Fue inevitable que en medio de su angustia viniera a su mente su desaparecida amiga de la escuela Diana. Recordó llena de nostalgia y sobre todo tristeza que tres días antes del deslave habían jugado juntas basketball en el patio del colegio durante el recreo, Ana Maria en ese momento le dijo viéndola tan ágil y desenvuelta:
»—Diana, tú si que eres buena en los deportes pero especialmente en el basketball, de seguro en algún momento de la vida firmarás contrato para un equipo importante, a lo mejor serás una jugadora profesional y saldrás en televisión, ¿te imaginas Diana? ¡vas a ser rica y famosa!, ¡je,je,je! — ambas rieron —Diana me acabas de dar una paliza, no puedo con lo buena que eres —, chocaron sus manos y luego se sentaron en uno de los bancos del área deportiva del patio y compartieron la merienda.
Conversaron distendidamente del niño que a Diana la traía ilusionada el cual se llamaba Gregorio, soñaba recibir su primer beso…, ella que tan solo era una niña de 12 años despertando al renacer juvenil. Luego recordó que su mama la vino a buscar y ambas se despidieron en medio de una tenue pero persistente lluvia, Diana inocentemente le dijo sonriente antes de partir mirándola fijamente expresando alegría en sus ojos:
»—Ana María, no serás la mejor deportista, pero siempre te voy a querer pues eres mi mejor amiga…, y ya sabes no le cuentes a nadie que me gusta tu sabes quién…, ¡je,je,je!, bueno, nos vemos mañana.
Ana Maria le contestó alegre y pícara a la vez:
»—Esta bien Diana voy a guardar silencio sepulcral y bueno, nos vemos mañana, eso sí, si se llegan a besar cuéntame cómo fue tu primer beso…
Se miraron sonrientes llenas de picardía, inocencia y vitalidad, Diana hizo con su mano derecha el típico gesto de despedida, en sus ojos se reflejaba la alegría de la vida, el esplendor de la juventud en su más hermosa representación, su bella cabellera rizada y aquella sonrisa brillante siempre las guardaba en su corazón como un tesoro invaluable pues fue la última vez que se vieron..., ella como tantos otros desapareció para siempre de su vida en el deslave que sufrió el estado Vargas aquel fatídico diciembre de 1999, sus familiares desesperados la buscaron incansablemente día y noche hasta que la dieron por fallecida envueltos en la mayor de las penas.
En especial su madre la buscó incansablemente por años, de hecho, murió anhelando reencontrarse con ella pero ya en la morada del Señor al tener que resignarse malamente a su muerte…
Ana María recordando a su amiga desaparecida temblando de miedo corrió enseguida al cuarto del niño sacándolo de la cuna, llevándolo a su habitación acomodándole entre las sábanas de su cama; lo observó por un instante, lucía plácido en su mundo de sueños con ese rostro capaz de enternecer al alma más dura. Luego de abrigarlo y colocar almohadas en los extremos de la cama, fue a la cocina a preparar su kit de escape por si tenía que huir especialmente metiendo en aquel bolso galletas, termos de agua, abrigos, algunos alimentos enlatados y sobre todo compotas y leche para Juanito. Su mente era una catarata de ideas desproporcionadas donde sentía que la vida de su familia nuevamente estaba en peligro, su mundo interior era un caos.
La lluvia incesante y Luis Fernando que no terminaba de llegar la sumían en una honda preocupación que la mantenía expectante y desesperada.
Él llegó de repente, dando un sonoro portazo, entonces Ana María respiró aliviada y corrió a sus brazos reflejando su angustia y su preocupación, de sus ojos brotaba un manantial de lágrimas que arrastraban emociones de preocupación pero sobre todo amor. Él en cambio la abrazo con desgano y luego mirándola directo a sus ojos con cierta indiferencia le expresó secamente:
—Hola Ana María, tienes que aprender a calmarte, hoy no está lloviendo tanto como el otro día, ya estoy en casa, tuve que trabajar tiempo extra estamos por entregar el proyecto como te comenté hace dos semanas —, pausadamente se quitó parte de la ropa mojada y le dijo con frialdad:
—Por cierto amor, tengo hambre, ¿qué hay de comer? —,ella le respondió algo sorprendida por su actitud desapegada:
—Más temprano preparé unos tostones, un pescado a la plancha y un jugo de mango… ¡Ay que bueno que llegaste me tenias preocupada LuisFer!, bueno déjame que vaya a la cocina a calentar todo…, quítate toda la ropa amor…, no vaya a ser que te de un resfriado querido —, Ana María camino a la cocina, pero por un instante volteo su rostro para a ver sus expresiones y captó en sus ojos una chispa de culpa que se escabullía por un intersticio de aquellas pupilas esquivas, con dolor comprendió que definitivamente su esposo estaba teniendo una aventura extramatrimonial de la cual él mismo ahora no podía escapar, aquella mujer lo había esclavizado a través de quizá su frenesí sexual convirtiéndolo en un esclavo de la pasión y en un perfecto mentiroso capaz de abandonar a su familia.
Definitivamente comprendió con gran dolor del alma que Luis Fernano era un hombre débil y de escasos valores morales.
Camino lentamente a la cocina con su mente ocupada en pensar que ni siquiera había preguntado por Juanito al llegar a casa y luego preocupada se preguntó qué iba a ser de ella y su hijo en la vida al comprender que muy probablemente el paso que vendría a continuación era la separación de cuerpos.
También recordó a Diana y pensó con cierto alivio por ella: «Diana querida, la muerte te sorprendió demasiado pronto en la flor de la inocencia…, pero quizá te ahorraste el dolor de amar y que luego te rompieran inmisericordemente el corazón…, querida Diana siempre me quedo la duda: ¿Te habrás dado ese beso con Gregorio? Y de haberse besado quizá a escondidas en algún rincón oscuro, ¿esa sería la causa de tu desaparición al ser sorprendida por el alud de tierra aquel 15 de diciembre de 1999?, ¡Dios misericordioso, cómo habrás enfrentado la inminencia de la muerte…!, por lo menos Diana tenías ilusión en el amor, yo hoy vivo en la desilusión del desamor».