Con miedo a amarte

4. Hombre de honor

El nuevo apartamento de Selena estaba situado en el centro de la ciudad, un edificio lujoso y no apto para todos los bolsillos. Al menos, Patrick pensó que no era apto para su bolsillo.

— Eso ha sido horrible. — Lamentó Selena, quitándose los tacones y lanzando su bolso al sofá. — Tenemos que demostrarle que eres válido. — Caminó hasta la cocina y Patrick depositó su macuto en el mismo sofá.

Echó un vistazo a la decoración sombría y fría y al desorden.

— Es un desastre. — Dijo de Selena y la vio salir de la cocina con una botella de vino y dos copas. — ¿Qué estás haciendo? Se supone que estás embarazada, no puedes beber eso. — Caminó hasta ella, quitándole la botella de vino.

— ¿Y cómo se supone que voy a superar la frustración? — Le preguntó ella.

— Bebiendo no. Al menos mientras tengas a mi hijo dentro de ti.

Patrick dejó la botella en la mesa baja frente al sofá y Selena se acercó dejando del mismo modo las copas.

— Entonces ¿qué? — Lo miró Selena y Patrick a ella. — ¿Qué haremos? No le has gustado a mi padre

— No tengo que gustarle. Me haré cargo del hijo que tengamos, pero no voy a casarme contigo. — Selena lo agarró de la cara y lo besó en la boca por los breves segundos que Patrick tardó en quitársela de encima. — ¿Qué estás haciendo?

— Besarte. — Sonrió Selena y le pasó los brazos por encima de los hombros. — Te he echado de menos…

Patrick la agarró de los brazos y apartó levemente la cara cuando Selena quiso besarlo de nuevo.

— Basta, Selena. — Le pidió y ella se sintió tan molesta por su rechazo que bajó los brazos y agarró la botella de vino y una de las copas. — Deja eso. — Patrick le arrebató la botella y la volvió a dejar en la mesa.

— ¡No me quieres besar y no me dejas beber! ¿Qué se supone que tengo que hacer?

— Dejar de actuar tan inmadura.

— ¿Y no puedes tú dejar de actuar tan frío? — Le reclamó Selena, al borde de las lágrimas y Patrick se quedó en silencio.

Selena tiró la copa al sofá y caminó hacia una puerta corredera doble del salón.

— Selena. — La llamó, pero la vio encerrarse dando un portazo.

Selena no volvió a salir de la habitación en toda la noche y cuando lo hizo por la mañana, Patrick había recogido el desorden del salón y preparaba el desayuno en la cocina.

— Pensé que te habrías ido. — Dijo Selena, sirviéndose un vaso de zumo de la jarra que encontró encima de la mesa de la cocina.

— Eso no hace que dejes de estar embarazada. — Contestó Patrick y se acercó dejando sobre la mesa un plato con tortitas. — Siéntate y desayuna. Tenemos que hablar.

— Tortitas… — Musitó Selena acercando el vaso a sus labios. — Quizás si me como todo eso y engordo si seré tu tipo.

— Aunque cambies por fuera seguirás siendo la misma por dentro.

Patrick se sentó en una silla y Selena dejó el vaso en la mesa.

— Estoy embarazada, ¿quieres provocarme para que me enfade y lo pierda?

— No quiero eso.

— Entonces para de joder.

Patrick la agarró de una muñeca y la obligó a sentarse en la silla junto a la suya. Selena se quejó y cruzó los brazos sin querer mirarlo.

— Desayuna.

— No quiero. — Lo miró y sonrió. — Puedes irte. Si no te vas a casar conmigo no me sirves de nada. — Se levantó y caminó hacia el salón. — Puedes volver al lado de esa gorda y ver lo feliz que es ella con Rex.

Patrick suspiró. No había forma alguna de hablar con ella.

Cuando la siguió, la encontró en el sofá mirando la pantalla de su teléfono móvil.

— ¿Qué haces?

— Buscar un nuevo trabajo, lo voy a necesitar cuando mi padre me eche. — Respondió Selena y Patrick le arrebató el teléfono de las manos.

— Soy un hombre de honor, ya que estás tan desesperada me haré cargo del niño y de ti.

Los ojos de Selena brillaron y un amago de sonrisa se formó en sus labios.

— ¿Quieres decir que sí te casarás conmigo? — Le preguntó.

Patrick arrojó el móvil a la mesita del café y le asintió.

— Me casaré. Es lo que iba a decirte, pero como de costumbre has empezado a escupir basura por la boca. He pensado en ello durante la noche y tomado la decisión, pero no renunciaré a mi trabajo en la compañía Saavedra.

Los ojos de Selena se clavaron en él.

— ¿Quieres seguir viéndola?

— Quiero ganar dinero como he hecho toda mi vida. Tienes dos opciones, vivir cada uno por su cuenta o…

— ¡Me mudo! — Selena se levantó y se lanzó a su cuello. — Vivamos juntos, durmamos juntos y puedes despertarme cada mañana con el desayuno hecho.

— No seré tu criado.

Patrick se soltó de ella.

— Nadie dice que lo vayas a ser. — Dijo Selena y volvió a sentarse mientras miraba a su alrededor. El apartamento no lucía tan limpio desde que se mudó a él. — Pero se te da bien limpiar.

— Llevas a un niño dentro o eso se supone, pretendías vivir rodeada de mierda.

— ¿Eso se supone?

— Lo confirmaré cuando vea alguna prueba de ello. — Respondió Patrick y sacó su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón. — El tren sale en dos horas.

— ¿Cómo? ¿Vas a irte?

Selena se levantó y Patrick la miró.

— Los dos nos iremos. Le explicaré a mi tía la situación y le diré que me haré cargo económicamente de ti y el bebé.

— ¿Lo harás? — Sonrió Selena.

— Es mi deber. — Asintió Patrick. — Desayuna y arréglate para irnos.

Patrick se dirigió hacia el pasillo y Selena se tocó el vientre.

— Aunque no lo admita, me ama. — Le dijo al bebé que esperaba.

— Definitivamente, no. — Contestó Patrick, que se había parado. — No eres mi tipo.

— Ya. — Selena sonrió con malicia. — Te gustan las que parecen que pueden votar cómo pelotas. No sabes apreciar la verdadera belleza.

— Sé hacerlo, por eso veo que eres atractiva por fuera, pero enormemente fea por dentro.

Selena se puso seria.

— Seré tu esposa, deja de insultarme.

Selena se marchó hacia la cocina y Patrick negó antes de dirigirse a la habitación de invitados.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 22.02.2025

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