al doctor Fernández y retirar una orden para una tomografía computada. El neurólogo necesita estar al día con tus estudios para ver los avances. _dijo mientras vertía la yerba en el mate.

_Te hago una consulta, Teresa.

_Si, lo que quieras, querido.

_ ¿Por qué esta Daniela en casa? Ya sé que tiene un poder mío o algo así pero bien podría irse y venir de vez en cuando. ¿Por qué vive aquí con nosotros?

_Bueno, eso deberías consultárselo a ella.

_Si, lo sé, pero estaba intrigado. No necesitar estar aquí todo el tiempo y sin embargo, parece mi sombra. Desde que llego esta todo patas arriba.

_Pero estas mejor. _ afirmo Teresa mientras cebaba el mate y se lo pasaba a Mateo. _Cuidado que está caliente, le advirtió

_Si, gracias. _ sorbió sonoramente, hizo una pausa y prosiguió_ ¿Ella recibe algún dinero por ayudarme?

_No, hijo, para nada. Ella lo hace por…_ temiendo pecar de entrometida se detuvo.

Mateo aguardo la respuesta que nunca llegaría. Daniela y Teresa eran buenas amigas, de eso no había dudas. Su llegada había sido agradecida por la mujer que, a pesar de toda su buena voluntad, no lograba tener el carácter indispensable para devolverlo a la vida. Reconocía que no había sido considerado con las personas de la casa y mucho menos con Daniela, quien hubiera recibido sus peores embates.

_La verdad es que estuve mal, Tere. Lo siento.

La mujer se sintió orgullosa, muy orgullosa pues su querido Mateo, aquel hijo que le hubiera dado la vida, iniciaba el cambio tan anhelado.

_No quiero ser metida, Mateo, pero me parece que con Daniela eres excesivamente cruel. La pobre da lo mejor de sí, dejo a su familia, a quien no veía desde el año pasado para estar contigo.

_Supe que estuvo de viaje en Europa. ¿Nunca pregunto por mi mientras estaba de viaje?

_Eso es…complicado. Solo puedo decirte que apenas llego, quiso saber cómo te encontrabas. No tenía ni idea de las secuelas de la operación, por eso cuando se enteró al hablar con su familia, se vino para acá. No le diste la mejor de las bienvenidas precisamente. Tu estado era calamitoso y yo me sentía completamente desbordada.

_Supongo que me equivoque con ambas. Fui innecesariamente desconsiderado.

_¿Que tienes en mente entonces, Mateo?_ le pregunto tomándole la mano.

_Es momento de una tregua. Debo hacerme cargo de mi persona aunque aun no tengo la respuesta que necesito, Teresa.¿Por que ella sigue aquí?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.