CAPITULO 40 UN NUEVO COMIENZO

La conversación fue interrumpida por la llegada de Violeta quien, completamente desconcertada, observaba la escena con la boca abierta. Parecían los viejos tiempos, aquellos en los que se solían reunir para hablar de trivialidades, disfrutando del simple hecho de estar juntos. Esbozo una sonrisa genuina, apoyo el bolso sobre la mesita de arrime y saludo.

_Buenas tardes, ¿Me puedo sumar a esos mates?

_Por supuesto_ dijo Teresa_Es mas, yo me retiro un ratito a mi dormitorio porque me duelen un poco las piernas. ¿Te molesta Mateo?

_No, para nada. Un poco de descanso te viene bien, Tere. _agrego el cantante con suma tranquilidad.

La mujer se fue feliz, dejándolos solos en la cocina. Era el momento de ver si la tregua se llevaría a cabo o si continuarían peleándose como perro y gato. Violeta cambio la yerba del mate, tomo la pava, y lleno el termo con agua caliente. Luego se sentó, emitió un profundo respiro y dio el primer paso.

_Es extraño verlo a usted por aquí. ¿Termino la sesión con la psicóloga?

_Si, así es. Resulto interesante…por cierto, le debo una disculpa. Pero antes le pregunto ¿Por qué no nos tuteamos ambos? ¿Qué edad tiene usted, Daniela? Tiene una voz muy joven.

Mientras conversaban el mate iba de mano en mano, con un leve rozamiento entre los dedos, descargando una suave electricidad que los dos percibían, pero procuraban disimular.

_Sí, soy joven. Podríamos hacerlo, Mateo. Respecto a su disculpa, perdón: tu disculpa, es aceptada. Muchas gracias, la verdad es que la necesitaba, aunque no la esperaba, si debo ser franca.

_No pienso esconderme en mis problemas o en mi ceguera. Estuvo mal y punto. ¿Fuiste al médico? _ la interrogo cambiando el tema.

_Sip. Tenemos que ir a la clínica para hacer unos exámenes de control, por sugerencia del doctor. Creo que, con esta nueva actitud tuya, mejoraras con mayor rapidez.

_Hablaba con Teresa de una tregua entre todos. Yo pongo de mi parte, ustedes de la suya y veremos. Sin embargo, tengo una pregunta que ni la psicóloga ni Tere me supieron responder.

_ ¿Cuál es? _ quiso saber Violeta intrigada.

_ ¿Por qué estás aquí día y noche? Podrías tranquilamente irte a tu casa con tu familia, pero decidiste quedarte aquí y aguantar todos mis desplantes. Eso es extraño, más aun considerando que este no es tu trabajo, sino que estas en mi casa porque quieres.

Violeta jugueteo con el mate unos instantes, pensó que decir sin dar demasiada información. No debía exponer sus sentimientos por él, menos ahora que estaban dando un paso hacia adelante.

_La verdad es que estoy aquí porque mi conciencia no me permite dejarte solo.

Esa era la mejor respuesta que podía darle. Una verdad sencilla, a medias, pero verdad al fin.

_Entonces es un tema de culpa. Quizás mi ceguera no te permite abandonarme. Tal vez es lastima.

_NOOOOO. Yo no me siento culpable por tu situación, ni me apiado de tu discapacidad transitoria, pero también es verdad que estuve un año sin saber de ti. Te juro que, de conocer antes los hechos, me hubiese tomado un avión con urgencia. Por qué me fui, es un asunto privado, por que no me comunique también lo es. Respecto a mi llegada, creo que Teresa te dijo que ni bien baje del avión pregunte por ti. Me vine corriendo prácticamente y lo que vi…debo admitir que me destruyo. _ ahí estaba, la verdad, la que el buscaba. _No me lo hiciste fácil. Tuve que ser fuerte, sacar lo peor de mí, comerme el dolor que me causaba verte tan rendido y abandonado No suelo ser una mala persona, mucho menos tener mal humor o ser mandona, no va con mi forma de ser. ¡Pero no me dejaste opción, Mateo! Estabas ahí, muerto en vida, entregado a tu oscuridad, sin memoria… ¿Qué debía hacer? La pobre Teresa, desbordada y quebrada; tu, deprimido y llegué yo y no supe que hacer más que tomar las riendas del asunto como pude.

El cantante hubiera querido ver su rostro, pero se conformó con escuchar la confesión de sus labios. Evidentemente le importaba y él no quería admitir que comenzaba a sentir algo por su salvadora.