El llanto de Juan de Jesús la sacó de su extraño sueño a las 4 de la madrugada un nombre sin embargo, se coló en su semiconciencia: Kuai-mare (Principal deidad de la comunidad indigena Warao,https://es.wikipedia.org/wiki/Mitolog%C3%ADa_venezolana), pero el llanto del bebé la hizo olvidar todo, Luis Fernando se movió y medio despierto le dijo:
—Amor, ¿necesitas que te ayude con Juanito?, es que tengo mucho sueño, ¡estoy agotado!, ¡ya no puedo más! — arrojó su cabeza sobre la almohada dando luego un largo bostezo, Ana María comprensivamente y a pesar de tener mucho sueño también le dijo bostezando y estirando sus brazos:
—Bueno, tranquilo mi vida, descansa yo me encargo de Juanito — él le respondió más dormido que despierto:
—Gracias, Carolina… — sumergiéndose enseguida en un sueño profundo.
Ana María se terminó de despertar del todo y con su mente disociada pensó en buscar al bebé para calmarlo y al mismo tiempo volvió a rememorar la oración final que había dicho su marido: «—Gracias, Carolina, ¡gracias, Carolina, Carolina!, ¿Carolina?… —», mientras caminaba hacia la habitación del bebé, hablándole dulcemente con palabras llenas de amor en la búsqueda de calmar su llanto, su mente daba vueltas y se preguntó llena de desconcierto frunciendo el ceño con extrañeza mientras al mismo tiempo calmaba al bebé diciéndole:
—Juanito tranquilo mami ya te va a cargar…Pero… «¿Carolina?,¿quién es Carolina?, ¿será que esa mujer estaba en sus sueños?, ¿es que acaso ella es el objeto real de su deseo?,¿siendo yo sólo el medio que le ha permitido el placer?, ¿será Carolina una mujer real de carne y hueso o solo un sueño?, bueno de vez en cuando yo he sentido qué hay algo que flota en el ambiente y se ubica en medio de los dos, una presencia indefinida… Dios santo, ¿será que estoy sobredimensionado las cosas?, creo que después de dar a luz he quedado medio loca, sobre todo por la constante falta de sueño».
Un recuerdo vago sin embargo, vino a su mente después de sus cavilaciones: Un día en que ella visitó a Luis Fernando en el banco de modo sorpresivo antes de ir al restaurante de sus padres, escuchó que su esposo llamaba a una tal Carolina de modo extremadamente cariñoso antes de él saber que ella había llegado al banco…, una imagen de mujer joven, atractiva y de rostro indefinido se deslizó con ligereza entre sus tenues recuerdos.
Sus pies la llevaron en automático al cuarto del bebé en medio de sus extraños pensamientos donde su cansancio profundo sin embargo, la hacía sentir atontada. Al llegar a la cuna tomó a Juanito en sus brazos acariciándole con ternura y abrazada por la duda, consintió a su hijo con desgano observando sin embargo que sus ojitos estaban llenos de lágrimas.
Ana María como pudo calmó su mundo interior concentrándose en el niño, se sentó en la mecedora se bajó su dormilona hasta descubrir su pecho ofreciéndole generosamente leche materna, Juanito acercó todo su cuerpo al de su madre, tomó uno de los pezones y comenzó a succionar calmandose por completo y sumiéndose en un sueño profundo.
Ella ofuscada por el cansancio dejó durmiendo al bebé en la cuna, ahora los dos hombres de su vida estaban sumidos en sus mundos oníricos tan privados e inexpugnables; intrigada por quien sería Carolina con su mente alerta y confusa a la vez comenzó a deambular por toda la casa, tejiendo todo tipo de posibles explicaciones al significado de aquel nombre pronunciado por su esposo justamente después de tener intimidad y al que de alguna manera sentía algo diferente últimamente aunque lo quisiera negar a nivel consciente.
Para apaciguar su alma inquieta observó en la oscuridad apenas iluminada por la tenue lámpara del pasillo de su casa esos cuadros que ella misma había pintado de su mejor amigo y compañero de toda la vida: el mar. Ella sentía que el mar la llamaba invitándole a habitar en sus entrañas y el sonido continuo de las olas que iban y venían era música para sus oídos, sus pupilas se deleitaban con ese mar que parecía unirse al cielo a través de un puente infinito, además ese olor y sabor a sal y a coco penetraba dulcemente en sus fosas nasales llegando incluso a su lengua sensible…, ¡ah, el mar!
De pronto sintió que el sonido de las olas del mar se agudizó de tal modo que parecía que el mismo mar hubiese entrado en su hogar, una calma inusitada pareció invadir no sólo su casa sino su espíritu. Sin embargo su momentánea tranquilidad se vio interrumpida pues de pronto se encontró pisando un charco de agua fría al tacto pero a la vez cálida de emociones que estaba justo bajo sus pies descalzos, se preguntó en voz baja:
—Dios, ¿qué sucede?, ¿de dónde salió este charco de agua que acaba de mojar mis pies? —, con su dedo índice tomó una muestra para sentir su olor e incluso sintió el deseo de llevarla a sus labios pero se contuvo; pensó algo inquieta: «definitivamente es agua de mar, pero…,¿de dónde habrá salido?, caramba no tengo ni idea, que extraño la verdad, pero sino seco ya mismo el piso mañana LuisFer o yo podemos tener un accidente al resbalar en este charco y eso es muy peligroso si alguno de los dos tiene a Juanito en brazos..., lo mejor será ir a la cocina a buscar el coleto», se dirigió a la cocina y busco el lampazo para secar el piso, no sin dejar de bostezar, se devolvió rápidamente al charco de agua secando rápidamente.
Al culminar su labor elevó su rostro y sintió un sabor a agua salada en sus labios húmedos, los lamió sintiéndose arrebatada por un súbito deseo sensual, un nombre con sensación a mar llegó directo a su corazón: Kuai-mare; enseguida vio una tenue imagen masculina de imponente presencia que caminaba en la sala y al percatarse que era observado él la miró a ella por unos segundos directamente a los ojos con una mirada penetrante llena de deseo y a la vez amor y calidez, sus ojos avellana tenían sonoridad en su mundo interior, en breve desapareció por arte de magia, sin dejar rastro alguno ante una Ana María que permaneció unos segundos paralizada del miedo, emitiendo luego un grito de terror en la casi penumbra que los amores de su vida ignoraron por estar sumidos en sus sueños profundos.